Diagnóstico del sexo en cavidad endocraneal por técnica de reconstrucción tridimensional de tomografía axial computarizada

  1. Isaza Peláez, Juliana
Dirigida por:
  1. Miguel Cecilio Botella López Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 04 de julio de 2014

Tribunal:
  1. Claudio Hernández Cueto Presidente/a
  2. Inmaculada Alemán Aguilera Secretario/a
  3. Consuelo Prado Martínez Vocal
  4. Daniel Turbón Borrega Vocal
  5. María Dolores Garralda Benajes Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

INTRODUCCIÓN: La presente tesis doctoral es el producto de un estudio realizado en 249 individuos de ambos sexos, de sexo y edad conocido procedentes de la ciudad de Medellín, Colombia. Se han tomado 16 medidas en la cavidad endocraneal ¿cuatro previamente establecidas y 12 nuevas propuestas exclusivamente para este estudio- a partir de la reconstrucción tridimensional de tomografías axiales computarizadas procesadas en la estación de trabajo de la unidad de radiología del Hospital Universitario San Vicente Fundación de la ciudad de Medellín, Colombia. Los datos fueron tomados en aras de estudiar la arquitectura endocraneal de la población medellinense y posteriormente, evaluar el dimorfismo sexual existente en las estructuras con el objetivo de producir fórmulas que permitan la determinación del sexo en cráneo en muestras poblacionales o restos esqueléticos aislados procedentes de esta región del país. Este es el primer estudio de este tipo que se realiza en Colombia, y específicamente en la ciudad de Medellín. La implementación de la técnica de reconstrucción tridimensional en Antropología Física en Colombia no había sido explorada hasta el momento y tampoco se había desarrollado un método para el diagnóstico de sexo en cavidad endocraneal, razón por la cual este estudio se puede considerar como pionero para esta región anatómica -evaluada como un todo- y especialmente para la población procedente de esta región geográfica. Clásicamente, la Antropología Física ha partido de estudios en colecciones esqueléticas y restos óseos aislados con el fin de producir métodos de evaluación morfológica de carácter cualitativo y otros de carácter cuantitativo para finalmente a partir de estos últimos, producir fórmulas matemáticas para el diagnóstico del sexo en individuos no identificados -contextos forenses- o no documentados -contextos no forenses-. Uno de los principales problemas que supone la producción de fórmulas para el diagnóstico de sexo a partir de colecciones esqueléticas tiene que ver con el lugar de procedencia de los restos óseos que componen las muestras. Su aplicación en el proceso de identificación de personas en contextos forenses se ve obstaculizado por la distancia biológica que supone el cotejo de datos y finalmente, el diagnóstico. La mayoría de funciones y tablas que se emplean en los análisis de tipo forense proceden de investigación básica en poblaciones caucasoides -Norteamérica, Europa-, mongoloides Asia y poblaciones nativas americanas-, negroides -África-, individuos mediterráneos -Portugal y España- e individuos mestizos mexicanos. En Colombia, la labor de identificación de personas se ve entorpecida no solo por la intensidad, magnitud, duración y carácter del conflicto armado, sino también por la carencia de datos bioantropológicos existentes para poblaciones contemporáneas, los cuales son el insumo científico para la labor de identificación de individuos esqueletizados. La presente investigación es un esfuerzo académico y científico para arrojar luces sobre la problemática tanto de la identificación de personas en contextos forenses como de caracterización poblacional a partir de la evaluación de estructuras óseas que conforman la cavidad endocraneal. Es sabido que este tipo de investigaciones basado en la estadística requiere ampliar consecuentemente la muestra y extenderla a otras poblaciones en aras de generar correcciones y modificaciones teniendo en cuenta los parámetros propios de cada grupo humano. Sin embargo, el tamaño de la muestra tiene la capacidad de mostrar tendencias claras en la población con respecto al dimorfismo sexual presente en la región basal del endocráneo y por ende, su aplicación es válida y pertinente en individuos cuyo sexo es desconocido y como ejercicio que se articula al establecimiento del perfil biológico, sea cual sea su contexto de aplicación -forense o no-. Objetivo general: Generar un método para el diagnóstico de sexo en restos óseos a partir de la valoración métrica de la cavidad endocraneal por técnica de reconstrucción tridimensional de Tomografía Axial Computarizada -TAC-, aplicable a individuos esqueletizados contemporáneos procedentes de la ciudad de Medellín, Colombia