Giovanni Battista Crescenzi (Roma, 1577-Madrid, 1635) y la renovación de las artes durante el reinado de Felipe IV

  1. Val Moreno, Gloria Del
Dirigida por:
  1. Beatriz Blasco Esquivias Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 08 de enero de 2016

Tribunal:
  1. José Miguel Morán Turina Presidente
  2. Félix Díaz Moreno Secretario
  3. Fernando Marías Vocal
  4. Agustín Bustamante García Vocal
  5. Marco Pupillo Vocal
Departamento:
  1. Historia del Arte

Tipo: Tesis

Resumen

Giovanni Battista Crescenzi (Roma, 1577 - Madrid, 1635) es una figura capital del panorama artístico cortesano de principios del siglo XVII. Nacido en Roma en 1577, en el seno de una familia de patricios romanos cuyos ascendientes se remontan al siglo X, Crescenzi fue educado en un ambiente marcado por la profunda espiritualidad de su padre, Virgilio Crescenzi, y el gusto por la práctica artística. Las lecciones de dibujo recibidas del pintor Cristoforo Roncalli, además de su contacto con algunos de los principales arquitectos del momento, le permitieron adquirir los conocimientos y destrezas necesarios para sentar las bases de una sólida actividad, centrada en el estudio del dibujo como herramienta indispensable para la práctica de la pintura y la arquitectura, siguiendo la doctrina del teórico y arquitecto Leon Battista Alberti. Crescenzi supo transformar el diletto en una verdadera profesión, siempre dentro de los cánones que marcaba el decoro debido a la nobleza de su linaje. Su condición aristocrática marca forzosamente su actividad artística, primero como Sopraintendente del papa Paolo V y a partir de 1617, en la corte española. Una vez instalado en Madrid, participó en las principales fábricas emprendidas por la monarquía a comienzos del siglo XVII: la reforma de la fachada del Alcázar de Madrid, la reactivación de las obras del panteón del monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial (ejecutado según sus trazas y supervisión) o el palacio del Buen Retiro, en muchas ocasiones junto al arquitecto Alonso Carbonel, un colaborador indispensable. A partir de 1626, la presencia de Crescenzi en la corte se intensificó notablemente, consiguiendo dos importantes mercedes por parte del monarca: el marquesado de la Torre y el hábito de la orden de Santiago. Alentado por la protección del Conde Duque de Olivares y revestido con tales prebendas, Crescenzi alcanza el cénit de su carrera en octubre de 1630 con el nombramiento como Superintendente de las Obras Reales. Convertido en verdadero árbitro del gusto en la corte, su presencia fue requerida como experto en celebradas ocasiones tanto en el ámbito pictórico como arquitectónico. Su casa fue un museo de preciosas colecciones, como decía Ceán Bermúdez, una verdadera Academia frecuentada por Juan de Van der Hamen, Juan Fernández el Labrador y especialmente Antonio de Pereda, su criado y principal protegido, contribuyendo a la difusión en España de las novedades italianas planteadas en el bodegón y el paisaje. Mediante la recopilación, estudio y análisis de las principales fuentes literarias, documentales y bibliográficas para la investigación sobre Crescenzi, ofrecemos una nueva aproximación a su actividad artística, adoptando un enfoque global que integra las distintas facetas de su polifacética personalidad como noble pintor, arquitecto, coleccionista y mecenas, comprendiendo el análisis de sus dos principales etapas (italiana y española). La influencia ejercida por Crescenzi en el panorama artístico de la corte madrileña, coincidiendo con los últimos años del reinado de Felipe III y los primeros del rey Felipe IV, convierte su presencia en una importante vía de penetración de las novedades italianas del momento, ejerciendo como verdadero referente en materia artística e impulsando el cambio de gusto fraguado durante el reinado de Felipe IV que cristalizará en la arquitectura y la pintura barroca españolas de mediados del siglo XVII.