El pintor Francisco Zorrilla y Luna (1679-1747)

  1. SANCHEZ PORTILLO, PALOMA
Dirigida por:
  1. José Manuel Cruz Valdovinos Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 12 de enero de 2016

Tribunal:
  1. José Miguel Morán Turina Presidente
  2. Magdalena de Lapuerta Montoya Secretaria
  3. Virginia Albarrán Martín Vocal
  4. Leticia M. Frutos Sastre Vocal
  5. José Juan Pérez Preciado Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

La tesis está dedicada al pintor Francisco Zorrilla y Luna (1679-1747), natural de la villa riojana de Haro, pero que desarrolló prácticamente toda su carrera artística en Madrid, lo que justifica que su estilo entronque con la escuela madrileña de finales del siglo XVII, con la que se formó, recogiendo las influencias de los pintores cortesanos, nacionales y extranjeros, con los que coincidió en las primeras décadas del siglo XVIII. En el primer capítulo trazamos su biografía: los primeros años en su villa natal, la llegada a Madrid en fechas tan tempranas como 1698 y, tras los difíciles años de la Guerra de sucesión, su asentamiento en la Corte donde a lo largo de más de dos décadas se integró plenamente en la sociedad madrileña, haciéndose un hueco en su panorama artístico y donde realizó la mayor parte de sus obras, hasta su regreso a Haro en 1742. Nos ha preocupado especialmente relacionarlo con la sociedad de su época, interesándonos sobremanera conocer cuáles fueron los vínculos que mantuvo, al estar convencidos de que en muchos casos las personas de su entorno posibilitaron que fuese a él a quien se le encomendase un determinado trabajo. En cuanto a su actividad, nos ha resultado de sumo interés encontrarlo al frente de una Academia, establecida en su domicilio, así como la defensa que Francisco Zorrilla, entre otros, hizo de la Pintura como Arte liberal, pues vemos en ello el germen que, años más tarde, fructificó en la creación de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Tras un apartado dedicado a su labor como tasador, dedicamos los últimos capítulos al catálogo de su obra pictórica, estudiando las pinturas, dibujos para estampas, decorados teatrales y tareas de restauración por él realizados, destinados a una clientela diversa, pues trabajó para particulares, cofradías, ayuntamientos y, especialmente, para diversas órdenes religiosas, destacando las series dedicadas a santos de la orden trinitaria, tanto descalzos como calzados, así como las obras realizadas para el monasterio benedictino de San Martín de Madrid o de personas a él vinculadas, como los obispos de Mondoñedo, Osma y Almería. Nos hemos acercado a cada uno de estos trabajos desde una triple vertiente pues, además del análisis técnico e iconográfico de los asuntos representados, hemos intentado situar la obra en el contexto espacial e histórico para el que fue creada, así como determinar quién pudo ser su comitente y qué razones le llevaron a realizar el encargo a Zorrilla. Si tuviésemos que elegir dos obras entre las presentadas, sin duda escogeríamos su Autorretrato, fechado en 1734, y las pinturas murales que decoran el tambor y la cúpula de la basílica de Nuestra Señora de la Vega de Haro, realizadas en 1745, al considerarlas las mejores de su producción y que, además, sintetizan perfectamente su arte de pintor, tanto desde el punto de vista estilístico, al reflejar las huellas de quienes influyeron en la formación de su estilo, como teórico, al encontrar múltiples referencias a tratados artísticos que sin duda manejaba y conocía. Francisco Zorrilla y Luna es un pintor de sumo interés, merecedor con creces de esta monografía; la razón de que hasta hace pocos años fuera prácticamente desconocido estriba en el desdén mantenido hacia los pintores de su generación, a quienes se tachaba de no haber evolucionado en su estilo, sin tener en cuenta que en la mayoría de los casos tenían que ajustarse a lo que demandase el comitente pero, como esperamos poder demostrar, tanto el Autorretrato como las pinturas murales de Haro evidencian que Zorrilla asimiló los cambios producidos en el siglo XVIII.