Objetivos específicos: 1. Realizar la reconstrucción tridimensional de tomografías axiales computarizadas de cráneo simple de 249 individuos vivos de sexo y edad conocido de la ciudad de Medellín 2. Caracterizar cuantitativamente la arquitectura endocraneal de población de ambos sexos de sexo y edad conocidos procedentes de Medellín a partir de la medición de las estructuras óseas que componen esta región anatómica 3. Evaluar el dimorfismo sexual en la cavidad endocraneal de los individuos que componen la muestra 4.Producir fórmulas matemáticas para diagnosticar el sexo a partir de mediciones en la cavidad endocraneal, aplicable a población contemporánea procedente de la ciudad de Medellín DESARROLLO TEÓRICO: White (2000:362) considera que el dimorfismo sexual humano es complejo y que en su análisis debe incluir las dimensiones: psicológica, comportamental y anatómica. Esa dimensión anatómica es la que le es particularmente útil al osteólogo (Ibíd.) y finalmente apoya el objeto de estudio de la Antropología Física, la cual por definición persigue "el estudio de la variabilidad biológica de las poblaciones humanas pasadas y contemporáneas" (Susanne et al., 2005:15). Uno de los aspectos fundamentales de los estudios en Antropología Física, así como de su disciplina aplicada, la Antropología Forense (Stewart, 1979 referenciado por Rodríguez, op.cit:14) tiene que ver con el restablecimiento del perfil biológico, también denominado cuarteta básica de identificación -en el caso de la segunda-. Este proceso busca estimar la edad del individuo, reconstruir su estatura, determinar su filiación poblacional y diagnosticar su sexo (Íbíd.), articulado al estudio y análisis de otras características denominadas individualizantes a partir de los "restos más o menos esqueletizados humanos o de posible pertenencia humana" (Stewart, op.cit. referenciado por Rodríguez, op.cit.:14). De acuerdo con lo anterior, el diagnóstico del sexo se basa en la observación de características morfológicas en el esqueleto que obedecen precisamente a las diferencias existentes entre hombres y mujeres en una población específica. Tanto la Antropología Física como la Antropología Forense deben remitirse al estudio de restos óseos humanos (Byers, 2002:1), no solo porque la osteología per se es uno de los campos de la Antropología Física (Comas, op.cit:40) sino también porque gracias a que el hueso es un órgano resistente a la descomposición, se convierte en la mayoría de los casos en la única evidencia y registro de la existencia de un individuo o de una población (White y Folkens, 2005:2). En este marco de ideas, se explorará la manifestación del dimorfismo sexual en el esqueleto humano. Dimorfismo sexual en el esqueleto El dimorfismo sexual humano puede evidenciarse en el esqueleto, a pesar de que según White (op.cit:362) las características que lo manifiestan sean más sutiles y limitadas que aquellas en tejidos blandos. Las diferencias sexuales en el esqueleto se manifiestan en términos de tamaño, robustez, rugosidad y grandes áreas de fuertes inserciones musculares, así como de crestas prominentes, siendo dichas características predominantes en el sexo masculino (Íbid..; Comas, 1960:435). Se debe tener en cuenta que aunque el sexo es una variable dicotómica ¿se nace hombre o mujer-, a nivel esquelético es posible encontrar formas intermedias, ya que las características diferenciales pueden solaparse en los casos de individuos intersexuales por constitución. Tanto las formas poco definidas como aquellas plenamente definidas se conocen respectivamente como hipo o hiper masculinidad e hipo o hiper feminidad, (Brothwell, op.cit.:434; Comas, op.cit:434). Otros factores que también inciden en la manifestación del dimorfismo sexual en el esqueleto -teniendo en cuenta las mencionadas variables de robustez, tamaño, rugosidad y zonas de inserciones musculares prominentes- son: - La actividad física: bien sea de tipo ocupacional o asociada a la práctica de deportes. En el caso por ejemplo del entrenamiento deportivo intenso, este tiene un efecto en la regulación hormonal y consecuentemente en el proceso de maduración, el cual se ve reflejado en los cambios tanto fisiológicos como morfológicos en varios niveles, pero más concretamente a nivel del estirón puberal y las variaciones con respecto a la maduración ósea y sexual (Pacheco del Cerro, 2005:534). Estos fenómenos tienen la capacidad y el potencial de generar la adquisición de mayor masa muscular en ciertas zonas anatómicas ¿miembros superior e inferior-, la cual se verá representada en el hueso y finalmente puede conllevar a una determinación del sexo errada si no existe un conocimiento previo de la población a la cual pertenecen los restos