Sobre el origen y fundamento de la libre unidad de la razónuna investigación acerca del principio de finalidad trascendental

  1. Herrero Olivera, Laura
Dirigida por:
  1. Antonio Miguel López Molina Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 15 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Rafael V. Orden Jiménez Presidente
  2. Luisa Posada Kubissa Secretaria
  3. Cinta Canterla Vocal
  4. Julian Carvajal Cordón Vocal
  5. Jorge Pérez de Tudela Vocal
Departamento:
  1. Filosofía y Sociedad

Tipo: Tesis

Teseo: 139983 DIALNET

Resumen

El sistema kantiano acoge en su desarrollo múltiples dicotomías que afectan a la estructura misma de la razón. Por un lado se reconocen dos etapas bien diferenciadas en la exposición de su teorías, la etapa precrítica y la etapa crítica; por otro lado dos son los usos posibles de la razón: el uso teórico y el uso práctico, el primero orientado al conocimiento de la verdad, el segundo dirigido a hacer real un objeto; además, la propuesta de conocimiento kantiana, se basa en la distinción entre fenómeno y noúmeno. Partiendo de la experiencia del primero y, gracias a la subjetividad trascendental, podemos llegar a formular una ciencia universal y necesaria, pero ese conocimiento es imposible respecto del noúmeno que solo podemos pensar. Kant expresa continuamente su interés en presentar un sistema cerrado. Especialmente en el caso de la razón, ha de asegurarse su unidad. En la Crítica de la razón práctica esa unidad es garantizada por la libertad, que se convierte en piedra angular de todo el sistema. Entender el papel de la libertad en el uso teórico de la razón es la clave para valorar si el cierre de sistema se ha cumplido. En la Crítica del Juicio la propia explicación de la experiencia reclama unas leyes que, más allá de su expresión científica, universal y necesaria, nos llevan a un fundamento nouménico que estará a la base de cualquier uso posible de la razón. El objetivo principal de mi estudio es mostrar el cierre del sistema kantiano, es decir la complementariedad de las dicotomías anteriormente referidas para ofrecer una explicación de la realidad y el conocimiento, como expresiones de una única razón. En términos kantianos, las dicotomías serían una ratio cognoscendi del propio sistema, la forma necesaria de conocer la naturaleza, pero no una división interna, una ratio essendi, de las realidades mismas con que nos ocupamos. En la etapa precrítica hallamos ya rasgos peculiares del pensamiento posterior, como la necesidad de delimitar los modos de conocimiento de las diversas ciencias, y la crítica a la filosofía dogmática. Pero el tema que surge en este periodo y que se convierte en hilo conductor de mi estudio es el principio de causalidad que Kant anuncia como un problema a resolver, pues es difícil entender la conexión necesaria que se pueda dar entre dos sustancias. La causalidad y la libertad exigen una investigación conjunta, pues la segunda es una forma más de causalidad natural referida a la voluntad, para la que habremos de investigar su ley. El estudio de esa ley propia de la libertad exige tratar la finalidad trascendental, que nos servirá de orientación para encontrar el principio universal de moralidad para el ser humano. El fin propio del hombre es la felicidad, sin embargo no sabemos con precisión qué es esta felicidad, cuáles son sus contenidos, por lo que los principios que nos llevan a perseguirla no nos pueden ofrecer máximas universales y necesarias. Al igual que para el conocimiento son las proposiciones sintéticas a priori las que garantizan el acceso de la matemática y la física al camino seguro de la ciencia, así también una proposición sintética a priori será la que fundamente para la moral su condición de universalidad y necesidad. El imperativo categórico es esa proposición sintética a priori que habrá de realizarse en la acción. Pero no siempre la ley consigue un acceso inmediato a la voluntad del ser humano. Por ello he dedicado especial atención a cómo resuelve Kant esta exigencia de un principio que, partiendo de lo nouménico, exige su aplicación en lo fenoménico, pasando antes por una voluntad que ha de asumirla como máxima. Para ello he creído encontrar en el respeto y en la dignidad de ser feliz dos claves que como la intuición a priori y las categorías en el ámbito del conocimiento, garantizan esa unión entre lo fenoménico y lo nouménico.