Federalismo y descentralización fiscal en México (1990-2012)un análisis desde la teoría de la gobernanza
- Hernández Vera, David Eleuterio
- María Esther del Campo García Directora
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 18 de enero de 2016
- Francisco Javier Loscos Fernández Presidente
- Yanna G. Franco Secretaria
- José Manuel Tránchez Martín Vocal
- Diego Cano Soler Vocal
- Jesús Ruiz-Huerta Carbonell Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El funcionamiento contemporáneo del sistema federal mexicano ha estado condicionado por la centralización que se produce durante la formación y desarrollo del Estado posrevolucionario, tiempo durante el cual se sustituyeron las relaciones de coordinación y colaboración entre los actores políticos de los diferentes niveles de gobierno por relaciones de subordinación al gobierno federal. A partir de la estructura institucional establecida en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el federalismo mexicano pretendió establecer una rígida distribución de competencias ¿competencias fraccionadas¿ con la cuales se aspiraba a salvaguardar la autonomía de las tres niveles de gobierno. Sin embargo, desde su origen la distribución de competencias planteó un fuerte desequilibrio en favor del nivel federal que se contrapuso al esquema de federalismo dual al que se aspiraba en el diseño constitucional. El carácter autoritario del sistema político mexicano agudizó la centralización del poder en el nivel federal y condicionó el funcionamiento del federalismo, al volver inoperantes los procesos característicos del federalismo y establecer un modelo de relaciones intergubernamentales inclusivo y jerárquico vertical. De esta forma, el federalismo fiscal mexicano se caracterizó por la centralización de las principales competencias de gasto en el nivel federal. En lo que respecta a los ingresos, el gobierno federal mantuvo el control de las principales fuentes impositivas, sin embargo, a través de Sistema Nacional de Coordinación Fiscal se ha logrado articular un sistema de transferencias que permite compensar el desequilibrio vertical y que los niveles subnacionales reciban recursos suficientes para atender sus compromisos de gasto. Durante las últimas dos décadas del siglo pasado se llevaron a cabo diversas acciones para impulsar la descentralización, entre las que destacan, la transferencia de competencia de gasto a los gobierno estatales y municipales, así como el establecimiento de mecanismos de relaciones fiscales intergubernamentales, con el propósito de reactivar el funcionamiento del federalismo mexicano y hacer frente a los diversos problemas sociales y económicos que afectaban al país. Por otro lado, la transición democrática impactó paralelamente a las estructuras e instituciones del Estado al generar un mapa multipartidista en los tres niveles de gobierno, modificando los patrones de gobernación tradicionales que se articulaban en torno a un partido hegemónico, del cual dependían los gobernantes de todos los ámbitos territoriales. El proceso de descentralización fiscal ocurrido durante las última décadas del siglo pasado y la transición democrática provocaron una serie de efectos en la forma de gobernanza, en la medida que establecieron nuevos esquemas relacionales entre los actores de los tres órdenes de gobierno y obligaron a impulsar la cooperación y coordinación intergubernamental en la implementación de las políticas públicas. La gobernanza del sistema federal osciló entre un modelo vertical o inclusivo y un modelo superpuesto o interdependiente. El primero se caracteriza por el predominio del gobierno federal y la excesiva delimitación de competencias, y el modelo superpuesto o interdependiente se caracteriza por la coordinación intergubernamental para facilitar la cooperación y colaboración en el cumplimiento de los objetivos comunes de los diferentes centros de poder. Este último se asemeja a un federalismo cooperativo y articulado.