Necesidad interna de la poesía en el pensar esencial, (hacia Hölderlin desde la "kehre")

  1. Lorente Martínez, Sergio
Dirigida por:
  1. Carmen Segura Peraita Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 19 de diciembre de 2013

Tribunal:
  1. Ramón Rodríguez García Presidente
  2. Juan José García Norro Secretario
  3. Alejandro Gustavo Vigo Pacheco Vocal
  4. Alejandro Escudero Pérez Vocal
  5. Juan Luis Vermal Beretta Vocal
Departamento:
  1. Lógica y Filosofía Teórica

Tipo: Tesis

Resumen

La comprensión de la esencia de la verdad como ocultamiento previo y no como aperturidad del Dasein marcó la Kehre de Heidegger y generó en su planteamiento un problema fenomenológico-hermenéutico que podría formularse así. ¿cómo decir la esencia de la verdad?" Al encaminarse hacia el arte y la poesía, indicó que esto no se debía a un capricho estético, sino a una necesidad interna de su pensar. Mi investigación se propone explicitarla mediante la reconstrucción de la problemática de la verdad. Ante la incapacidad del enunciado para decir el ocultamiento y la insuficiencia de las indica-ciones formales, la poesía fue explorada como posible respuesta. Esta investigación cla-rifica los seis conceptos nucleares que articulan el primer acercamiento de Heidegger a la poesía (verdad, fundación, pueblo, dioses, diálogo, e historia) y explora sus mutuas relaciones. Su tratamiento específico decanta una interpretación precisa y cabal de la poesía como fundación y muestra la continuidad entre la hermenéutica de Ser y tiempo y el diálogo con Hölderlin. A diferencia del lenguaje enunciativo y del indicativo-formal, la poesía no habla sobre entes ni indica una tarea, sino que dice el ocultamiento preservando su fuerza ve-lante. El canto poético nombra al dios y con ello lleva a palabra un mundo, lo que signi-fica que habla de nuestra esencia histórica y finita. Pero para que la fundación se pro-duzca, lo dicho en la poesía ha de ponerse en el Dasein de un pueblo. Éste no es enten-dido en su sentido habitual, sino que alude a la temporalidad e historicidad del Dasein. Tampoco el dios ha de entenderse desde ningún discurso teológico sino desde la propia poesía y ha de tomarse como una marca interna de nuestra finitud. Una recepción autén-tica del decir poético requiere que el cuidador esté resuelto y que haya desarrollado un pensar esencial que le mantenga abierto al cuestionamiento de nociones fundamentales. Gracias a su fuerza templante, la poesía puede cambiar el temple fundamental de quien la comprende, lo que implica una transformación del Dasein y de su temporaliza-ción, que se traduciría en una reasignación de su cometido y envío históricos. Por ello cabe señalar que la elección de Hölderlin no se debe a que sea -poeta del poeta, sino a que su canto arraiga en el temple de la sagrada opresión doliente, que es el opuesto al que tempera a los modernos: el aburrimiento como falta de opresión. Sumidos en el pre-sencialismo y el olvido del ser no perciben la devastación de su Dasein ni desarrollan preguntas esenciales. La poesía de Hölderlin podría, por su fuerza templante, transfor-mar nuestro Dasein al situarlo ante su devastación e impulsar desde ahí una compren-sión rememorante, doliente y no-metafísica de la existencia, lo que entrañaría una fun-dación de nuestro ser histórico; el envío del aburrido moderno sería la metafísica y su cometido sería pensar la esencia de la verdad olvidada en ella. Entre Dasein y Dichtung se observa un llamativo paralelismo dado por la tempo-ralidad de ambos. La poesía comparte el carácter abisal de la existencia, en su aconte-cimiento hay una memoria del origen y por ello un proyecto de nuestra finitud. Que la poesía es tiempo permite mantener una hermenéutica de la facticidad y gestionar el des-plazamiento del Dasein provocado por la concepción de la verdad como ocultamiento, pues Heidegger no renuncia ni a la temporalidad ni a la facticidad. Con la poesía se aborda la relación entre ocultamiento y desocultamiento franqueando ese paso tempo-ralmente. Ella es como un quicio que no pertenece a ninguno de los dos lados, sino que los separa y comunica al articular su reciprocidad: escucha el silencio premundano y lo lleva a palabra como mundo. Este movimiento poético (escuchar y decir) es el mismo que el de la existencia: la temporalización del tiempo originario.