Balbino Marrón y Ranero , arquitecto de los duques de Montpensier (1848-1867). Sevilla, territorio y ciudad, arquitectura y paisaje

  1. Linares Gómez del Pulgar, Mercedes
Dirigida por:
  1. Antonio Luis Ampliato Briones Director/a
  2. Antonio Tejedor Cabrera Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 16 de mayo de 2014

Tribunal:
  1. Víctor Pérez Escolano Presidente/a
  2. Alfredo José Morales Martínez Secretario/a
  3. Beatriz Blasco Esquivias Vocal
  4. Javier Ortega Vidal Vocal
  5. Juan Antonio Calatrava Escobar Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 360666 DIALNET

Resumen

BALBINO MARRÓN Y RANERO, ARQUITECTO DE LOS DUQUES DE MONTPENSIER (1848-1867). Sevilla, Territorio y Ciudad, Arquitectura y Paisaje Mercedes Linares Gómez del Pulgar Departamento de Expresión Gráfica Arquitectónica Universidad de Sevilla La vida y la obra del arquitecto Balbino Marrón y Ranero se inscribe de lleno en el periodo isabelino. Bilbaíno de nacimiento y formado en Madrid, su vida profesional se desenvuelve en el territorio de la Baja Andalucía. Primero trabaja y enseña en Jerez de la Frontera para continuar luego como arquitecto de Beneficencia, arquitecto municipal de Sevilla y, más tarde, como arquitecto provincial. Simultáneamente a su función pública, es el arquitecto de la corte sevillana de los Infantes de España y Duques de Montpensier. Esta doble actividad pública y privada es la razón profunda de una obra singularmente versátil, variada en escalas y estilos, generadora de formas y tipologías que, en su conjunto, no es equiparable a ninguno de los arquitectos contemporáneos españoles del siglo XIX. Esta investigación, fruto de un paciente trabajo en el que hemos consultado detenidamente los archivos vinculados al arquitecto, persigue reconocer el amplio panorama de obras y proyectos de Marrón y Ranero con el fin de hacer visible e inteligible, por primera vez, la extraordinaria importancia de su figura en la conformación del paisaje histórico de la ciudad de Sevilla, a cuya profunda reforma urbana dedicó la mayor parte de su vida. Pero sobre todo, persigue mostrar su racionalidad y su sensibilidad a la hora de abordar los proyectos de rehabilitación y restauración, especialmente aquellos que realizó para la casa Orleans-Borbón, entre los que San Telmo será el referente paradigmático de un modo de hacer. Unas cualidades que se manifiestan también en la que, hasta ahora, es una faceta completamente desconocida: su trabajo como arquitecto de jardines y dibujante de territorios. Son varias las razones que nos han llevado a centrarnos de forma especial en esta faceta primordial de Marrón y Ranero como arquitecto de los duques de Montpensier. En primer lugar, Marrón trabaja para los duques durante diecinueve años y su labor como arquitecto de marcada personalidad y coherencia se muestra con plenitud en esta etapa de madurez comprendida entre 1848 y 1867. En segundo lugar, por la oportunidad de profundizar en el Archivo de la Fundación Infantes Duques de Montpensier y en el Archivo de los Duques de Segorbe interpretando adecuadamente documentos inéditos junto a otros dibujos conocidos pero nunca analizados. La reducida bibliografía sobre la arquitectura y la ciudad del siglo XIX es especialmente parca sobre la figura de Marrón y Ranero, hasta el punto de que bastarían unas líneas para recoger todos los artículos publicados hasta el momento que se ocupan del arquitecto. Si bien algunas de estas publicaciones son esenciales para una adecuada aproximación a la Sevilla decimonónica. Entre ellas, destacaremos las aportaciones de González Cordón (1985), Núñez Castáin (1985), Suárez Garmendia (1986) y Lleó Cañal (1997 y 2004) que, desde ópticas bien distintas, abordan la transformación de Sevilla con referencias sustanciales a Marrón y Ranero, y la de Alfredo Morales que, en su artículo sobre el ensanche de Puerta de Triana, incide en la capacidad del arquitecto para el uso de las herramientas de planificación urbana. Sin embargo, no existe un estudio detenido de su