Competencia parental y discapacidad intelectualun estudio comparativo de familias

  1. Contreras Fernández, Valentina Lorena
Dirigida por:
  1. Dolores Izuzquiza Gasset Director/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 25 de julio de 2013

Tribunal:
  1. María Asunción Camina Durántez Presidente/a
  2. Rosario Cerrillo Secretario/a
  3. María del Carmen Carpio de los Pinos Vocal
  4. Castellar López Guinea Vocal
  5. Araceli del Pozo Armentia Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Al revisar la historia de la humanidad, pareciera que los grupos familiares forman parte de ella como un aspecto inherente a nuestra existencia. Incluso resulta difícil delimitar aspectos como su origen o los motivos o circunstancias de su creación, pero lo que sí es evidente, es su influencia y sobre todo las sucesivas transformaciones que ha experimentado la familia en el tiempo, producto de los constantes cambios universales a nivel social, laboral, demográfico o político. Acontecimientos históricos y sociales como el ingreso de la mujer al ámbito laboral, el control de la natalidad o el reconocimiento de otras formas de unión como el matrimonio homosexual, no sólo por parte de la sociedad sino también desde el punto de vista legal como es el caso de España y otros países, han contribuido a la transformación de la que durante muchos años se ha considerado la institución básica y fundamental de la sociedad, afirmando la opinión pública y la literatura el peligro en el que se encuentra la familia como tal, producto de los cambios ya mencionados. A pesar de dichos cambios, hablar de familia es inevitablemente hablar de grupo, de interacción, de relaciones interpersonales, de personas que comparten ya sea objetivos en común o simplemente un espacio, o una unión tan pragmática como la consanguineidad o tan abstracta y sujeta a cambios como el deseo de formar un proyecto de manera conjunta. Con independencia de creer o estar de acuerdo en que la familia está en riesgo, no se puede poner en duda el o los roles que ésta lleva a cabo, pues es la única institución a la cual se le puede atribuir al mismo tiempo las tareas de ser el primer grupo de referencia para una persona, ocuparse de la satisfacción de necesidades físicas, biológicas, económicas, cognitivas, espirituales y sociales de sus integrantes, ser un agente mediador y regulador en las situaciones difíciles y de toma de decisiones, ser por excelencia el primer agente promocionador y protector de la infancia y ser, si bien no el único, el principal modelador del comportamiento humano de quienes forman parte del grupo familiar, radicando la diferencia entre cumplir o no estos roles en estar frente a una familia ¿nutritiva¿, propiciadora de experiencias que permitan ¿construir¿ a sus integrantes o muy por el contrario, situarse frente a una familia altamente vulnerable que expone a su descendencia al riesgo tanto personal como social y emocional. En pocas palabras, el contexto familiar puede ser una plataforma del surgimiento íntegro y real de sus integrantes o un espacio de fracaso y experiencias negativas. Son los padres los primeros responsables de asegurar el cumplimiento de estos aspectos, de ahí el alto nivel de complejidad que conlleva el rol que llevan a cabo, pues se requiere de un ineludible despliegue de recursos, habilidades, capacidades y competencias. Esto es lo que diferentes autores denominan competencia parental. La competencia parental no sólo nos permite definir el conjunto de capacidades que los padres ponen en práctica frente a la crianza y educación de los hijos, sino que además es un aspecto que determina el estilo parental, es decir, la forma de ser padres. Esta manera de desenvolverse como tales, puede fluctuar de un extremo a otro entre modelos rígidos o autoritarios a estilos flexibilizados a tal nivel de llegar a la ausencia de autoridad o referentes tan necesarios para los hijos. Sin embargo, esto en ningún caso debe conllevar a situar una familia en un estilo parental motivados por el simple hecho de tener un nombre o etiqueta, sino más bien debe concebirse como una invitación a conocer la mayor cantidad de aspectos relativos a la misma como un punto de partida en la elaboración de una intervención hecha a su medida, siendo el estilo parental uno de los aspectos que mayor y más significativa información nos puede aportar con respecto a las relaciones familiares, siempre con la condición de saber qué hacer con aquella información. La intervención profesional adquiere un carácter diferente al momento de hablar de una familia con una situación que la haga especialmente vulnerable o poseedora de ciertas características que ameriten una cuidadosa planificación y entrega de apoyos u orientación. La llegada de un hijo con discapacidad intelectual (en adelante DI) al seno familiar es uno de los momentos de mayor stress, pues es sin duda un escenario desestabilizante para los padres y por lo tanto para todo el grupo familiar, debido a que a la ya compleja labor de ser y hacer familia, se añade un proceso de duelo junto con todo lo que ello conlleva. Sentimientos de pena, rabia o dolor bloquean la respuesta emocional, se entremezclan con el miedo a lo desconocido o la incertidumbre frente a los cuidados adicionales que requiere este nuevo integrante del grupo familiar, pudiendo ser éstos sólo los primeros interrogantes¿ ¿Y la fratría?, ¿qué sucede con los hermanos?, ¿y el resto de la familia?, ¿y el futuro?, comenzando así una búsqueda de respuestas a estos cuestionamientos. Por un lado, ser padres es una ¿tarea universal¿, es decir, con independencia de factores como raza, edad o sexo se lleva a cabo desde la misma plataforma: la historia, los objetivos, los ideales, los sueños, las características, los estilos de personalidad de cada uno. Pero por otro lado, la literatura y los estudios científicos han demostrado que al ser ésta una de las tareas más difíciles de desarrollar por parte de los seres humanos, todo interfiere de una forma u otra en el desempeño de dicha tarea.