El pensamiento anti-moderno de Rafael Gambradrama del hombre, silencio de dios y crisis de la historia

  1. Alvear Téllez, Julio
Dirigida por:
  1. Rogelio Rovira Madrid Director

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 20 de diciembre de 2018

Tribunal:
  1. Juan José García Norro Presidente
  2. Ramón Emilio Mandado Gutiérrez Secretario
  3. María Carmen Fernández de la Cigoña Cantero Vocal
  4. José Joaquín Jerez Calderón Vocal
  5. Juan Cayón Peña Vocal
Departamento:
  1. Lógica y Filosofía Teórica

Tipo: Tesis

Resumen

En la presente investigación se estudia la filosofía antimoderna de Rafael Gambra (1920-2004). Ella viene a suplir un vacío, cual es, conocer el pensamiento de uno de los filósofos españoles más relevantes y originales de la segunda mitad del siglo XX. Aquí se identifican sus principales tesis, se miden sus alcances, se descubren sus aportes diferenciales. Siendo la primera tesis doctoral que se presenta sobre el autor, se han debido sortear algunas dificultades. Primero, su filosofía es insuficientemente conocida. Segundo, se trata de un pensador no sistemático, por lo que la investigación ha tenido necesariamente que recomponer su pensamiento, disperso en todos sus detalles y matices en multiplicidad de fuentes. Metodológicamente, es ésta una investigación sistematizadora, interpretativa y crítica, en cuanto explora todas esas fuentes, formula las ideas centrales, determina su sentido y alcance, evalúa su significado científico y las anuda desde un enfoque específico: el pensamiento ¿anti-moderno¿. El resultado se expone en cuatro capítulos. En el capítulo primero se entrega la visión general. Se parte delimitando el pensamiento ¿anti-moderno¿ con un contrapunto con las tesis de pensadores contemporáneos que se han preocupado del problema: Blumenberg, Marramao, Gauchet, Bauman y Corrêa de Oliveira. Luego, se identifican los tres presupuestos desde los que Gambra aborda la materia, donde la Modernidad aparece como ¿contra-cultura¿. A continuación, se expone el desenvolvimiento filosófico y el desarrollo histórico de la Modernidad, en su génesis, su consolidación y su crisis. El racionalismo, como postura teológica, epistemológica y filosófica, es, para Gambra, el sistema central de la Modernidad. Se impuso primero en las ideas, y a partir del siglo XIX en los hechos, con todas las dificultades correlativas. Al fin del proceso, se ha destruido el mundo antiguo y se le ha sustituido por una Modernidad que también se disgrega. En los próximos capítulos, se exploran los tres grandes ámbitos donde el aporte de Gambra se percibe en toda su profundidad y originalidad: la persona humana, la relación con Dios y la crisis terminal de la civilización occidental. En las temáticas referidas a la persona humana, se aborda la situación en que ha quedado ésta en su vida individual y social, en virtud de las hondas alteraciones que ha impuesto la Modernidad. La conclusión esencial en este punto es que la Modernidad ha vuelto imposible la verdadera sociedad humana, a través de una serie de artificios que operan como una ¿anti-metafísica¿ social. Todo esto produce un drama personal en el hombre moderno, al que no le es dable vivir en sociedad. De ahí las diversas ¿huidas¿ a las que se ve empujado, y que no son más que escapes de lo humano. El segundo ámbito de análisis es la relación de la sociedad política con Dios. De la suma presencia del Dios cristiano en el mundo de los hombres se ha llegado a su expulsión en las sociedades políticas occidentales. Gambra analiza el proceso destacando sus dos extremos: lo que llama ¿Reino¿ y lo que designa como ¿Exilio¿, que es el mundo político del presente, donde Dios ha quedado en silencio. En el tercer y último ámbito de estudio dice relación con la crisis de la Historia. En él se analiza la aceleración de la temporalidad histórica que la Modernidad ha impuesto en los dos últimos siglos. Particular importancia da Gambra al ¿Progreso de la Historia¿ como mito basal y a los ¿vientos de la Historia¿, como destrucción de la temporalidad humana. El resultado más característico de aquella destrucción es la crisis de la Civilización contemporánea. Una civilización que se caracteriza por llevar a su cumbre la ¿edad de la Revolución¿, por consolidar sistemas anti-naturales e insolidarios, por sustituir la verdad por los ¿valores¿, por alimentar la delicuescencia universal. Se trata, en fin, de una civilización que pone fin a la civilización.