óseos que se estudian - La variabilidad inter e intra-poblacional (White, op.cit.:363): como ya se revisó en líneas anteriores, este factor se refiere a los grados de dimorfismo sexual que se manifiestan de forma diferencial en los grupos humanos tanto presentes como pasados - El estado nutricional: este factor ambiental es decisivo en la diferenciación sexual (Tanner, 1962) y por ende tiene una incidencia directa en la manifestación del dimorfismo sexual en el esqueleto, no solo con respecto a la aparición temprana o tardía de los caracteres sexuales secundarios sino también con respecto al pleno desarrollo de las características morfológicas asociadas a este. Ranieri y cols. (1999) relacionan específicamente la malnutrición con la expresión de la diferenciación sexual en las fases tempranas del crecimiento humano. En general, los estudios asociados al dimorfismo sexual en el esqueleto postcraneal han combinado análisis de tipo morfológico -especialmente en la pelvis- y análisis métricos -en huesos largos de manera predominante-. En los huesos que conforman el cráneo, a diferencia de los huesos largos, el tejido esponjoso -diplöe- se suele encontrar en el medio de dos tablas de tejido compacto -tabla interna y tabla externa- a manera de sándwich (Campillo y Subirá, 2004:20). De esta manera, la superficie ectocraneal hace referencia al área de la tabla externa que se orienta hacia el exterior del cuerpo y la superficie endocraneal se refiere al área de la tabla interna que se orienta hacia el interior donde se alojan los órganos y tejidos blandos -en este caso el encéfalo- (White, op.cit.:38). De acuerdo a lo anterior, la base del cráneo se puede observar a partir de su cara externa -en superficie ectocraneal- o en su cara interna -cavidad o superficie endocraneal-. La cavidad endocraneal se divide a su vez en tres regiones: la fosa anterior, media y posterior. Estas regiones se corresponden con la topografía de la base del cráneo y albergan respectivamente: los lóbulos frontales, lóbulos temporales y el cerebelo (White, op.cit: 53). Dimorfismo sexual en encéfalo Estas estructuras de tejidos blandos han sido reportadas por diversos estudios como sexualmente dimórficas, así como la capacidad o volumen craneal total. La importancia de mencionar estos estudios tiene que ver con la posible correlación existente entre las características de dichos tejidos blandos -en términos de tamaño- con las estructuras óseas que los alojan y sus propiedades biomecánicas e histológicas, tal como lo sugiere implícitamente Rodríguez (2004:88-89) y serán expuestos a continuación. De acuerdo a Gil-Verona y colaboradores (2003), el dimorfismo sexual en el cerebro se ha reportado en casi todas las especies de mamíferos estudiadas, de manera más reciente en la especie humana, cuyas diferencias se han observado en términos generales en la asimetría cerebral y particularmente en el hipotálamo, el locus cœruleus, el cuerpo calloso y la comisura anterior (Allen y Gorski, 1990; Lacoste-Utamsing y Holloway, 1982; MacGlone, 1980 referenciados por Gil-Verona y cols., op.cit: 353,355), así como también ha sido reportada en la glándula pituitaria por MacMaster y cols. (2007). Koscik y colaboradores (2009) admite un mayor volumen cerebral en hombres en tanto que Passe y cols. (1997) así como Nopoulos y cols. (2000) también coinciden en afirmar que los hombres tienen cerebros de mayor tamaño que las mujeres, inclusive si se eliminan las diferencias generales en el tamaño del cuerpo, razón por la cual a la hora de realizar estudios morfológicos de este órgano es de suma importancia tener en cuenta la variable del sexo. Hipotálamo En lo pertinente al hipotálamo, autores como Swaab y Hofman (1988), Hofman y Swab (1989), Allen et.al. (1989); Allen y Gorski (1990) han descrito diferencias entre ambos sexos, específicamente en dos regiones neuronales: los núcleos INAH2 e INAH3 de la región anterior, en el área preóptica, incluso llegando a duplicar el tamaño en hombres con respecto a las mujeres. Cuerpo calloso Con respecto al cuerpo calloso, Davatkizos y Resnick (1998) reportaron diferencias significativas entre hombres y mujeres por técnica de resonancia magnética en una muestra de 144 individuos. De la misma manera, autores como Aydinlgoglu et al. (2000); Sullivan y cols. (2001, referenciados por Gil-Verona y cols. op.cit.); Salat y cols. (1997) y Bishop y Wahlsten (1997) también han coincidido en afirmar que el esplenio en hombres es más bulboso que en mujeres y que en relación con el tamaño cerebral, en general, estos tienen un cuerpo calloso mayor. Glándula pituitaria MacMaster y cols. (op.cit.) estudiaron el efecto de la edad y el sexo en el volumen de la glándula pituitaria en una muestra