Tras la carne otra carne se pudremujer, enfermedad, feminidad y arte contemporáneo

  1. PEREZ GIL, MARIA
Dirigida por:
  1. Mercedes Replinger González Directora
  2. Paris Matía Martín Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 05 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. Pablo de Arriba del Amo Presidente
  2. Victoria Legido García Secretaria
  3. Vicente Alemany Sánchez-Moscoso Vocal
  4. Teresa Aizpún Vocal
  5. Eva Santos Sánchez-Guzmán Vocal
Departamento:
  1. Escultura y Formación Artística

Tipo: Tesis

Resumen

Vivimos en una sociedad en la que el concepto del Yo requiere de la existencia del Otro. Así surge la mujer como el Otro del Hombre. Ser mujer significa existir para los demás. Maternidad convertida en único proyecto vital, piedra angular del éxito social. Una mujer es vista como objeto de deseo o como cuerpo útil criador y amamantador de prole. La enfermedad es dolor, lágrimas, pérdida de fuerza, asfixia. Pero el dolor es necesario, nos recoloca en el mundo y nos confirma como cuerpo. Todo el mundo enferma, algunos con más frecuencia. Por otro lado, rechazamos a los enfermos, los sepultamos en sus camas situadas en la última habitación de la casa, la de las puertas cerradas. Estar enfermo es un estado transicional entre vida y muerte. Supone un período de mutación incierta, que lleva asociados peligro, desorden, desequilibrio, amenaza. Vivimos encasillados en estrictas normas estéticas: estar siempre sano, joven, fuerte, bello. Los medios de comunicación imponen modelos imposibles, que inmediatamente aceptamos como normas esenciales. Mi tesis busca saber cómo se siente una mujer como mujer cuando enferma. Es un proyecto que trata de reflexionar sobre los cambios que se originan en la persona enferma; las transformaciones que acontecen en su cuerpo y, en consecuencia, en su mente; y cómo finalmente afecta al contexto que rodea al enfermo, a sus seres cercanos, a las actividades cotidianas, al transcurso corriente de la vida. Es un homenaje a todos los que son ocultados, olvidados, por estar enfermos. Obviados por la sociedad de consumo al extralimitar las reglas y estereotipos sociales establecidos; negados por su condición a la posibilidad de llevar una vida normal. Es una llamada de atención a nosotros mismos, a nuestras conciencias, por dejarnos llevar por la estética de la cultura de masas y de la sociedad de consumo. Un intento de concienciar sobre la presencia de un sector importante en número, sector al que todos pertenecemos o perteneceremos, el de los insanos, que son tan reales, tan efectivos, tan innegables, tan existentes, como cada uno de los considerados seres sanos. La mujer enferma queda excluida de la vida social. Cuerpo femenino denigrado, censurado, enterrado. Las mujeres enfermas son consideradas inútiles, situadas en los márgenes. Si una mujer no puede tener hijos por estar su cuerpo enfermo, si muestra los signos de dolor, si su cuerpo es yaga, deja de ser una mujer. Convertida en monstruo, en bestia, en bárbara. No es una madre, no es sensual ni sexual, no es una MUJER. Cuando una mujer con un cuerpo normal y deseable enferma, ella se convierte en un cuerpo abominable, odioso y detestable. Puertas cerradas dentro de su casa. Puertas cerradas dentro de su cuerpo. Atrapada en el silencio, la indiferencia y el olvido. Y allí, en su encierro real o ficticio, la enferma necesita entender su nueva condición, recolocarse en su existencia, comprender quién y qué es. Es en este contexto caótico y amenazante donde el arte se vuelve necesario. La alianza mujer enferma y arte es esencial para encontrar su posición en el mundo y en la vida; donde poder encontrar su feminidad perdida. El arte le ofrece las herramientas necesarias para demoler los cánones de belleza y cuerpos perfectos que construyeron su ser mujer hasta el cambio. Contamos con los ejemplos de pioneras valientes, como Jo Spence y Hannah Wilke, que desde los años setenta abrieron la posibilidad a otros cuerpos, a otras vidas. El arte como medio de expresión. El arte como canal de comunicación. El arte se ha convertido en una herramienta vital. Cuerpos que socialmente estaban destinados a la invisibilidad, eran devueltos a la vida social de la mano del arte. Como resultado de este enfoque surgen nuevos temas artísticos, como la enfermedad terminal o los cuerpos en tratamiento. Las mujeres enfermas utilizan el arte como un grito de protesta en su batalla contra la estigmatización y la pérdida de autonomía sobre sus cuerpos.