La cultura como espíritu objetivo y el problema de la vidaun análisis crítico desde la idea antropológico-filosófica de la tercera posición

  1. García Pérez, Natalia Sofía
Dirigida por:
  1. Juan Bautista Fuentes Ortega Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 02 de junio de 2017

Tribunal:
  1. Ramón Rodríguez García Presidente
  2. María José Callejo Hernanz Secretaria
  3. Remedios Ávila Crespo Vocal
  4. Florentino Blanco Trejo Vocal
  5. Tomás Pollán Vocal
Departamento:
  1. Lógica y Filosofía Teórica

Tipo: Tesis

Resumen

Este trabajo tiene por objeto analizar críticamente, a partir de la idea antropológico-filosófica de la tercera posición», las relaciones problemáticas existentes entre «la cultura como espíritu objetivo» y la condición genérico-natural o genérico-viviente del ser humano. Para ello se comienza estableciendo una conexión objetiva entre el concepto hegeliano de espíritu objetivo y su utilización por parte de Georg Simmel. Se sostiene que el «principio» de la universalidad anejo a dicho concepto, a la vez que revoca la individualidad, no logra conjugarse con su haber-llegado-a-ser o con su origen, en el sentido de su comienzo». Frente esta construcción fallida, se presenta un desarrollo propio de la idea antropológico-filosófica de la tercera posición propuesta por Juan B. Fuentes. Esta idea hace posible fundar trascendentalmente la universalidad humana en la estructura triposicional de la «interacción entre ausentes», la cual sólo ha podido llegar a establecerse, desde un punto de vista genético, a partir de la individualidad biológica, a la que sin embargo no ha revocado, sino que ha constituido como individualidad específicamente personal.La conexión objetiva existente entre el concepto de espíritu objetivo de Hegel y su utilización por parte de Simmel se encuentra determinada por la subsunción de las relaciones de trabajo bajo las relaciones de intercambio, que Simmel identifica con la autonomía de la esfera económica. Esta subsunción conduce a fundar las relaciones intersubjetivas en una totalidad socio-política que las antecede y a cifrar la dimensión universal de la acción individual en su identificación con la propia totalidad. Con ello, la individualidad, fundada en la condición natural o viviente del ser humano, se ve incorporada en una suerte de vida genérico-indiferenciada. La ficción antropogénica mediante la que Hegel busca conciliar esta totalidad con su «comienzo» resulta funcionalmente equivalente a la solución que del mismo problema ofrece Simmel en su interpretación del estadio inicial en el que arranca el proceso de diferenciación social y cultural. Ambos autores reiteran en ese comienzo el principio de la universalidad bajo la forma de su negación, atribuyendo esa inicial no-regencia del principio al hecho de que la individualidad todavía no hubiera sido entonces revocada, y concediendo al trabajo un papel determinante en el paso de uno a otro estadio. El carácter fallido de la construcción teórica de este «comienzo» coincide con su incompatibilidad con el evolucionismo. Frente a esta ficción, se sostiene que la universalidad originaria del ser humano únicamente pudo llegar a constituirse, a partir de la acción individual zoológica, en virtud de una determinada estructura de las «relaciones de producción» previas al intercambio ¿entendidas en un sentido amplio como relaciones de cultivación de la naturaleza¿. Así, la superación de la limitación de la acción zoológica al aquí-ahora se produce con la inserción de su acción en una interacción entre sujetos mutuamente ausentes, en la que el aquí-ahora se ve mediado, en virtud de la «imaginación subjuntiva», por el afuera de la tercera posición. En virtud de esta interacción de estructura triposicional se constituye el mundo humano en la forma de una «totalidad social» universal e histórica constitutivamente abierta al tercero, en el marco de la cual «espíritu» significa, para cada individuo, la posibilidad de establecer una relación personal (propiamente individual) con cualquier tercer individuo personal posible. Esta idea de la tercera posición se desarrolla partiendo de un análisis crítico de la concepción sociológica del «tercero» (Simmel, Litt, Berger & Luckmann, J. Fischer, G. Lindemann) y de la reconstrucción de una determinada biología filosófica que sintoniza con la concepción de la evolución de J.M. Baldwin. Finalmente, la propia idea de la tercera posición se desarrolla a partir de una crítica a la idea de la posicionalidad excéntrica del H. Plessner.