de 154 individuos de ambos sexos y de varios grupos de edad -niños y adultos-por técnica de resonancia magnética. Sus hallazgos demostraron que el volumen difería de acuerdo al sexo en los mismos grupos de edad y que las mujeres presentaban una glándula pituitaria de mayor tamaño que los hombres -especialmente en los siguientes grupos de edad: entre 14 y 17 años, jóvenes -19 años y menores de 19 años- y mayores -20 años y mayores de 20 años- y mostrando una relación entre la edad y el volumen de la glándula, fenómeno que no se observó en los hombres. Otras estructuras Las siguientes estructuras también han sido caracterizadas como dimórficas por varios autores: el surco postcentral del hemisferio izquierdo; la sustancia gris y blanca de distintas zonas encefálicas; los lóbulos temporales; la corteza rinal y entorrinal, el sistema vomeronasal y los lóbulos anteriores del cerebelo (Ide y Aboitiz, 2001; Koscik et al, op.cit.; Passe et.al., op.cit.; Gil-Verona et al., op.cit., Fan et al., 2010; Guillamón y Segovia, 1997). Seguidamente, se revisarán con mayor detalle los conceptos y estudios relacionados con la expresión del dimorfismo sexual en el cráneo. Dimorfismo sexual en el cráneo Si bien es sabido que el cráneo es la región esquelética que en segundo lugar, después de la pelvis ofrece las mejores características para el diagnóstico del sexo (Naikmasur et al., 2010: 122e1; France, op.cit:165), es importante mencionar que este diagnóstico es confiable solo hasta después de la aparición de los caracteres sexuales secundarios (Biggerstaff, 1977 referenciado por Naikmasur, op.cit.:122e1; Bass, op.cit:19). A esto se le suma el hecho de que, las mujeres suelen conservar las características de la infancia en la configuración del frontal y de los parietales (Keen, 1950 referenciado por Bass, op.cit.:81), fenómeno que las diferencia sustancialmente de las características masculinas adquiridas durante la adolescencia. El cráneo ha sido estudiado con este propósito a partir de enfoques cualitativos y cuantitativos. El primero dedicado a la observación y descripción de caracteres morfológicos en relación a los grados de prominencia, tamaño, rugosidad, achatamiento, altura, etc. de un sexo en contraste con el otro. Y el segundo enfocado en la craniometría y medición de dimensiones. Sin embargo, ambos enfoques se basan en el principio de mayor tamaño, robustez y rugosidades del hueso característicos del sexo masculino con respecto al femenino, tal y como se ha mencionado en líneas anteriores del presente trabajo con respecto a la valoración del dimorfismo sexual en el esqueleto postcraneal. Enfoque cualitativo Con respecto al enfoque cualitativo, tal vez el más empleado a la hora de diagnosticar sexo en el esqueleto a partir del cráneo, varios autores proveen modelos de escalas para evaluar el grado o los niveles de expresión de ese dimorfismo sexual a partir de observaciones en la cara, mandíbula y bóveda (Bass, op.cit.:81). Específicamente, los rasgos que se evalúan, según Buikstra y Ubelaker (1994:19-20) son: la cresta nucal, las apófisis mastoides, el borde supraorbitario, la glabela y la eminencia mentoniana. Los autores recomiendan evaluar en una escala de uno a cinco el grado de proyección o prominencia los accidentes mencionados y finalmente asignar las siguientes categorías: 0 = sexo indeterminado: datos insuficientes disponibles para determinación del sexo 1 = femenino: hay pocas dudas de que las estructuras corresponden a una mujer 2 = probablemente femenino: las estructuras son probablemente femeninas en vez de masculinas 3 = sexo ambiguo: las características sexualmente diagnósticas son ambiguas 4 = probablemente masculino: las estructuras son probablemente masculinas en vez de femeninas 5 = masculino: hay pocas dudas de que las estructuras corresponden a una mujer Bass (op.cit.:81) complementa los caracteres a evaluar, incluyendo los siguientes: los arcos superciliares -más prominentes en hombres -, paladar -más grande en hombres-, pómulos -más cuadrados en hombres-, borde posterior de la apófisis zigomática -se extiende como una cresta más posteriormente en hombres, incluso posterior al meato auditivo externo-, senos frontales -más grandes en hombres-. Enfoque cuantitativo En cuanto al enfoque cuantitativo, las medidas se pueden considerar de tres tipos: lineales, curvilíneas y de estimación de la capacidad (véase por ejemplo Quatrehomme, 2011) o volumen craneal (White, op.cit.:58). Estos conjuntos de medidas se han basado en la valoración a partir de índices, identificación de valores máximos y mínimos observados, límites de control y ecuaciones de fórmulas discriminantes (Dayal et al., 2008). Se mencionará a continuación los estudios y métodos