Examen de la crítica de Karl Polanyi a la totalización económica de la vida humana

  1. Polo Blanco, Jorge
Dirigida por:
  1. Juan Bautista Fuentes Ortega Director
  2. César Rendueles Menéndez de Llano Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 12 de septiembre de 2014

Tribunal:
  1. Fernando Álvarez-Uría Rico Presidente
  2. Carlos Fernández Liria Secretario
  3. Luis Arenas Vocal
  4. Germán Cano Cuenca Vocal
  5. Luis Enrique Alonso Benito Vocal
Departamento:
  1. Lógica y Filosofía Teórica

Tipo: Tesis

Resumen

Karl Polanyi no fue un antropólogo al uso, sino más bien un historiador crítico de la economía que, no obstante, se embarcó en una heterodoxa reflexión antropológica que tomaba por objeto último de su análisis el devenir histórico de las modernas sociedades industriales de mercado; y, desde luego, nunca se desentendió de los problemas más acuciantes de su trepidante época, pues su intervención teórica también quería ser política. La obra polanyiana ha de ser considerada como uno de los nudos más esenciales dentro de la historia de las ciencias sociales, y sus planteamientos axiales constituyen un aldabonazo que aún resuena con vigor en la segunda década del siglo XXI. En efecto, cuando el resurgir furioso de la civilización del mercado alcanza de nuevo, en una escala ampliada y potenciada, una dimensión de catástrofe, revivir a Karl Polanyi sobrepasa con creces los límites de un mero ejercicio de erudición académica. Es importante notar a qué se refiere esa totalización económica de la vida humana a la que hacemos referencia en el título de la investigación, ya que con ello queremos aludir a un "peligro antropológico" que constituye uno de los nervios más decisivos que recorren todo el pensamiento polanyiano. En efecto, Polanyi entendía que la dinámica inherente a un mecanismo de mercado completamente emancipado y omnipotente, como característica definitoria de la institucionalidad económica moderna, había puesto en entredicho la subsistencia misma de la cultura humana. El peligro era de una cualidad última, antropológica, toda vez que los resortes más vitales de la comunidad humana estaban perdiendo su consistencia al ir quedando progresivamente subsumidos en el mecanismo mercantil e integrados en un marco institucional y normativo dentro del cual se empezaba a estimar que todo dominio de la vida social humana había de estar al servicio de la actividad económica, habiendo perdido ésta su lugar subordinado dentro del orden cultural. La obra de Polanyi, por lo tanto, parece ocuparse preferentemente de las graves consecuencias histórico-culturales desatadas por el intento utópico de poner en práctica los principios establecidos por el liberalismo económico. Las reacciones defensivas de un cuerpo social en trance de ser refundido a la escala de una sociedad de mercado, esto es, en trance de ver reducidos todos sus tejidos comunitarios y todos sus lazos de suyo no-económicos a meras relaciones abstractamente económicas, se constituyeron de muy diversas maneras. El fascismo fue, tal vez, la más horrísona y lacerante, y podría entenderse como una suerte de recuperación perversa y criminal de la política en un mundo desmembrado. Otras respuesta a la descomposición mercantil del mundo, empero, habían de poder caminar hacia alguna suerte de "democracia industrial". En cualquier caso, y como podremos comprobar tras este largo recorrido por los vericuetos de la obra de Karl Polanyi, una de las tesis más importantes que se desprenden de dicha obra puede enunciarse como sigue: la sociedad de mercado debe caracterizarse como antropológicamente anómala y socialmente autodestructiva La puesta en práctica de la utopía económica liberal estuvo a punto de desmembrar la propia consistencia antropológica del hombre, y es éste el peligro que late en el fondo de la preocupación política polanyiana. En efecto, si democratizar la economía a través de alguna forma de socialismo no tecnocrático y no centralizado implica terminar con la tiranía del sistema de mercado, que sometía toda la vida social a las necesidades autónomas de una economía emancipada, no debe olvidarse que la preocupación última de Polanyi es también antropológica, toda vez que la desmercantilización de las relaciones sociales había de perseguirse antes que por otro motivo para recuperar en la medida de lo posible las relaciones personales y comunitarias. Por lo tanto, Polanyi auspiciaba una suerte de socialismo democrático que institucionalizara una economía al servicio de la gente común, pero precisamente y ante todo para que estas gentes volvieran a encontrarse en una sociabilidad distinta no atravesada por la tiranía de la mercantilización totalizadora y que conservase, en la medida de lo posible, un substrato de vínculos humanos comunitarios y una reserva de lazos personales no mediatizados por los esquemas homogeneizadores de las hipertrofiadas relaciones económico-técnicas.