Devociones, poderes y regocijosel Valladolid festivo en los siglos XVII y XVIII

  1. AMIGO VAZQUEZ, LOURDES
Dirigida por:
  1. Alberto Marcos Martín Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Valladolid

Fecha de defensa: 12 de noviembre de 2009

Tribunal:
  1. Bernard Vincent Presidente/a
  2. Rosa María Pérez Estévez Secretario/a
  3. Fernando Bouza Vocal
  4. Carlos Martínez Shaw Vocal
  5. Jesús Urrea Fernández Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 282548 DIALNET

Resumen

El objeto de esta investigación lo constituye el Valladolid festivo en los siglos XVII y XVIII. Hemos tratado de profundizar en el conocimiento de una de las más importantes manifestaciones culturales de la época moderna, la fiesta, y, a través de ella, en el de la sociedad vallisoletana, en sus características generales, así como en sus cambios y permanencias. No en vano, la fiesta constituye un hecho sociocultural total, bajo la forma de expresión de lo simbólico, de lo metafórico, de las imágenes y las representaciones. No sólo expresa simbólicamente el orden social, los valores, las creencias, los principios que conforman una sociedad. Dados sus efectos emocionales sobre los participantes, es una herramienta simbólica de construcción de la vida colectiva. Es decir, cumple un papel activo nada desdeñable en la sociedad, lo que hace todavía más interesante su análisis para adentrarnos en el conocimiento de ésta. Y, sin duda, fue en la Época Moderna cuando las virtualidades de la fiesta alcanzaron su máximo desarrollo, ya que nos encontramos con la 'sociedad festiva' por excelencia, especialmente en el ámbito urbano, tanto por la frecuencia de las celebraciones (hasta el punto que uno de cada tres días eran fiesta), como por la multiplicidad de sus significaciones, implicaciones y efectos sobre la realidad del momento. No obstante, podemos decir que no hemos sido muy originales en nuestra elección. La fiesta ha pasado de la marginalidad al protagonismo historiográfico, de mano de la crisis de los paradigmas tradicionales de la historia y, por ende, de la renovación en la que se encuentra la disciplina. Se ha convertido en un tema de moda, en demasiadas ocasiones no acometido con la seriedad y rigurosidad necesarias. Precisamente, para conjurar tales dificultades, para eludir lo meramente descriptivo y anecdótico y profundizar sobre qué nos hablan las fiestas, hemos acometido un estudio integral del hecho festivo. Así se pone de manifiesto en la amplitud cronológica, ya que nos hemos centrado en los siglos XVII y XVIII. Junto con la amplitud cronológica, la temática: nos han interesado todas las manifestaciones que se pueden catalogar de festivas, según las sensibilidades de los hombres y mujeres de entonces, desde las grandes celebraciones políticas y religiosas que aglutinaban a toda la urbe, hasta las fiestas anuales de las cofradías. En cuanto a las fuentes utilizadas, ha sido fundamental la combinación de la literatura festiva (Relaciones de Fiestas y sermones) y de la documentación en archivos, especialmente de la emanada de las grandes instituciones urbanas, especialmente de la Ciudad, el Cabildo de la Catedral y la Chancillería, pero también del Colegio de Santa Cruz, la Universidad y la Inquisición, puesto que tenían un papel principal en el Valladolid festivo, organizando y participando en muchas celebraciones, acorde con su poder y prestigio social. Por último, este análisis global de la fiesta también se ha plasmado en las perspectivas de estudio seguidas a la hora de analizar la documentación e interpretar su contenido. Bebemos del eclecticismo historiográfico propio de estos últimos años. Así pues, en esta investigación se aúnan metodologías y enfoques historiográficos muy variados, tanto de la historia económica, de las mentalidades, de la nueva historia política, de la historia institucional o de la nueva historia cultural. Otra premisa que guía esta investigación es la interdisciplinariedad, una palabra repetida hasta la saciedad pero que normalmente no pasa de las simples intenciones. No hemos perdido de vista la Literatura y la Historia del Arte, disciplinas que también se interesan por la fiesta antiguorregimental, a la vez que hemos tratado de conciliar la Antropología y la Sociología, de las que proceden la mayoría de los conceptos e interpretaciones sobre el hecho festivo, con la Historia. En definitiva, son numerosas las cuestiones que han centrado nuestra atención. Pero ha habido una principal 'obsesión' que recorre todo este trabajo, como es la del poder, en sentido amplio. Especialmente nos ha interesado la contribución de la fiesta a la fijación de la imagen del poder, de la Monarquía y de la Iglesia, pero también de sus representantes a nivel local, en que incide la nueva historia política, a su vez influenciada por la nueva historia cultural. Para concluir, creemos que cabe destacar la dualidad de nuestra aportación: la fiesta de Valladolid en su normalidad y excepcionalidad. Normalidad en el sentido de que ha sido nuestra intención el que Valladolid se ofrezca como un modelo aplicable a cualquier otra ciudad de la Monarquía Hispánica, tratando de trascender de lo eminentemente local, no siempre tarea fácil cuando se realiza historia urbana. Creemos que en buena medida lo hemos logrado, a través del estudio integral acometido, con el que hemos procurado atrapar la fiesta en todas sus dimensiones y perfiles: acotando las coordenadas de las celebraciones (sus ocasiones y frecuencia, el espacio y elementos festivos, comitentes y protagonistas), analizando sus significaciones, con el desarrollo de una 'teoría de la fiesta' muy influenciada por la Antropología y la Sociología, y haciendo hincapié en sus continuidades y mutaciones a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Pero también Valladolid es un modelo excepcional. A principios del seiscientos volvía a ser capital de la Monarquía. Y aun abandonada definitivamente por la corte y por lo más selecto de la nobleza, en 1606, siguió siendo una de las ciudades más importantes de Castilla. Posiblemente, con la excepción de Madrid y de Granada, y quizás también de Sevilla, según qué consideraciones, Valladolid era la ciudad castellana con el mosaico más impresionante de instituciones poderosas. Y, por encima de todo, era la residencia de la Chancillería, Tribunal Superior de Justicia Castellano y custodio del sello mayor del rey, razón por la que era una corte en miniatura. Así pues, en esta ciudad, el poder da un relieve especial a la fiesta que hemos tratado siempre de subrayar. En este sentido, nunca hemos perdido de vista lo acaecido en el terreno festivo tanto en Madrid, como en Granada, las dos ciudades con las que resulta inevitable la comparación del caso vallisoletano.