más relevantes desarrollados en superficie ectocraneal a partir de este enfoque: Superficie ectocraneal Giles y Elliot (1962) desarrollaron fórmulas discriminantes con un porcentaje de clasificación correcta de 82,9% en una muestra de 1022 individuos de la colección Terry -comprendidos por individuos europeos americanos y afroamericanos-. Holland (1986) también estudió la colección Terry, a partir de la cual pudo desarrollar un método para diagnóstico del sexo en cráneos fragmentados cuyo porcentaje de clasificación correcto osciló entre 70% y 85% de precisión en una muestra total de 100 individuos. Steyn e Iscan (1998) tomaron 12 medidas estándares craneales y cinco mandibulares a partir de 92 individuos de sexo y edad conocido procedentes de las colecciones Pretoria y R.A. Dart -del School of Anatomical Sciences, de la Universidad de Witwatersrand de Johanesburgo-. El análisis estadístico produjo funciones discriminantes, las cuales alcanzaron entre un 80% y 86% de clasificación correcta. Estos autores reportaron la anchura bicigomática como la dimensión más dimórfica y las dimensiones del cráneo completo como aquellas que arrojaron mayor precisión. Con respecto a la mandíbula, la anchura bigonial fue la más dimórfica de todas las medidas en este hueso. La validez de estas cinco ecuaciones discriminantes fue probada posteriormente por Robinson y Bidmos (2009) en un total de 240 cráneos de cuatro colecciones osteológicas sudafricanas -Pretoria, R.A. Dart, Cape Town y Osteology Archive Study- pertenecientes a diferentes poblaciones de sudafricanos de ascendencia europea. Sus resultados confirmaron la validez de las ecuaciones discriminantes, ofreciendo porcentajes de clasificación correcta entre 72% y 95%. Garvin y Ruff (2012) valoraron con técnica de escaneo láser tridimensional la morfología tanto de los arcos superciliares como del mentón, en una muestra de 119 cráneos masculinos y femeninos estadounidenses de ascendencia caucásica y negra, procedentes de la colección Terry. De este estudio se obtuvo unos porcentajes de clasificación correcta oscilantes entre 62,2% y 79,8% usando funciones discriminantes. Con respecto a estudios de diagnostico de sexo en cráneo por técnicas radiográficas -radiografías, cefalogramas y resonancias magnéticas-, Naikmasur y colaboradores (op.cit) evaluaron cefalogramas en población del sur de la India de inmigrantes tibetanos a partir de 11 parámetros y encontrando dimorfismo sexual en: anchura bicigomática, altura de la rama mandibular y profundidad de la cara. Ofrecieron fórmulas discriminantes que variaron entre el 81,5% para la población india en contraste con un 88,9% para la población tibetana. Estos investigadores referencian a autores como Krogman (1962), Hsiao et al. (1996), Patil y Modi (2005) con porcentajes que oscilan entre 99% y 100% de predicción correcta teniendo en cuenta variables como: capacidad craneal, medidas y parámetros de arcos superciliares, senos frontales, protuberancia occipital externa y apófisis mastoides entre otras. Estos dos últimos autores basaron sus estudios en población taiwanesa e india. También reportan a Hatipoglu et al.(2008) quien evaluó dimorfismo sexual a partir de los siguientes parámetros: distancia glabela-opistocráneo, vértex-basión, basión-opistión, eurión-eurión, volumen craneal y grosor de la diplöe en la región glabelar, encontrando medidas mayores en cráneos masculinos que en femeninos (Naikmasur et al., op.cit:122e2). Franklin y colaboradores (2006) examinaron 332 cráneos adultos de ambos sexos de población indígena sudafricana procedentes de la colección R.A. Dart. La técnica empleada fue la digitalización de puntos de referencia, extraídos de un conjunto de datos de 97 variables. Estos fueron articulados para realizar un análisis geométrico morfométrico tridimensional usando un digitalizador de puntos de medición portátil. Finalmente, realizaron análisis de regresión, análisis de variación canónica, MANOVA y análisis de funciones discriminantes, encontrando dimorfismo sexual en la anchura de la cara y la longitud y altura de la bóveda craneal. Las funciones discriminantes propuestas mostraron un rango de clasificación correcto entre 77% y 80%. Igualmente, Green y Curnoe (2008) analizaron 144 cráneos de ambos sexos, procedentes de varias regiones del sureste asiático -Myanmar, Laos, Vietnam, Tailandia, Camboya, Filipinas, Borneo y resto de Indonesia- con la técnica de digitalización de puntos de referencia usando también un digitalizador portátil y teniendo en cuenta 35 puntos. Este estudio arrojó fórmulas discriminantes que alcanzaron un porcentaje de clasificación correcta de 86,8%. Otro estudio de este tipo que es preciso mencionar es el de Bigoni y colaboradores (2010), quienes, igualmente, con la técnica de digitalización de puntos a partir de un digitalizador portátil estudiaron 139 cráneos de sexo conocido, pertenecientes a individuos que vivieron en la primera mitad del siglo 20 en Bohemia -República Checa-. Se digitalizaron coordinadas tridimensionales a partir de 82 puntos de referencia ectocraneales y 39 semi-puntos que cubren la curva midsagital de la bóveda craneal para encontrar regiones dimórficas partiendo de la forma del cráneo. El método de análisis fue multivariado y finalmente las variables que indicaron tener mayor dimorfismo fueron: forma de la curva midsagital de la bóveda craneal, porción superior de la cara, nariz, órbitas y paladar. Sus resultados arrojaron un 100% de clasificación correcta para la región superior de la cara y un 99% de clasificación correcta para la curva midsagital de la bóveda. Cabe destacar que estos autores mencionaron no haber encontrado diferencias significativas analizando el cráneo como un todo o en las regiones de la base o el neurocráneo. Apófisis mastoides Las apófisis mastoides han sido tenidas en cuenta en los estudios de enfoque cualitativo -como se mencionó anteriormente- y también a partir de estudios cuantitativos. Como muestra de ello, Suazo Galdames y cols. (2009) a partir de los puntos de referencia propuestos por De Paiva y Segre (2003), analizaron 81 cráneos de ambos sexos procedentes de la UNIFESP -Universidad Federal de São Paulo- de sexo y edad conocido. Calcularon áreas y dimensiones lineales, encontrando que la mayoría de ambas eran mayores en hombres que en mujeres, siendo la distancia porión-mastoidea ¿el área del triángulo mastoideo derecho y el área total- más alto y significativo en hombres. El análisis de funciones discriminantes mostró que las dimensiones lineales analizadas presentaron una baja capacidad discriminante y que solamente la porión-mastoidea permitió diferenciar el grupo de hombres del grupo de mujeres, arrojando una precisión general de 64,2% pero con una alta sensibilidad para clasificar a los hombres -93%- y una baja sensibilidad para clasificar mujeres -17,7%-. Su conclusión fue que la determinación del sexo a partir de las dimensiones del triángulo mastoideo conlleva a subestimar el diagnóstico para las mujeres y se mostró como de poca utilidad en la práctica. Región basal La región basal ¿ectocraneal- del hueso occipital también ha sido evaluada por método métrico por autores como Macaluso (2011) en población francesa ¿68 individuos de la colección ósea Georges Olivier-, cuyos resultados demostraron un bajo nivel de dimorfismo sexual -67.7% de clasificación correcta a partir de funciones discriminantes- y pocas variables con diferencias estadísticamente significativas entre ambos sexos. Superficie endocraneal de la base -cavidad endocraneal- Hasta el momento, no existen estudios de diagnóstico de sexo realizados en la cavidad endocraneal comprendida como un todo, exceptuando la presente investigación. A pesar de que algunos autores han medido huesos y estructuras de la cavidad endocraneal con propósitos solamente de caracterización morfológica -como Savara y Takeuchi (1979) quienes propusieron puntos de referencia para la medición del esfenoides y del temporal- , otros autores han reportado diferencias sexuales en huesos y estructuras aisladas en endocráneo. Se referenciará a continuación los estudios más relevantes por huesos y accidentes. Foramen magnum Diversos estudios han reportado dimorfismo sexual en el Foramen magnum, y coinciden en privilegiar la longitud -diámetro anteroposterior- como la variable que presenta una mayor dimensión en los hombres que en las mujeres. Günay y Altinkök (2000) evaluaron la utilidad y capacidad discriminante del área del foramen magnum y su uso en cráneos fragmentados en una muestra de 219 esqueletos de ambos sexos. Estos autores midieron tanto el diámetro mínimo como el máximo y determinaron el área a partir de la media de los diámetros y el radio. Sus resultados indicaron diferencias significativas entre los sexos; sin embargo, resaltaron el hecho de que el coeficiente de correlación incluía el cero y por ende concluyeron que el foramen magnum no es un indicador de mucha utilidad en la determinación del sexo, no obstante sugieren que puede ser utilizado como elemento complementario en el diagnóstico a partir de otras regiones sexualmente más dimórficas. Por su parte, Gapert y cols (2009) concluyeron que la expresión del dimorfismo sexual en este accidente anatómico- para población británica del siglo XVIII y XIX- es significativo y debe ser interpretado como útil en el diagnóstico de sexo. Esto, a pesar de que sus porcentajes de clasificación correcta oscilaron entre 65,8% -para