La narrativa de Andrés Riverapoética del pentimento

  1. SIMONIT, GRACIELA LILIÁN
Dirigida por:
  1. Teresita Lidia Mauro Castellarín Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 29 de octubre de 2015

Tribunal:
  1. María del Rocío Oviedo Pérez de Tudela Presidenta
  2. Cristina Bravo Rozas Secretaria
  3. Virginia Gil Amate Vocal
  4. Matías Barchino Pérez Vocal
  5. Teodosio Fernández Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El presente trabajo examina determinados procedimientos que definen la estética de Andrés Rivera, cuyas bases se asientan en la experiencia histórico-política ¿enunciada en distintas versiones de la derrota. El propósito general consiste en analizar la reescritura, el anacronismo, la fragmentación, la intertextualidad, la repetición, el silencio, recursos propios de una escritura que apela a la interrogación histórica, la memoria, el poder, la violencia, la materia autobiográfica y la literatura. Se estudian dos géneros clave: la (auto)biografía ficcional y la ficción (auto)biográfica. Ambas categorías permiten esgrimir hipótesis sobre la relación entre ficción y verdad y sobre el concepto de literariedad. El marco teórico se define desde la perspectiva de filósofos y críticos como W. Benjamin, A. Badiou, G. Didi-Hubermann, A. Huyssen, F. Aínsa, C. Fernández Prieto, L. Arfuch, E. Berg, J. Bracamonte, J. Oleza, R. Piglia, entre otros. Para Rivera, reescribir es una operación discursiva relevante. Las acciones de corregir, reelaborar, al insertarse en el interior de sus narraciones, se constituyen en los relieves característicos de la textura interrogativa y repetitiva. Su peculiaridad, por ello, es borrar el error y conservar su huella ¿su pentimento- para que nadie lo olvide. Hacia 1970, sus experimentaciones vanguardistas no alteran el carácter político de sus textos aunque marcan un rasgo distintivo. Su alejamiento del realismo socialista se advierte en las narraciones de 1982. Desde la configuración de un material autobiográfico y biográfico familiar y político, arriba a las ficciones históricas. La reflexión sobre la historia constituye la esencia de su práctica. Rivera recorre tres ciclos escriturarios; en cada uno de ellos, esa reflexión adopta distintos modos de narrar. La confluencia de historia y literatura produce un texto heterogéneo, desde un texto previo (dato histórico) y de un texto poético que lee los avatares del presente deslegitimando el relato oficial. En este sentido, el lector de estas ficciones no puede eludir la materia ni el discurso historiográfico. En los textos autobiográficos emplea los mismos dispositivos. En ellos, Rivera invierte la dirección del proceso reflexivo: del presente se distancia para inmiscuirse en su pasado. En este proceso tiene cabida el ejercicio pleno de la memoria individual y colectiva, zonas de autenticidad. La historia, en su escritura lacónica, se articula con la memoria mediante el anacronismo. Incluso la voz narradora deja la huella de la memoria y su intento arduo por reconstruir la genealogía familiar, política, literaria, para reivindicar la voz del Otro, o de quienes no tienen voz. Las voces de esta narrativa hablan desde un lugar adverso: están enfermos o viejos o solos, recluidos o fracasados y el lenguaje es su herramienta de examen y único medio para conectarse con los restos de vida. El narrador se descentra para indagar ¿los males que aquejan a la Nación Argentina¿, el poder, el capitalismo, las problemáticas europeas del siglo XX. Rivera asume la posición de escritor político y recupera el siglo XIX, romántico y liberal, para confrontar con esas ideas desde la problemática de su presente. Siguiendo esta idea, se explica la presencia constante en su obra de Domingo Sarmiento, el político sagaz, despiadado, el genial escritor romántico, con quien se establece un diálogo público e íntimo desde las ruinas de los vencidos. El propulsor de la fórmula civilización y barbarie es reconstruido en estas narraciones para señalar la vigencia de la ideología decimonónica. En efecto, la relación de la poética de Rivera con la historia, con los tiempos discordantes, prueba la relevancia que el entramado pasado/ presente adquiere en su obra. El ejercicio de la escritura y la memoria discurren en un texto político que estalla en mil pedazos, porque no puede ni desea que se los reúna desde una única mirada.