Metafísica del tiempo en la obra de Jorge Luis Borges

  1. Prieto Fernández, Daniel Ramón
Dirigida por:
  1. Teodosio Fernández Director/a

Universidad de defensa: Universidad Autónoma de Madrid

Fecha de defensa: 11 de julio de 2013

Tribunal:
  1. María del Rocío Oviedo Pérez de Tudela Presidenta
  2. Miguel Salmerón Infante Secretario/a
  3. Carolina Meloni González Vocal
  4. Almudena Revilla Guijarro Vocal
  5. Carmen Valcárcel Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

La consideración estética de las distintas teorías filosóficas es la superación de la metafísica. Al rebajar el grado de Razón, al incluir la dimensión sensual afectiva en el discurso de la metafísica se construye una metafísica estetizada, impregnada por la imaginación sensible. Así Borges rebaja el frio esquematismo conceptual, esquelético, que le designa numerosas perplejidades. Nimbando el discurso de sensibilidad. ¿Podría hablarse de él como el creador de un género intermedio o singular de metafísica, en la que el tiempo resulta humano? en la medida que lo expresa de forma narrativa. Borges confirma con ello, la necesidad de encontrar una figura narrativa que nos permita pensar otro tiempo y que posea la suficiente enèrgeia performativa como para dar cuenta, no sólo de un tiempo otro, también y en última instancia, de lo otro del tiempo. En este ámbito, el del tiempo, cuesta trazar la frontera que divide a la filosofía de la física y de la literatura. Estas ramas del conocimiento guardan un profundo vínculo y tal vez una sin las otras no resultarían fructíferas. La filosofía es la encargada de continuar el camino cuando la física ya no puede hacerlo y la literatura de imaginarlo, precisamente de ello trata la metafísica. Filosofía y literatura son compañía imprescindible de la física y de la ciencia en general. Los objetivos de investigación se articularon en torno a ocho líneas argumentales y sus diversos puntos de tangencia e intersecciones. , Ellas son: 1-Destino, Tiempo, Identidad Personal, Repetición, Voluntad, Tragedia y Memoria. 2-Delusión del Yo, el escaso valor de la Identidad personal. Identidad y temporalidad. 3-El Mundo, trama cósmica, universo, eternidad e infinito. 4-Eternidad, lo no advenido, lo que es hoy ha sido eternamente, el presente eterno de la idea, la eternidad es hija de los hombres, una ambición humana, nos ofrece generosamente otras vidas imaginadas, soñadas, deseadas, vidas en las que ¿no ser¿ ¿es¿. La eternidad como Dios es una espléndida ambición de la humanidad. 5-El individuo como arquetipo, sujeto que carece de un Yo individual y que vive de acuerdo con la eternidad de una sucesión de presentes. Sujeto que no vive peripecias más que a través de la literatura. 6-Los arquetipos de Borges son artificios de la literatura: formas que nos recuerdan aquello que le sucede al hombre hecho de miríadas de individuos. 7-La continuidad sueño-vigilia en la construcción de la realidad. 8-Desaparecer, la muerte, nos espera el olvido. Literatura, infinito, eternidad y tiempo. -Desplegar su discurso metafísico del tiempo como género literario-filosófico, que recoge la tradición mítica, filosófica y religiosa en el que se integran lo sensible y lo inteligible. En el lenguaje de la filosofía, prevalece un lenguaje literario. Se destacan en él, no las reglas absolutas de un lenguaje técnico, sino las de la literatura. En este aspecto, la filosofía se asemeja a la poesía. Poesía intelectual o más bien, poema del intelecto, representa el punto en el que la prosa está más cerca de ser poesía. A menudo es el poeta el que recurre a la filosofía, pero hay una confiable reciprocidad. El lenguaje natural es el medio ineluctable de la filosofía, pero si el lenguaje no puede explicarse a sí mismo, ninguna otra cosa puede explicarlo. Así el lenguaje de la filosofía es un lenguaje literario. No son tropos arbitrarios, sus frases orales y escritas, son el órgano capacitador de nuestro ser, de ese diálogo con el yo y con los demás que arma y estabiliza nuestra identidad. Las palabras, aun siendo imprecisas y de duración limitada, construyen el recuerdo y articulan el futuro. Tal como el tiempo, la fuerza del silencio es la de un negador eco del lenguaje y morir es definitivamente dejar de hablar. En esta investigación entendemos que la literatura también es un modo de soñar despierto además de un modo claro de conocimiento que no interroga la verdad, que su ámbito de vida y nacimiento es la fantasía. Ella es capaz de encauzar la enorme capacidad que tenemos los humanos de soñar, de imaginar y trascendernos a nosotros mismos. Todo ese mundo interior que hay en el hombre, toda esa ansia de inmortalidad, de perduración, de que no se pierda lo vivido, de permanencia; todas esas cosas inefables que todos sin excepción, tenemos, la literatura y el arte en general lo hace realidad. Realidad ilusoria quizá, pero realidad al fin. A todo ese mundo interior, mundo de demonios internos y dioses menores, de secreta grandeza le da cauce la literatura. En su intento de captar lo esencial de las cosas, no de lo efímero, se asemeja a la filosofía. En el presente la memoria es frágil y se va olvidando casi todo lo que vivimos. La literatura rescata todo esto y es guardiana de todas esas experiencias. El método empleado en esta investigación fue el análisis tanto filosófico-metafísico como literario de las obras completas del autor; prestando especial atención a aquellas en las que el tiempo aparece como sujeto. Se trató de ir situando la complejidad, las tramas de sentido de estas complejidades. Establecer puentes entre distintos ámbitos conceptuales, parangones, diálogos y hasta ficciones. No interesó, como a los historiadores de la filosofía y del pensamiento, encontrar las ideas seminales, sino pluralizar las fuentes que nos permitieran desplegar un discurso metafísico sobre el tiempo como esencia ontológica. La perplejidad central de la filosofía, no es la historia de sí misma sino de sus problemas. El método empleado en esta investigación fue el análisis tanto filosófico-metafísico como literario de las obras completas del autor; prestando especial atención a aquellas en las que el tiempo aparece como sujeto. Se trató de ir situando la complejidad, las tramas de sentido de estas complejidades. Establecer puentes entre distintos ámbitos conceptuales, parangones, diálogos y hasta ficciones. No interesó, como a los historiadores de la filosofía y del pensamiento, encontrar las ideas seminales, sino pluralizar las fuentes que nos permitieran desplegar un discurso metafísico sobre el tiempo como esencia ontológica. La perplejidad central de la filosofía, no es la historia de sí misma sino de sus problemas. El estado actual de la cuestión que investigamos debemos situarlo en el interés creciente que la presencia de Borges está teniendo en la filosofía contemporánea. Nos referimos al contacto entre la literatura de Borges y pensadores como Ludwig Wittgenstein, Martin Heidegger, Maurice Merleau-Ponty, Michel Foucault, Jean-Paul Sartre o Jacques Derrida y coetáneos. Su manera de pensar, de tratar temas literarios y problemas filosóficos, históricos y teológicos, bien puede llevar el nombre de pensamiento conjetural. La literatura de Borges permite identificar una manera propia y especial para la presentación, el estudio y la crítica de asuntos filosóficos. Esta labor hoy la llevan a cabo Serge Champeau en Borges et la métaphysique, Edna Aizenberg en Borgesian Impacto in Literature and the Arts y Livio Santoro en sus trabajos sobre La fenomenontología de la ausencia en los estudios borgeanos; el paso de la eternidad al tiempo.