funciones discriminantes univariadas- y 70,3% para funciones multivariadas, en contraste con las ecuaciones de regresión lineal cuyo porcentaje varió entre 76% -para los masculinos de la muestra- y 70% -para los individuos femeninos-. Raghavendra Babu y colaboradores (2012) estudiaron una muestra india de 90 individuos adultos de ambos sexos teniendo en cuenta: diámetro anteroposterior, diámetro transversal y área del Foramen magnum. El método de análisis fue una regresión logística binaria que ofreció un porcentaje correcto de clasificación de 65,4% para el diámetro transverso, 86,5% para el diámetro anteroposterior y entre 81,6% y 82,2% para el área. Otros autores que vale la pena mencionar son Teixeira (1982), Routal y cols. (1984), Catalina-Herrera (1987), Uysal y cols (2005), Suazo y cols (2009). Silla turca -fosa hipofisiaria- La fosa hipofisiaria ha sido estudiada principalmente con el propósito de caracterizar la morfología en poblaciones y en menor medida, de hallar posibles expresiones de dimorfismo sexual. Henríquez y colaboradores (2010:529) referencian los estudios de Camp (1924), Shapiro & Janzen (1960), Taveras & Wood (1964), Paul & Juhl (1972) correspondientes a mediciones de profundidad y diámetro anteroposterior. En estudios más recientes, se pueden encontrar investigaciones de autores como Ruiz y Wafae (2006), Alkofide (2007), Henríquez y cols. (op.cit.) y Najim y Al-Nakib (2011) quienes a partir de diferentes técnicas -reconstrucción multiplanar de tomografía axial computarizada en el primer caso, y radiografías cefalométricas laterales los otros casos- caracterizaron la morfología de la silla turca así como las medidas de longitud, profundidad y diámetro en diferentes poblaciones -brasilera, saudí, chilena mapuche y no mapuche e iraquí, respectivamente- con algunas aproximaciones no enfáticas al diagnóstico de sexo. Los resultados de estas investigaciones mostraron que la silla turca es una estructura constante en los grupos humanos y que la característica que puede variar es la forma, a saber: forma de U, forma de J -ambas predominantes en ambos sexos- y rasa (Wafae, op.cit.:163), en contraste con las formas descritas por Henríquez y cols (op.cit): circular, oval y plana. Con respecto al tamaño, Alkofide (op.cit.:457) concluyó que en individuos mayores de 15 años se encuentran mayores dimensiones de la estructura que en individuos menores -11 y 14 años- y finalmente, los tres estudios concluyen en no encontrar diferencias significativas entre los sexos -en medidas de dimensiones lineales-. Conducto auditivo interno Graw y cols. (2005) estudiaron 410 porciones petrosas del temporal en aras de evaluar si los ángulos de inclinación y la dirección del conducto auditivo interno podrían ser indicadores de dimorfismo sexual. Propusieron un análisis discriminante que arrojó 66% de clasificación correcta y encontraron que el ángulo lateral en individuos masculinos es 10° más pequeño que en las mujeres; en tanto que el ángulo medial en la porción petrosa de las mujeres es aproximadamente 5° más pequeño que el de los hombres. Agujero oval y agujero carotídeo Las mediciones en el foramen oval han demostrado tener un bajo nivel de dimorfismo sexual. Macaluso (2012) reportó un porcentaje de clasificación correcta que osciló entre 54,7% y 72% a partir de funciones discriminantes univariadas y multivariadas tras tomar medidas lineales y de área en los forámenes oval y carotídeo en una muestra francesa de 67 individuos de ambos sexos. Aparte de esto, sugirió que el error inter-observador era considerable, pues alcanzó entre 2,35% y 4,23%, lo cual establecía que el proceso de registro de medidas era impreciso. Porción petrosa del hueso temporal Autores como Kalmey y Rathbun (1996) y Wahl y Graw (2001) han estudiado por método métrico la porción petrosa del hueso temporal, produciendo fórmulas a partir de funciones discriminantes. Los primeros analizaron 138 individuos de ambos sexos provenientes de la colección Terry y de ascendencia europea y africana, a partir de los cuales se tomaron nueve dimensiones: surco sigmoideo- intersección del ápice petroso -denominado SS- al punto más medial de la porción petrosa; de SS al margen posterior y lateral del meato auditivo interno -IAM-; de IAM a la eminencia arcuata -EA-; altura de IAM; del conducto coclear -CA- a EA; de CA al margen superior a nivel de IAM; de CA al margen posterior y lateral de IAM (adoptada de Wahl, 1981 referenciada por Kalmey y Rathbun, op.cit.); de EA al punto más medial de la porción petrosa, y finalmente de CA al hiato petroso del canal facial-. El posterior análisis discriminante produjo ecuaciones que ofrecieron un 83% de clasificación correcta. Los segundos investigadores