La evolución del videoclip narrativola simbiosis orgánica del relato cinematográfico y el video musical en el videoclub
- TARIN CAÑADAS, MARTA
- Francisco García García Zuzendaria
- María Luisa García Guardia Zuzendaria
Defentsa unibertsitatea: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 2016(e)ko urtarrila-(a)k 15
- Patricia Núñez Gómez Presidentea
- Dolores Rodríguez Barba Idazkaria
- Rafael Linares Palomar Kidea
- José Sánchez Sanz Kidea
- Mario Rajas Fernández Kidea
Mota: Tesia
Laburpena
Desde la realización del considerado como uno de los primeros videoclips narrativos, Thriller (John Landis, 1983) a la actualidad han pasado casi cuarenta años y se puede afirmar que los vídeos musicales narrativos han sufrido una evolución acorde con los cambios, que también han experimentado otros formatos audiovisuales. Estos primeros videoclips, a los que se llamó dramatizados porque aprovechando la cobertura que les ofrece la canción, cuentan una historia siguiendo la narrativa audiovisual clásica estaban realizados por grandes directores de cine del momento, como John Landis o Martin Scorsese, que imprimían una estética fílmica y una puesta en escena muy cinematográfica. Pero curiosamente, el videoclip dramatizado de aquellos tiempos se caracterizaba por tener una doble estructura diferenciada: por un lado, un prólogo a modo de cortometraje y narrado sin música y, por otro, una segunda parte, que representaba el videoclip en sí, la puesta en escena musical. De esta manera, el vídeo quedaba dividido en dos: una parte completamente cinematográfica y otra completamente musical. En la actualidad, esa división prácticamente ha desaparecido en beneficio de una organicidad estructural única que fusiona ambas partes. El resultado es un videoclip fílmico que se organiza a modo de cortometraje pero que está acompañado de música y en muchos casos, de otros sonidos diegéticos. Por otro lado, el gran contenedor que es Internet y la posibilidad de visionar diferentes productos audiovisuales en una sola pantalla ha provocado también una hibridación entre los diversos formatos. El cine contemporáneo ha adoptado una estética del clip que ¿rompe con los grandes relatos en beneficio del eclecticismo (¿) la seducción y el cultivo de lo placentero por encima de la racionalidad o la coherencia del discurso¿. Por su parte, el videoclip también se ha nutrido de la estética y narrativa del cine actual que integra algunos imaginarios propios de la era de la hipervisivilidad. Esto es el cultivo de la imagen del exceso, la búsqueda del impacto a través de la exhibición de manera espectacular de la realidad, la violencia y la confrontación directa e impactante con el horror. A partir de los 90, el cine independiente retrata a un tipo de personaje que rompe con el sujeto mítico y heroico del cine clásico, caracterizándose por poseer rasgos como la inestabilidad, la ambivalencia o la inseguridad; y teniendo como meta la búsqueda de la propia identidad. Surgen así personajes borderline, con desdoblamientos de personalidad o psicóticos. Se trata de sujetos que viven al límite, desvalidos, que tratan de sobrevivir en una sociedad que parece haberles dejado a la deriva. Hay ejemplos muy recurrentes de esta tipología de personajes como Hannibal Lecter, en El silencio de los corderos (1991), el protagonista de El club de la Lucha (1999), que sufre una disociación mental; o el psicópata yuppie de American Psycho (2000). Este perfil de personajes también serán los individuos que pueblen la mayoría de historias representadas en los videoclips. Así, la representación espectacular del horror y la violencia y la densidad psicológica de los personajes serán algunas de las constantes del videoclip fílmico que comienza a desarrollarse a partir de los 90 y a consolidarse en décadas posteriores. Este tipo de videoclip narrativo con fuerte anclaje dramático y que toca los mismos imaginarios que el cine representa, se caracteriza por hacer uso constante de recursos expresivos cinematográficos como la incorporación de diálogos y otros sonidos diegéticos, montaje pausado haciendo uso de planos de mayor duración frente al ritmo acelerado en el montaje que caracteriza de manera genérica al videoclip. Se trata de un videoclip-cortometraje, un vídeo musical ¿mutado¿ que encuentra su mayor representación en las formas fílmicas y que se aleja de los parámetros de configuración habitual de este formato, como es la exaltación de la imagen y culto al cuerpo.