Extensión y posición del Simbolismo español en las afueras del Modernismo catalán

  1. UGARTE ORTEGA, ANGELICA
Dirigida por:
  1. Luis Jaime Brihuega Sierra Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 18 de enero de 2016

Tribunal:
  1. María Dolores Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz Presidenta
  2. Javier Pérez Segura Secretario
  3. Julián Díaz Sánchez Vocal
  4. Wifredo Rincón García Vocal
  5. Concha Lomba Serrano Vocal
Departamento:
  1. Historia del Arte

Tipo: Tesis

Resumen

Extensión y posición del Simbolismo español en las afueras del Modernismo catalán, es una exploración del arte español más profundo, negro, nocturno, fúnebre, primitivo, regional, quietista, obsesivo, castizo, flamenco y fatal. Un Simbolismo (en ocasiones) también cosmopolita, decorativista, esteticista y déco. Simbolismo español mitológico, legendario y wagneriano. Paisajista, crepuscular, melancólico y nihilista. La versión española de la poética simbolista es una compleja convivencia de componentes y contaminaciones. Pese a estas complicaciones, se trata de un momento artístico único, bello y terrible. La influencia del Simbolismo en España se hace notar con cierto retraso y la cronología difiere de los ejemplos del resto de Europa. En el caso español nos movemos entre los años 1890 y 1930. Se ha distinguido un primer núcleo aventajado en Barcelona, con nombres propios como el de Rusiñol y el círculo de los Llimona. Posteriormente los artistas del entorno de Valle-Inclán y su tertulia en el madrileño Nuevo Café de Levante se convertirán en otro exponente que aglutine a artistas diversos. Las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes y la repercusión crítica, también añaden información del impacto simbolista en el arte español. Además del núcleo madrileño existe un conjunto de referentes periféricos y artistas olvidados igualmente relevantes. Las fuentes de inspiración miran al Renacimiento, los Primitivos italianos o los Prerrafaelitas ingleses. Existen problemáticas, convivencias y diferentes ingredientes que se suman al discurso del Simbolismo español. El Modernismo, la Generación del 98, la confrontación España Negra - España Blanca, Regionalismos, los Nacionalismos históricos, Orientalismo, Flamenquismo, Esteticismo, Wagnerianismo o el paisaje, revelan señas simbolistas. Una complicación añadida a su definición, es la falta de unidad estilística o unas características visuales siempre repetidas. Es importante prestar tención a los contenidos de fondo para distinguir puntos de encuentro comunes. Eso sí, los artistas españoles recibieron estas ideas e influencias de manera muy personal. Pensamos en Miquel Viladrich, los Zubiaurre, Anselmo Miguel Nieto, Federico Beltrán Massés, Zuloaga o Julio Romero de Torres. Observando las obras simbolistas, se subraya una actitud común en estos artistas. Este talante es clave para trazar un hilo conductor entre los autores. Las formas varían, los significados se solapan y las señas visuales se alteran al no responder a unos cánones siempre fijos. Por ello, es la actitud lo que une a los pintores, escultores y literatos. Decadentismo, Dandysmo, Ocultismo o Esoterismo, son piezas añadidas a esta amalgama artística. El simbolista accede y cultiva un universo enigmático, turbador y lírico. Es la vía para abandonar lo rutinario. El artista prefiere ensimismarse y regodearse en la creación. Una actitud poética compartida conecta a los simbolistas y dandys en el cambio de siglo. Ser simbolista significa trascender más allá de la vida cotidiana. Los contenidos y significados comunes son los que unen a los artistas de la onda decadente. El Simbolismo no es un movimiento, estilo o círculo artístico compacto. Ser un dandy es ante todo una actitud vital, artística y poética. Es una revolución individual, íntima, privada e intransferible. Una lucha silenciosa, idealista, contemplativa y pasiva. Ser decadente es evadirse o refugiarse en la creación artística. Alejarse de la realidad visible, abandonarse con delectación narcisista y narcotizarse en los paraísos artificiales. Volcar la creación artística en la vida y ser incómodo por no acatar ciertos convencionalismos sectarios, vulgares e incomprensibles. Refugiarse en los paraísos sensoriales (también sensuales y sexuales) y sus ambientes inexplicables o flotantes. Espacios estéticos donde los paraísos simbolistas dialogan estrechamente con los infiernos.