El gobierno de la diferenciade las lógicas de gestión de lo social
- Marie-Jose Devillard Directora
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 12 de julio de 2012
- José Luis García García Presidente/a
- Ana María Rivas Rivas Secretaria
- Pedro Oliver Olmo Vocal
- Álvaro Pazos Vocal
- Ubaldo Martínez Veiga Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Hay un lugar común, compartido por defensores y detractores, que dice que el neoliberalismo supondría la reducción al mínimo de la intervención del Estado, ya que, de acuerdo con su principio rector, para que todo funcione bien, basta con dejar hacer a la ¿mano invisible¿ del mercado. Según este mismo lugar común, el neoliberalismo sería contrario a las políticas sociales: su máxima prioridad en este terreno sería presionar para su eliminación. Esta tesis, por el contrario, defiende que el neo liberalismo tiene una política social propia y específica para el gobierno de las poblaciones basada en hacer funcionar lo social por y para el mercado, a la manera del mercado. La mejor designación de esta forma de gobierno específicamente neolibera l es, a mi juicio, aquella acuñada por Maurizio Lazzarato en su relectura del Foucault de los cursos del Collége de France: gobierno de la diferencia (gobierno desde y a través de la diferencia, convertida en desigualdad móvil). ¿Por qué hablar de u n gobierno de la diferencia? Porque las políticas neoliberales son políticas que pasan por la gestión diferencial de las desigualdades, de las desviaciones de situación, de ingresos, de status, de formación, etcétera, por medio de la ¿optimización de los sistemas de diferencias¿, como dice Foucault. La optimización de las disparidades se obtiene por una ¿modulación¿, concepto a la vez deleuziano y foucaultiano, de los derechos, de las normas, de los reglamentos, y por una modulación de las maner as de ejercer el poder sobre los individuos que se adapta y favorece a una segmentación ¿suave¿ (inclusión diferencial, la llamaremos aquí) de la población. Esta forma de gobierno no busca reducir las desigualdades sino modularlas, convirtiéndolas en palanca del deseo, en estímulo de la competencia. Al afirmar esto, no nos referimos sólo a la renuncia a la igualdad como meta a conseguir, ni tampoco al hecho de que se considere la diferencia como un fenómeno «inevitable» con el que debemos resig narnos a convivir: más allá de eso, apuntamos al hecho de que existe una apuesta clara por la diferencia como herramienta de gestión, un nuevo modo de gobierno que parte de las diferencias existentes para guiar su actuación, pero que también las prod uce, juega con ellas, hace de los procesos de diferenciación sus instrumentos clave. Así, se produce el paso de una lógica de gobierno basada en la uniformación a una lógica de gestión que convierte la diferencia en estrategia de gobernabilidad de u