Lilith y sus descendientestrayectoria del mito de la "femme fatale" en las literaturas europeas"

  1. Eetessam Párraga, Golrokh
Dirigida por:
  1. Luis Martínez Falero Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 02 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. Julio Trebolle Barrera Presidente
  2. Claudio Felipe González Alcázar Secretario
  3. Margarita Almela Boix Vocal
  4. Fernando Gómez Redondo Vocal
  5. Javier Rodríguez Pequeño Vocal
Departamento:
  1. Lengua Española y Teoría Literaria

Tipo: Tesis

Resumen

En las páginas que conforman este trabajo hemos pretendido dibujar la línea que define el arquetipo de la mujer fatal encarnado en el personaje parabíblico de Lilith. Durante más de 3000 años, primero a través de relatos mitológicos, representaciones artísticas ornamentales o rituales, y narraciones folclóricas, y después desde la literatura y la pintura, la imagen arquetípica de la femme fatale ha estado presente en el imaginario colectivo occidental. A lo largo de todos estos milenios, Lilith y su arquetipo han reunido en sí una serie de mitemas o características que podemos dividir en dos tipos o niveles: estructurales, que son aquellos sin cuya presencia no es posible hablar del arquetipo mítico de la mujer fatal, a saber, la sexualidad visible y agresiva y su deseo de dañar a otros, principalmente a los hombres; y en segundo lugar, los mitemas ornamentales o circunstanciales, muchas veces propios de un paradigma determinado (clásico o romántico, por ejemplo) que pueden fluctuar en su representación y que nos ayudan a situar el arquetipo en el tiempo y el espacio. Hemos concretado el mito original de Lilith como la encarnación de una lección moral simbólicamente relatada. Pese a que los matices de significado que este mito revela pueden tener mínimas variaciones a lo largo del tiempo (a las que que hemos denominado mitemas circunstanciales u ornamentales), la base sobre la que se desarrolla es pétreamente invariable: la mujer fuerte es peligrosa para el hombre y para la sociedad en la que vive. Con respecto a los mitemas estructurales, Lilith se define desde los inicios como la representación conceptual de lo que de agresivo existe en la psique femenina. Tanto desde sus inicios como las terribles diosas mesopotámicas Istar o Inanna, representaciones de mujeres guerreras y sanguinarias, como en su desarrollo dentro del mito hebreo, del que conocemos un mayor número de detalles con respecto a sus hábitos de devoradora de niños y semen y cruel torturadora de hombres, hasta sus herederas en la literatura clásica, claros ejemplos de crueldad (Medea, Clitemnestra...). A lo largo de estas páginas trazo el desarrollo de los componentes temáticos que completan el mito de Lilith desde su remoto origen a través de la historia de las literaturas europeas. En este análisis pretendo explicar y justificar el cambio de ideas que arrastra el arquetipo de una época a otra, el paso que se da en la creación literaria de la imitatio a la inventio. En este trabajo se defiende la premisa de que los mitemas estructurales pertenecientes al arquetipo de la femme fatale en las leyendas que recrean los mitos de las diosas mesopotámicas (la crueldad sanguinaria de la diosa Allat y la voracidad sexual de Istar son rasgos que encontramos en versos de la epopeya de Gilgamesh y en las representaciones simbólicas que adornan platos rituales y tablillas), son los mismos mitemas que posteriormente pasaron a las figuras mitológicas hebreas y griegas. Estos elementos básicos de análisis, constituidos por las unidades invariables y permanentes que definen el modelo mítico, y cuya repetición en las sucesivas versiones históricas aseguran la transmisión de la identidad esencial del arquetipo, son la maldad y el atractivo sexual. El mito de Lilith, contrariamente a otros mitos de origen etno-religioso que son rescatados como mitos literarios cuando el sustrato que los creó deja de estar presente en la sociedad, siempre ha estado presente en la literatura. Como mito parabíblico construido con la intención sociológica de marcar lo moralmente inaceptable en la conducta femenina, su sitio ha estado siempre en la narración, primero en los relatos orales que se usan para advertir y asustar a las niñas, y después en todo tipo de obras literarias. Y ha sido esta asimilación entre literatura y religión lo que ha asegurado no solo la transmisión de su identidad mítica sino también su pervivencia a través de las distintas versiones históricas