Aproximación a la melancolía. Una comparación entre dos perspectivasla freudiana y la cristiana
- Martín Fernández, Juan Domingo
- Julián Santos Guerrero Director
- Eduardo Chamorro Romero Director
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 06 de noviembre de 2015
- Alejandro Ávila Espada Presidente
- Nuria Sánchez Madrid Secretaria
- José María Álvarez Martínez Vocal
- Ricardo Pinilla Burgos Vocal
- Carlos Domínguez Morano Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
Introducción: La melancolía es la historia de nuestros traumas y pérdidas y constituye el fondo común de la naturaleza humana, un misterio filosófico donde se entrecruzan las grandes preguntas de la psicología con las de la religión. Objetivos: Comparar la visión que Freud desarrolla de la melancolía a lo largo de toda su obra con la que plantea la religión cristiana acerca de la salvación del pecado y de la muerte. También se investigan las soluciones para afrontarla desde cada lado en el terreno de la ética. Resultados: En la primera parte se explica que la melancolía es un mecanismo de identificación oral con un objeto resignado, cuya investidura libidinal tenía una base narcisista y regresa al Yo; así la pérdida del objeto se transforma en una pérdida del Yo. El objeto pasa a constituirse en instancia crítica (Superyó) que marca la moral y castiga sin piedad los impulsos agresivos del sujeto, bajo la forma de autorreproches impúdicos (que son proyectivos contra el objeto perdido, dice Freud). Esto significa que la moral remite a una identificación arcaica con objetos vengativos y es ¿puro cultivo de la pulsión de muerte¿, de modo que el melancólico goza de la libido en la forma masoquista, encontrando placer en el dolor. El mecanismo conforma el Yo y por ende la identidad y el carácter de los sujetos. La segunda parte expone cómo la religión cristiana no se puede vivir según el deseo narcisista, pues la experiencia de fe significa entrar en una relación dependiente con Dios que exige un esfuerzo de conversión, de aceptación y gratitud por los dones recibidos y una actitud de compartirlos con los prójimos, especialmente con los pobres. La experiencia cristiana es estructural y simbólica, y no la imaginaria de proyectar sobre el Otro la finitud melancólica. La revelación de Jesús es la encarnación de Dios mismo en la vida de los hombres, y la praxis evangélica llama directamente a la transformación de las estructuras del pecado y mal del mundo para liberarlo -es decir, redimirlo-, para hacer realidad material el plan original de Dios (la resurrección de la carne). La Nueva Alianza no se basa en códigos de conducta escrita, sino en la fe espiritual en que los pecados son perdonados, y que no importa el ¿siervo albedrío¿ de la finitud pues la fe socorre las fallas del hombre y la gracia actúa en la humanidad responsable de cada persona. El ejemplo es el de Cristo crucificado: el amor que lleva a dar la vida por el reino, perdona a los asesinos y, como muere al pecado y es resucitado por el Padre, reconcilia así lo humano y lo divino. Conclusiones: Ambas posiciones identifican la melancolía como la verdad del ser mortal inmanente. Para Freud la naturaleza humana está constituida por mociones inconscientes de vida y muerte donde la primera parece una postergación frágil de la segunda. En la doctrina cristiana, el hombre se aleja de Dios y cae en el pecado justamente por su narcisismo; sin embargo, el Padre es todoamoroso y no pone precio a la gratuidad de los dones que regala a sus hijos, aunque los hombres no lo puedan siquiera concebir. La resurrección de Jesús promete la liberación que sólo se puede comprender si existe fe, porque la razón no basta. Los frutos de la gracia se plasman en la predicación de este reino que simboliza la Buena Noticia de alegría y deja atrás las idolatrías e imágenes melancólicas en pos de la auténtica Verdad, trascendente y trascendental.