El Infante don Fadrique y la estela del arte suabo en el Reino de Castilla en la segunda mitad del siglo XIII

  1. MOLINA LOPEZ, LAURA
Dirigida por:
  1. María Victoria Chico Picaza Directora
  2. Juan Carlos Ruiz Souza Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 11 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Javier Martínez de Aguirre Presidente
  2. Olga Pérez Monzón Secretario
  3. Teresa Laguna Paúl Vocal
  4. Francesco Violante Vocal
  5. Carlos de Ayala Martínez Vocal
Departamento:
  1. Historia del Arte

Tipo: Tesis

Resumen

Don Fadrique de Castilla fue el segundogénito de Fernando III y Beatriz de Suabia, para quien había sido prevista la herencia materna del ducado de Suabia. Con el fin de reclamar el legado de su madre Fadrique emprendió su viaje hacia la corte imperial de Federico II, permaneciendo en la misma entre 1240 y 1245, momento en el cual, el infante abandonó la corte del emperador sin previo aviso para pasar a Milán, principal enemigo del bando gibelino y, después, regresar a Castilla. Una vez en Castilla, Fadrique participó en la conquista de Sevilla, recibiendo amplios territorios en el norte de la ciudad. En el área del actual Convento de Santa Clara estableció su residencia, erigiendo en su interior una torre exenta conocida como Torre de don Fadrique que, según la inscripción ubicada sobre la puerta, se construyó en el año 1252. El modelo arquitectónico al que se ajusta es ajeno a la arquitectura civil castellana del siglo XIII, sin embargo existen correspondencias con una estructura muy difundida en Italia: la torre nobiliaria. Esta primera analogía ha llevado al estudio de las relaciones artísticas entre ambos países configurándose en este volumen un corpus heterogéneo y complejo de obras de arte que engloban la mencionada torre, la Capilla Real hispalense y las tallas marianas vinculadas a ella, el ajuar funerario de Beatriz de Suabia o las Cantigas de Santa María. El presente trabajo contiene una biografía del infante Fadrique y una detallada reconstrucción de su itinerario italiano entre los años 1240 y 1245, ofreciendo además un análisis del paisaje monumental por él observado, haciendo hincapié en la arquitectura oficial y simbólica de Federico II. El estudio de esta arquitectura oficial del emperador ha llevado a proponer un itinerario no documentado por las fuentes escritas, pero sí por las analogías artísticas existentes entre las construcciones más sobresalientes de Federico II y la Torre de don Fadrique, sugiriendo nuevas etapas en el itinerario de Federico II y aportando datos para afinar la cronología de algunas construcciones por él promovidas. Se propone la inspiración de la Torre de Fadrique en el modelo de la torre nobiliaria de amplia difusión en Italia, siendo puesta en tela de juicio su tradicional filiación francesa. Por ello, siendo esta torre la construcción más antigua llevada a cabo en Sevilla tras la reconquista de la ciudad, se puede afirmar que la entrada del gótico en este territorio se produjo por vía italiana de la mano de Fadrique y no a través de modelos franceses, aunque bien es cierto que décadas después ambas corrientes convergerían. También se analiza cómo el arte suabo pudo condicionar algunas de las promociones artísticas más destacadas de Alfonso X y cómo el papel de Fadrique en ellas fue fundamental. Para la Capilla de los Reyes de Sevilla se propone la inspiración en el ¿Cimitero dei Re¿ de la Catedral de Palermo y se pone en evidencia la existencia en este contexto funerario de piezas procedentes del entorno imperial como el ajuar nupcial de Beatriz de Suabia o regalos diplomáticos como la Virgen de las Batallas. Por otro lado, las Cantigas de Santa María contienen una serie de milagros acontecidos en ciudades italianas identificadas mediante sus obras de arte, como el púlpito de Nicola Pisano en Siena o el portal septentrional de la Catedral de Foggia. Todos estos proyectos alfonsíes se vinculaban con el proyecto imperial del rey Sabio y coincidieron cronológicamente con la vuelta de Fadrique a Castilla, tras su segundo viaje, a finales de 1271 y con el reconocimiento formal de Alfonso X como emperador por el Común de Milán en octubre del mismo año. Todos los aspectos abordados en esta investigación prueban la importancia de Fadrique en las relaciones artísticas y diplomáticas que se dieron entre Castilla y el Imperio en el siglo XIII, aproximándose a su estudio desde una perspectiva renovada y abierta.