Ortega y Gasset y el pragmatismo norteamericano

  1. Gutiérrez Simón, Rodolfo
Dirigida por:
  1. Antonio Rivera García Director
  2. José Luis Villacañas Berlanga Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 03 de septiembre de 2019

Tribunal:
  1. Rodrigo Castro Orellana Presidente
  2. Roberto Navarrete Alonso Secretario
  3. Paolo Scotton Vocal
  4. Alejandro Estrella González Vocal
  5. María Martín Gómez Vocal
Departamento:
  1. Filosofía y Sociedad

Tipo: Tesis

Resumen

El objetivo de esta tesis es mostrar que la obra de Ortega y Gasset guarda numerosos puntos en común con el pensamiento anglosajón. Así, se ha tratado de utilizar como núcleo de esta confluencia un liberalismo en sentido amplio, no sólo político, que tanto el autor español como los británicos y norteamericanos considerados comparten. Esta investigación se ha dividido en tres partes de dos capítulos. En primer lugar, se ha evidenciado el pathos común existente entre Ortega y John Stuart Mill. Se ha probado que el paralelismo entre ambos no depende de su liberalismo político sino que, al contrario, dicho liberalismo es resultado de un modo común de comprender la realidad. Además, se ha puesto de relieve la importancia que tiene el concepto milliano de fe muerta para el pensamiento orteguiano. La primera parte se completa con un capítulo dedicado a mostrar cómo, pese a que Ortega no lo menciona nunca, la obra de Alexander Bain era conocida en su entorno intelectual. La importancia de este autor para la tesis radica en el hecho de que es el transmisor del pensamiento milliano al Club Metafísico de Harvard, incluido el concepto de creencia. La segunda parte se compone de un capítulo dedicado a la relación entre el filósofo madrileño y William James, y de un texto sobre el paralelismo entre Ortega y Dewey. Respecto a la relación entre Ortega y James, se ha probado que su liberalismo allende la política es la base subyacente a su común concepción de las creencias, el papel del individuo y la estructuración de la sociedad y la disidencia dentro de la misma. Así, la noción de creencia ha sido clave, y también la de concepto, y se ha apuntalado con una muestra de cómo tanto Ortega como James la comprenden de la mano de otros conceptos como el de atención, interés, etc. Weber o Mannheim, y sus nociones de carisma y de factores existenciales vs. factores teóricos respectivamente, se han empleado como herramientas secundarias de análisis. La conclusión de este capítulo se resume en que la obra de los dos autores considerados, más allá de un prejuicio antipragmatista que Ortega habría heredado de Max Scheler, son compatibles en tanto que suponen una defensa del individuo en el campo científico, artístico, creativo y, en último término, político. El capítulo 4 muestra cómo el liberalismo amplio que funciona de base en esta investigación permite vincular a autores como Ortega y Dewey. Se ha optado por circunscribir la cuestión al ámbito educativo en un contexto de auge el capitalismo de los años treinta y a cómo liberalismo y pedagogía son los útiles a que cabe recurrir para proteger al individuo frente a las grandes corporaciones y el Estado. La tercera parte muestra qué clase de investigaciones podrán realizarse a partir de los supuestos teóricos establecidos en los capítulos previos. Los dos capítulos que la forman están dedicados al análisis de los paralelismos entre las obras de Ortega y las de Kuhn y Rorty respectivamente. El capítulo 5 no sólo pone en claro el símil evidente entre las creencias fundamentales de una época y los paradigmas kuhnianos, sino que habilita para incluir al filósofo español en el ámbito de la filosofía y la historia de la ciencia. Asimismo, los cambios de léxico y la inconmensurabilidad entre paradigmas y el modo no acumulativo de comprender el conocimiento permiten establecer una relación entre ambos autores que va más lejos que el hipotético análisis historiográfico de las influencias directas o indirectas que pudieran haberse producido. El capítulo 6, desde una óptica similar al anterior, muestra que el etnocentrismo rortyano y su manera de entender la coexistencia de distintos grupos o colectividades con creencias fundamentales diferentes no sólo fue anticipada por Ortega, sino que nos permite comprender de un modo singular el mundo contemporáneo y orientar en base a ello las posibles relaciones que cabe establecer entre civilizaciones más allá de una visión unificada de lo que sea la verdad.