tomaron 10 medidas en un total de 410 porciones petrosas de huesos temporales provenientes de material forense aislado. Se propusieron puntos de referencia en las siguientes regiones: margen superior, superficie posterior y base -ventral-. Se concluyó que las porciones petrosas masculinas son de mayor tamaño que las femeninas, produciendo fórmulas discriminantes a partir de las cuales se obtuvo unos porcentajes de clasificación correcta que oscilaron entre 63% y 71%. CONCLUSIONES: - En la muestra de 249 individuos adultos procedente de Medellín se encontró presencia de dimorfismo sexual en la cavidad endocraneal en 12 de 16 medidas propuestas originalmente para la región anterior, media y posterior - Las medidas más dimórficas estuvieron localizadas en la región media a nivel del esfenoides a partir de las siguientes medidas: anchuras máximas y mínimas en apófisis clinoides anteriores y posteriores, distancia transversal entre agujeros ópticos, distancias máximas de agujeros redondos mayores y de agujeros ovales -AMAC, AMAA, AMAP, AMAL, DTAO, DARM, DMAO; y en la región posterior, a nivel del hueso occipital a partir de las siguientes medidas: anchuras máximas y mínimas del clivus, diámetros -transversal y anteroposterior- del foramen magnum y finalmente la distancia entre el canal óptico y el foramen magnum -AMBC, AMBO, DTFM, DAFM y DCOF-. - Los resultados para la población de Medellín indican que ni la longitud anteroposterior ni la altura máxima -LAST, AMST- de la fosa hipofisiaria son significativamente diferentes entre hombres y mujeres o útiles para el diagnóstico del sexo en el esqueleto si son consideradas de manera aislada o independiente. - Las medidas propuestas para la valoración del foramen oval expresaron dimorfismo sexual al encontrar diferencias significativas entre ambos sexos, lo cual puede ser interpretado como una manifestación de dimensiones mayores para hombres y menores para mujeres en esta porción del esfenoides, consistente con los conceptos de mayor volumen craneal y tamaño cerebral en hombres que en mujeres - Los hallazgos de la presente investigación evidencian un dimorfismo mayor en la región posterior y sin relación evidente con el dimorfismo sexual reportado para tejidos blandos como: hipotálamo, cuerpo calloso, glándula pituitaria, surco postcentral del hemisferio izquierdo; sustancia gris y blanca de distintas zonas encefálicas, lóbulos temporales, corteza rinal y entorrinal, sistema vomeronasal y lóbulos anteriores del cerebelo - Las medidas asociadas al hueso occipital, tanto en dirección antero-posterior como transversal presentaron diferencias significativas entre hombres y mujeres - Se propuso una fórmula general considerando el cráneo como un todo y adicionalmente a esta, tres fórmulas aplicables a tres regiones del cráneo, a saber: anterior, media y posterior - El porcentaje de clasificación correcta global de la fórmula general fue de 92%: 92,6% para hombres y 91,4% para mujeres. A ser aplicada a una muestra diferente de ambos sexos, procedente de la misma población, se obtuvo un porcentaje global de clasificación correcta de 89,7% - La cavidad endocraneal en la región anterior no es una región confiable para examinar dimorfismo sexual a partir de las medidas aquí propuestas, pues su porcentaje de clasificación global alcanzó el menor porcentaje de las tres regiones craneales, considerándose bajo, con un 67,5% - La región media, por su parte, arrojó una fórmula con un porcentaje global de clasificación correcta del 77,1% - La fórmula propuesta para la región posterior arrojó un porcentaje global de clasificación correcta de 79,9%. En comparación con las fórmulas propuestas para la región anterior y media, esta fórmula alcanza el mayor porcentaje. Ello es consistente con los hallazgos concernientes al dimorfismo sexual en huesos y accidentes que componen esta región, a saber: occipital, foramen magnum, clivus - En contextos forenses, el uso de las fórmulas propuestas puede estar limitado por dos factores: la disponibilidad del material esquelético ¿ya que la estimación de la edad es requerida como condición previa para descartar su aplicación en subadultos o adultos mayores de 50 años de edad- y la habilidad de los antropólogos o patólogos para estimar la edad en cráneos fragmentados - Se recomienda aplicar los puntos de referencia y las ecuaciones propuestas a otras poblaciones humanas documentadas por fuera de Medellín, así como a individuos pertenecientes a otros grupos de edad ¿por encima de los 50 años-con el propósito de evaluar y corregir la aplicabilidad del método en la evaluación del dimorfismo sexual y estimación de la edad en la cavidad endocraneal. 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