Edición crítica, traducción y comentario del diálogo "Sobre la filosofía" de Aristóteles

  1. MEGINO RODRIGUEZ, CARLOS
Dirigida por:
  1. Alberto Bernabé Pajares Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 01 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. Fernando García Romero Presidente
  2. Mercedes López Salvá Secretaria
  3. Francisco José Casadesús Bordoy Vocal
  4. Jorge Pérez de Tudela Vocal
  5. Christoph Riedweg Vocal
Departamento:
  1. Filología Clásica

Tipo: Tesis

Resumen

La tesis consiste en la primera edición crítica con traducción y comentario del diálogo Sobre la filosofía de Aristóteles hecha hasta la fecha. La tesis proporciona un acercamiento original de la obra y constituye un útil instrumento de trabajo para futuras investigaciones sobre el diálogo y sobre el pensamiento del primer Aristóteles. El tema principal del diálogo pudo ser el de exponer la concepción de la filosofía como ciencia de los primeros principios y de las entidades divinas. El libro I contendría las opiniones que sobre la filosofía (concebida como sabiduría) se han tenido desde los tiempos antiguos hasta Platón. Se incluiría en esa exposición histórica la sabiduría de los caldeos, de los poetas y teólogos antiguos griegos, como Orfeo, de las máximas délficas en relación con los Siete Sabios y de los filósofos naturales presocráticos. El libro II estaría dedicado a la discusión y crítica de la teoría de las Formas platónica. Se criticaba la doctrina de los Números Ideales y la de los principios del Uno y de la Díada indefinida. El libro III contenía la doctrina del propio Aristóteles sobre la filosofía como ciencia de lo divino. Se planteaba cuál fue el origen de la idea de los dioses en el hombre, lo que daba lugar a una primera concepción de lo divino como causa del orden cósmico, cuya existencia se probaba con varios argumentos dialécticos y, quizá, con un mito al estilo platónico. Este dios sería concebido como un ser trascendente, único, entendimiento puro, motor inmóvil y causa final objetiva del orden del mundo. En paralelo a esa noción de dios, se desarrollaba también la de la divinidad del mundo y de los astros, cuya contemplación y estudio se asimilaba a una experiencia religiosa. De hecho, después de la demostración de la existencia y de la inmutabilidad del dios trascendente, sobre la base de su consideración como entidad más perfecta, se argumentaba en favor de la eternidad del mundo (y, por tanto, de su divinidad) mediante varias pruebas consistentes en demostrar su ingenerabilidad e indestructibilidad. Y respecto de la naturaleza divina y eterna de los astros, se probaba a partir de su constitución etérea, su extraordinaria sensibilidad e inteligencia, y la circularidad continua de su movimiento. Se pondría en evidencia también la estructura del orden armónico en que los astros se mueven, análoga a la de la escala musical. La reflexión sobre la naturaleza corpórea de las entidades divinas del mundo sensible, los astros y el alma intelectiva, llevaba a Aristóteles a postular la existencia de un quinto elemento, el éter, como constitutivo de los astros y de las almas, que posibilitaría tanto el movimiento circular natural de los astros como su posesión de facultades sensibles e intelectivas. Se exponía, por tanto, una doble teología: la de un dios trascendente, entendimiento puro y motor inmóvil del mundo, y la de un dios cósmico, etéreo, que incluye el cielo y los astros, en la que el segundo dependía del primero en cuanto a su orden y movimiento.