En busca de una identidad modernaOcio urbano en La Habana del siglo XIX (1844-1868)

  1. AMIGO REQUEJO, ANA
Dirigida por:
  1. Miguel Ángel Castillo Oreja Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 17 de enero de 2018

Tribunal:
  1. Fernando Checa Cremades Presidente
  2. Estrella de Diego Otero Secretaria
  3. Antonio E. de Pedro Robles Vocal
  4. Inmaculada Rodríguez Moya Vocal
  5. Alfredo José Morales Martínez Vocal
Departamento:
  1. Historia del Arte

Tipo: Tesis

Resumen

El presente trabajo gira en torno a tres conceptos clave: modernidad, identidad y ocio, que en el caso concreto de La Habana funcionan en perfecta sinergia y resultan fundamentales a la hora de evaluar la realidad urbana y social del siglo XIX. Estos tres niveles de lectura han definido tanto nuestra postura metodológica como la elección del itinerario a partir del cual se ha construido el índice y la redacción de los capítulos. Esta tesis doctoral demuestra, en primer lugar, el deseo que existe en la sociedad cubana decimonónica por legitimar su identidad en parámetros de modernidad, frente a la tendencia generalizada, tanto en las grandes capitales europeas como en los países latinoamericanos recién independizados, de forjar una imagen nacional en torno al pasado y no al futuro. La misma dinámica contradictoria se percibe también en la propia construcción de la clase alta habanera: aunque nominalmente el colectivo de la sacarocracia pertenecía en muchos casos a la nobleza peninsular, su deseo fue siempre el de identificarse culturalmente con la experiencia burguesa para encajar en el sistema capitalista. En este sentido, la esclavitud se convirtió, por una parte, en el medio que le dio a Cuba acceso al mundo moderno y, al mismo tiempo, supuso el mayor obstáculo a la hora desarrollar una identidad propia que encajase con el nuevo papel decisivo que había pasado a ocupar en el mercado mundial. De este modo, el ocio urbano se convierte en el principal medio a través del cual La Habana elabora y justifica su pertenencia a la modernidad, un diálogo que, dadas las particularidades del sistema esclavista, se establece exclusivamente a partir de dinámicas de gasto, frente a la dialéctica producción/consumo que se observa en otras grandes metrópolis decimonónicas. En este sentido, La Habana plantearía una forma inédita de entender la economía capitalista y, consecuentemente, una manera propia de experimentar la modernidad: a través de una amplísimo catálogo de infraestructuras de ocio que se desarrolla en términos de exclusividad, sin el balance moral de la fuerza de trabajo, invirtiendo la noción productora capitalista de la ciudad que hasta ahora se ha venido defendiendo en la historiografía. Por último, paralela al proceso de gestación de una nueva identidad, así como al desarrollo urbano de una serie de iniciativas de ocio que respondían a esta transformación, es posible registrar, en La Habana de mediados del siglo XIX, la puesta en marcha de un conjunto de políticas visuales que acompaña estos cambios y pone de manifiesto su particular forma de relacionarse con la modernidad y el capitalismo, una economía libidinal que castigaba y celebraba, a partes iguales, la parte maldita. Se trata ésta de una narrativa basada en el exotismo y la reducción de la alteridad a fórmula de consumo, originada en el deseo extranjero, que Cuba acabaría por convertir en parte indispensable de su imaginario nacional, reconciliando así dos elementos tradicionalmente contrarios como son la visión y los sentidos. No obstante, en este acto de basar su identidad en la mirada del Otro, la Isla quedó atrapada en un cliché que perdura en nuestros días y que deja al margen muchas de las facetas esenciales de su idiosincrasia, facilitando simbólicamente la inminente transición entre la administración colonial y la gestión de su país vecino a partir de 1898.