Propaganda de la guerrilla antifranquista (1939-1952)

  1. RECIO GARCIA, ARMANDO
Dirigida por:
  1. Mirta Núñez Díaz-Balart Directora
  2. Alejandro Pizarroso Quintero Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 02 de diciembre de 2015

Tribunal:
  1. Juan Francisco Fuentes Aragonés Presidente
  2. Pablo Sapag Muñoz de la Peña Secretario
  3. José Javier Rodríguez González Vocal
  4. Antonio César Moreno Cantano Vocal
  5. Ángel Bahamonde Magro Vocal
Departamento:
  1. Periodismo y Comunicación Global

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación aborda el estudio de la propaganda en el movimiento guerrillero antifranquista en España en los años 40. Desde una perspectiva interdisciplinar, basada en la Historia de España Contemporánea, la Historia de la Comunicación Social y la Historia de la Propaganda, analiza los procesos y sistemas de comunicación persuasiva desarrollados en las organizaciones guerrilleras contra el régimen de Franco. El estudio versa sobre la resistencia armada de los principales territorios de la península en los que la actividad guerrillera fue más acusada: León y Galicia, Asturias y Cantabria, Extremadura y Centro, Andalucía y, por último, Levante y Aragón. Desde la primera guerrilla organizada en 1942 en León-Galicia hasta la última en Levante y Aragón, la propaganda fue un elemento esencial de la actividad guerrillera. A través de más de una treintena de publicaciones periódicas, hojas sueltas y octavillas, las agrupaciones lanzaron sus mensajes e ideas a la población condensados en un discurso político teñido de republicanismo y de los valores asociados a dicho período (democracia, libertad, justicia, etc.). Además, llevaron a cabo también otro tipo de acciones propagandísticas encaminadas a explicar y persuadir a la opinión pública de cuáles eran sus objetivos, como la toma de pueblos, la pronunciación de arengas y mítines, la colocación de banderas republicanas o la realización de pintadas con consignas en fechas con especial valor simbólico. La finalidad de estas acciones, además de incluir un aspecto ligado directamente a la población y a su adhesión y atracción hacia las ideas y objetivos propugnados por la guerrilla, también era la de romper el bloqueo informativo al que la dictadura sometió al fenómeno del maquis. La segmentación de públicos realizada por los aparatos de propaganda guerrilleros fue un aspecto muy positivo de su esfuerzo en ambos sentidos. La actividad propagandística de la guerrilla también conllevó una actividad de contrapropaganda desde el régimen de Franco. El Gobierno utilizó la represión contra los miembros de la resistencia y, asimismo, contra su entorno. Los enlaces y puntos de apoyo, así como otras personas susceptibles de colaborar con la guerrilla fueron reprimidos con fines persuasivos, para aterrorizar y paraliza al resto de la población. Las autoridades franquistas también incluyeron en su repertorio de contrapropaganda la confección de octavillas destinadas a desmoralizar a los miembros de la resistencia, y la utilización de propaganda negra con la constitución de las contrapartidas -unidades formadas por guardias civiles y algún elemento civil disfrazados como guerrilleros para engañar a sus simpatizantes y cometer todo tipo de desmanes y crímenes en su nombre con el fin de desprestigiarles-. La desconexión entre las organizaciones guerrilleras no impidió la coherencia y similitud del discurso, así como los recursos empleados en su propaganda. La utilización correcta de algunas reglas de la propaganda como la de la simplificación ¿con mensajes sencillos, cortos y directos-; la del enemigo único ¿situando a Franco y Falange como principales objetivos-, o la de orquestación ¿repitiendo los mismos mensajes a través de canales distintos-, contrastó con la infrautilización de otras reglas como la de la unanimidad y el contagio. No obstante, sí hubo factores que generaron ruido y diferencias entre algunas de ellas debido a distorsiones derivadas de la composición ideológica de sus integrantes, como por ejemplo la existente entre las guerrillas asturianas ¿con una acusada presencia de militantes socialistas- y las levantinas ¿con un marcado predominio comunista-. Este hecho, unido a las distintas etapas de evolución en cada uno de los territorios, restó eficacia a la propaganda al no existir una coordinación general que hubiera rentabilizado aún más la comunicación persuasiva de las agrupaciones.