Memorias de la tierra que se secómigración y memoria del paisaje en Chalcatzingo

  1. Rivaud Delgado, Florencia
Dirigida por:
  1. Joaquín Arango Vila-Belda Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 23 de octubre de 2015

Tribunal:
  1. María Cátedra Tomás Presidenta
  2. Adela Franzé Mudanó Secretaria
  3. Ubaldo Martínez Veiga Vocal
  4. Pedro Tomé Martín Vocal
  5. Carlos Giménez Romero Vocal
Departamento:
  1. Sociología Aplicada

Tipo: Tesis

Teseo: 122735 DIALNET

Resumen

En los últimos 40 años el campo mexicano ha experimentado importantes transformaciones producidas por múltiples factores como la modernización del país, la transición demográfica y los cambios en la política económica. Uno de los aspectos más significativos de esta transformación ha sido el abandono de la agricultura, que fue hasta los años 80 el eje económico y social de la vida en los pueblos. El presente trabajo explora cómo estos cambios afectaron la relación entre estas sociedades y su espacio, cómo se produce el espacio en el México rural actualmente y cómo participa la migración en este proceso. Estas preguntas están inscritas en el marco teórico metodológico construido por aquellos que, desde distintas disciplinas, han puesto énfasis en la necesidad de comprender la mutua constitución entre espacio y sociedad. La construcción del espacio está determinada por macro procesos económicos y socioculturales, que dotan al espacio de su carácter rígido, tanto como por las prácticas del día a día, mediante las que los sujetos lo llenan de significados. A través de este proceso simbólico afectivo, los sujetos construyen un vínculo con sus lugares del que se desprenden los sentimientos de arraigo y pertenencia. Desde esta perspectiva teórica, los cambios en el campo mexicano pueden ser comprendidos como un cambio en la `territorialidad¿, entendida como la forma en que una sociedad produce su espacio en un momento histórico determinado, así como el vínculo entre sociedad y espacio que se desprende de ella. Para resolver estas preguntas realicé un estudio de caso en la comunidad de Chalcatzingo, destinada a reconstruir la transformación en el México rural a través de una investigación cualitativa. Las entrevistas estuvieron destinadas a recopilar `memorias de la tierra¿ y `discursos migratorios¿, que me permitieron conocer la forma en que los sujetos vivieron los cambios en su pueblo, así como en las prácticas y la forma de simbolizar el territorio. Las tierras de Chalcatzingo tuvieron una intensa vida agrícola desde el periodo prehispánico, cuando se asentó en ellas una importante cultura cuya principal fortaleza era la agricultura. Durante el periodo colonial fueron convertidas en una gigantesca hacienda cañera para regresar después de la Revolución a las manos de quienes las trabajaban. El Estado postrevolucionario colocó a la agricultura en el eje del desarrollo nacional y a lo largo del siglo XX destinó una gran cantidad de recursos a su crecimiento. Gracias a ellos, floreció en Chalcatzingo una modesta agricultura agrícola basada en el maíz y el tomate. Aquel pueblo agrícola permanece en la memoria de los chalcas como un pasado mitológico, el paraíso perdido de la infancia en el que, aunque abundaba la pobreza nunca faltaba la comida, los juegos y las fiestas. Aquel paraíso comenzó a desmantelarse en los años 80, cuando el modelo neoliberal puso fin al interés estatal en el desarrollo del campo y, con él, a los programas destinados a subsidiar la producción. Empobrecidos y sin subsidios, los campesinos intentaron enfrentar los avatares del libre mercado, pero convertida en un negocio de alto riesgo, la agricultura fue perdiendo su sentido. Pronto, la migración se convirtió en la respuesta más eficaz a la crisis agrícola. Los chalcatzingas se unieron al flujo migratorio México-Estados Unidos en la época clandestina y construyeron eficientes redes que pronto les permitieron estabilizar su economía. Sin embargo, tras la pérdida de la agricultura, no han sido capaces de reinventar su territorialidad. Atados por la fuerza de una memoria nostálgica y confundidos por la movilidad y los cambios en un espacio, no han podido transformar su topofilia en una fuerza creativa, capaz de reconstruir su perdido sentido del lugar.