María Mártirpasión y muerte en la hoguera de una española en Jerusalén (c. 1578)

Resumen

Número monográfico de la revista Janus: estudios sobre el Siglo de Oro. Anexo, nº 5 El estudio de un hecho tan singular como el martirio de María en la hoguera puede revelarnos en sus diversas manifestaciones escritas las contingencias y posibilidades de una época en el terreno de lo historiográfico, lo literario, lo religioso y lo moral. El caso de María la peregrina es digno de análisis precisamente porque tuvo en su época múltiples y variados ecos, en lugares bastante alejados, y porque sin embargo, la crítica apenas se había ocupado de él. Las calas que en el ámbito peninsular realizó en su día don José Fradejas animaron al autor de este ensayo a seguir la pista de esta sencilla mujer que quiso imitar a Jesucristo en su pasión y en su muerte. María eligió para morir el lugar y el momento que le parecieron más adecuados: la celebración cristiana de la entrada procesional en Jerusalén un Domingo de Ramos de finales del siglo XVI. A esta sencilla mujer le tocó vivir en la época de Felipe II, en unos años en que la vivencia de la fe generó graves contiendas dentro del cristianismo, y entre el orbe cristiano y el enemigo otomano. Esta peregrina de apariencia desvalida vivió y murió en medio de esa tormenta de creencias religiosas. Y si su desenlace se produjo ardiendo en la hoguera y no clavada en una cruz como Jesucristo, se debió a que habían pasado mil quinientos años y los turcos habían adoptado un modo distinto de ejecutar a sus condenados.