El valor de la antigüedad en la formación de los arquitectos españoles pensionados en Roma (siglos XVIII y XIX)

  1. GARCÍA SÁNCHEZ, JORGE
Dirigida por:
  1. José María Luzón Nogué Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 06 de julio de 2005

Tribunal:
  1. Julio Mangas Manjarrés Presidente
  2. Delfín Rodríguez Ruiz Secretario
  3. Beatrice Cacciotti Vocal
  4. Pilar González Serrano Vocal
  5. Pedro Moleón Gavilanes Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 125382 DIALNET

Resumen

La tesis propuesta estudia el desarrollo del sistema de las pensiones concebidas por la Academia de San Fernando o el monarca para que los discípulos de Bellas Artes completaran su aprendizaje en Italia. Desde mediados del siglo XVIII muchos jóvenes españoles partieron hacia Roma con este fin, ya que en la capital pontificia se estaba moldeando un nuevo gusto artístico que recuperaba los modelos de la Antigüedad, el neoclasicismo, que atraía a la ciudad a los mejores artistas de Europa. Para los arquitectos el viaje a Roma constituía una de las experiencias más importantes de su carera, pues les ponía en contacto directo con el mundo de las ruinas antiguas, de los monumentos grecorromanos, además de permitirles integrarse en los ambientes académicos romanos y conocer a los anticuarios y arqueólogos más célebres del momento. A fin de demostrar sus progresos, anualmente los pensionados enviaban a la Academia obras correspondientes a su especialidad: esculturas, copias de cuadros de los grandes maestros renacentistas, y dibujos arquitectónicos de los vestigios romanos. Gracias a estos envíos, y a la documentación existente de los pensionados de arquitectura, podemos ahondar en la historiografía de destacados monumentos de la ciudad del Tíber, conocer los intereses académicos del momento y los arquetipos constructivos de los siglos analizados. De regreso a España, los pensionados aplicaban en sus propios proyectos la lección que habían extraido de la Antigüedad, consecuencia de lo cual poseemos en Madrid edificios como el Museo del Prado (obra de Juan de Villanueva) o el que alberga la Biblioteca Nacional y el Museo Arqueológico Nacional (de Francisco Jareño). Si en el siglo XVIII los arquitectos de Roma únicamente estudiaban los monumentos clásicos, la transformación del pensamiento arquitectónico en el XIX propició que las nuevas generaciones de pensionados prestaran mayor atención a las edificaciones medievales y renacentistas, si en