Religión e iconografía en el Sudeste IbéricoDe Cabezo Lucero a Libisosa

  1. UROZ RODRÍGUEZ, HÉCTOR
Dirigida per:
  1. José Uroz Sáez Director/a
  2. Filippo Coarelli Codirector/a

Universitat de defensa: Universitat d'Alacant / Universidad de Alicante

Fecha de defensa: 28 de de juny de 2011

Tribunal:
  1. José Manuel Roldán Hervás President
  2. Alberto José Lorrio Alvarado Secretari/ària
  3. Consuelo Mata Parreño Vocal
  4. Fabrizio Pesando Vocal
  5. María Teresa Chapa Brunet Vocal

Tipus: Tesi

Teseo: 310546 DIALNET

Resum

Lo que tratamos con nuestra Tesis es aportar pequeñas micro-historias (Cabezo Lucero-Libisosa) que vayan rellenando celdillas de una gran colmena (los fundamentos religioso-iconográficos del Sudeste Ibérico) a la que nunca se pierde de vista. Micro-historias situadas en dos momentos históricos extremos, y que funcionan como punto de partida y de llegada, pero en dos yacimientos que pese al tiempo y a la situación socio-política que les separa tienen como común denominador su carácter de zona de paso, de comercio, de confluencia de ideas, espectadores y receptores privilegiados de los dos momentos históricos que limitan nuestro estudio, marcados por las influencias greco-fenicias e italo-helenísticas, abarcando pues tanto el momento de gestación y desarrollo de la cultura ibérica como el fenómeno de auto-romanización de sus élites. Por un lado, contamos con un conjunto de matrices de orfebre recuperadas en una sepultura de la necrópolis contestana de Cabezo Lucero (Guardamar del Segura, Alicante), de cuyo ajuar formaban parte, y que nos sirve como pretexto para abordar otros grandes conjuntos ibéricos y del universo fenicio-púnico base. Estas matrices, por tanto, actúan como una ventana desde la que nos asomamos a los temas y fundamentos del aparato religioso-iconográfico desde el Ibérico Antiguo a los siglos IV-III a.C. En el otro extremo cronológico se encuentra la ciudad oretana, y posterior colonia romana, de Libisosa (Lezuza, Albacete), que ocupa la mayor parte de nuestro trabajo. En este caso las herramientas con las que contamos son dobles, afectando tanto a las prácticas religiosas como, de nuevo, a la iconografía, esta vez del Ibérico Final. Así, por una parte, nos ocupamos del depósito votivo que fosiliza un acto ritual realizado en un preciso momento de la historia de la ciudad, concretamente en el primer tercio del siglo I a.C., llevado a cabo en la terraza superior del oppidum, donde más adelante se erigiría el foro de la colonia. Incluimos un análisis tipológico de las formas y decoraciones (geométricas y fitomorfas) del registro material recuperado en el depósito votivo, y que se acerca al medio millar en número de individuos mínimos. Creemos que este estudio es especialmente relevante porque de algún modo aborda una selección muy representativa de un tipo de registro especialmente abundante en esta fase en otras partes del yacimiento, y marca un punto de partida, sobre todo si tenemos en cuenta que se trata de un período (s. I a.C.) no demasiado conocido en cuanto a la cultura material, importaciones itálicas aparte, en el panorama histórico-arqueológico peninsular. Así todo, lo más relevante de este fenómeno religioso es que nos permitirá reflexionar sobre el propio concepto de depósito votivo, teniendo en cuenta tanto los lugares de culto en el mundo ibérico como la propia experiencia itálica, dentro de una dinámica irreversible de romanización, para lo que será fundamental identificar el agente que intervino en dicho ritual, así como sus motivaciones. Por otro lado, la irrupción en el panorama de la cultura ibérica final del relativamente nutrido conjunto de vasos singulares de Lezuza, cuenta con la ventaja de proceder de un contexto igualmente cerrado, las estructuras de los Sectores 3 y 18 (este último, que alberga una construcción singular, se aborda más en detalle) ubicadas en la ladera N y NW del oppidum ibérico, y que fueron arrasadas coincidiendo en el tiempo con la ejecución del depósito votivo en la parte alta. El análisis realizado se centra en algunos aspectos que puedan permitir una caracterización del estilo pictórico, teniendo en cuenta en un primer apartado la composición y el trazo, como una continuación del estudio ya realizado a propósito del depósito votivo, aunque nuestro trabajo se centra principalmente en la temática de estas decoraciones en el contexto iconográfico vascular ibérico. Y es que si las matrices de Guardamar sirven como escaparate privilegiado para adentrarnos en los fundamentos religiosos del Ibérico Antiguo y Pleno, las pinturas vasculares del primer tercio del s. I a.C. de Libisosa hacen lo propio con el aparato iconográfico del Ibérico Final, tanto por lo que respecta al universo vegetal y zoomorfo de la divinidad femenina, y sus apariciones, así como al terreno del héroe y del oligarca, y la forma de plasmar sus valores, por parte de unos nuevos grupos sociales dominantes en búsqueda de su auto-afirmación y cohesión ante las nuevas realidades políticas, claramente diversas respecto a las que gestaron el programa iconográfico presente en las matrices de Cabezo Lucero.