obra. Aunque se puede vislumbrar su importancia en estas publicaciones, dada la relevancia de algunos proyectos para el devenir de la ciudad, no se había acometido hasta ahora un estudio general. La complejidad de compilar una labor extraordinaria e intensa se puede deducir del listado de archivos consultados, tanto públicos como privados, y de su presencia en casi todos los cargos y comisiones de la época relacionados con la arquitectura y la ciudad. En Balbino Marrón y Ranero se conjugan de forma excepcional la labor pública de su misión como arquitecto municipal de Sevilla y la labor privada como arquitecto del mayor promotor y mecenas que pudo existir en la España decimonónica fuera del ámbito de la corte de Madrid. Incidir en esta afortunada duplicidad profesional no equivale sólo a destacar las capacidades de Marrón y la importancia de su legado, sino que nos sitúa ante una obra arquitectónica que compendia por sí misma todos los avatares de la arquitectura española durante el reinado de Isabel II. Las intervenciones de Marrón y Ranero siguen hoy caracterizando el paisaje urbano de Sevilla y, plenas de buen gusto y utilidad pública, han dado sentido a la ciudad del siglo XX. Lo que quizás es aun más evidente en las otras ciudades en las que trabajó como arquitecto de los duques de Montpensier: Sanlúcar de Barrameda, Villamanrique y Castilleja de la Cuesta. Marrón y Ranero no sólo es el artífice de la configuración de la ciudad que heredamos sino que establece las bases, los temas y los argumentos arquitectónicos y paisajísticos de la arquitectura de las décadas posteriores. No es objeto de esta tesis, pero bastaría echar un vistazo a la obra de Juan Talavera de la Vega (que sigue en el Costurero de la Reina el estilo neoárabe inaugurado por Marrón en el palacio de Sanlúcar de Barrameda) y a la arquitectura del llamado regionalismo sevillano para comprobar hasta qué punto son deudoras de la sensibilidad de Marrón y Ranero, aunque el regionalismo, a la postre, ejerció duramente contra la arquitectura del periodo isabelino. Al hilo de los proyectos de Marrón iremos analizando algunos aspectos relevantes de su modo de trabajar, como son: la técnica del levantamiento topográfico, el dibujo a mano alzada y el dibujo técnico. También la influencia cultural contemporánea que, en especial, a través del duque de Montpensier, Antonio de Orleans, decanta el romanticismo francés orientalista hacia una versión andaluza con identidad propia. La versatilidad y la riqueza formal de la obra de Marrón y Ranero refleja el estado de la arquitectura española a mediados del siglo XIX. Superado el romanticismo, un eclecticismo de fuerte raigambre histórica, culto y elaborado, impregna su obra para otorgar carácter a cada arquitectura según su destino fuera público, festivo, institucional, privado, doméstico o de recreo. Clasicismo austero en edificios que representan la fortaleza de las instituciones: como el Ayuntamiento de Sevilla, el colegio del Puerto de Santa María o el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Continuidad de un neoclasicismo postromántico que convive con el estilo ecléctico del periodo isabelino. Esta tesis abarca, por tanto, la obra de Marrón como arquitecto de los duques de Montpensier en sus múltiples dimensiones: arquitectónica -los edificios singulares y las rehabilitaciones de arquitecturas religiosas-, urbanas ¿las transformaciones inducidas en el entorno inmediato de los palacios de Sevilla, Villamanrique, Castilleja de la Cuesta y Sanlúcar de Barrameda-, paisajísticas ¿la presentación de una faceta desconocida de nuestro arquitecto como proyectista de jardines- y territoriales ¿la representación del territorio para las nuevas propiedades rústicas de los duques de Montpensier. Arquitectura de nueva planta, rehabilitaciones y ampliaciones de edificios, jardines y representación del territorio adquieren, vistas en conjunto, una nueva dimensión conceptual y otorgan una nueva escala al trabajo del gran arquitecto que da forma y espacio a la corte de los Montpensier.