Medios para comunicar el patrimonioentramados comunicativos en la rehabilitación integral del centro histórico habanero

  1. Resik Aguirre, Magda
Dirigida por:
  1. María Elena Díez Jorge Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 29 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. Rafael Jesús López-Guzmán Guzmán Presidente/a
  2. María Luisa Bellido Gant Secretario/a
  3. Manuel de la Calle Vaquero Vocal
  4. Carlos Hernández Pezzi Vocal
  5. María Pilar García Cuetos Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Los procesos comunicativos son imposibles de desvincular en la contemporaneidad de cualquier estrategia de manejo y gestión del patrimonio. Lo que en un principio resultó inconcebible de tomar en cuenta por ciertos patrimonialistas excluyentes, es hoy un instrumento reconocido para compulsar la rehabilitación integral de nuestros centros históricos y el rescate de los valores patrimoniales. No se concibe en la contemporaneidad el abordaje de planes estratégicos para intervenir el patrimonio sin tomar en cuenta, desde sus diseños fundacionales, acciones de comunicación que integren materias como la comunicación comunitaria, la institucional – cuando así se requiere – y por supuesto, la mediática. En el Centro Histórico de la capital de Cuba, estos entramados comunicativos exhiben una amplia experiencia de integración y potenciación de la gesta rehabilitadora y se afilian a un diseño institucional donde la comunicación se ejercita como instrumento indispensable. Se trata de una experiencia singular en una urbe cuya fisonomía colonial ha permanecido de buen grado intacta por casi cinco siglos. Declarada en 1982 la zona antigua (La Habana Vieja) de poco más de 2 kilómetros cuadrados y su sistema de fortificaciones como Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), se ha convertido en un escenario privilegiado para estudiar, medir, rediseñar y planificar las acciones comunicacionales. La planificación estratégica de la restauración y el desarrollo social como eje transversal de todas las políticas locales, toman en cuenta que el Centro Histórico habanero está condicionadoal tratarse de un espacio citadino habitado por su población autóctona. No se trata de un ejercicio hedonista de rescate y puesta en valor del patrimonio conservado desde el período de la mencionada colonización española, sino también de una progresión en la convivencia y el cotidiano vivir de sus pobladores. Toda planificación estratégica del desarrollo debe incluir, por tanto, un intercambio sostenido entre la población residente y los gestores del rescate de esta zona antigua que garantice la participación ciudadana en las agendas transformadoras, incluso, como actores protagónicos de las comunicaciones enunciadas. La práctica comunicacional de la Oficina del Historiador de La Habana, data de las primeras décadas del pasado siglo. Fundada en 1938, es responsable de la rehabilitación integral del patrimonio en el Centro Histórico habanero y exhibe una filosofía mediática y comunicacional singular, de la cual no existen estudios que logren integrar en una línea de continuidad, todas las acciones comunicativas desplegadas hasta hoy. De entonces a nuestros días, el audiovisual, la radio digital, el lenguaje hipermedial, las transmisiones satelitales, el universo insondable de internet… entre otros muchos soportes, se han unido a periódicos, revistas, libros y a la radio, como vehículo de comunicación insustituible dada su universalidad y accesibilidad en el entramado social. Esa tradición se remonta al vasto ejercicio periodístico del primer Historiador de la Ciudad de La Habana Emilio Roig de Leuchsenring, quien desde la década del veinte del siglo pasado, empleó y ponderó a los medios existentes en su tiempo como difusores de la información, promotores del arte, la literatura, la historia y el patrimonio nacional, en su afán por estremecer los cimientos de una dependencia secular, primero del colonialismo español y luego del imperialismo norteamericano. Roig colaboró con casi todos los medios de comunicación existentes en Cuba, durante una larga vida intelectual que concluyó con su deceso en 1964. Desde los periódicos, revistas y la radio, libró innumerables batallas a favor del patrimonio nacional y especialmente del habanero. Al nombrársele Director de la Oficina del Historiador de La Habana, en 1938, su prestigio y popularidad habían crecido en esas cruzadas públicas, donde su valor y liderazgo se impusieron. Desde la Oficina, prosiguió su labor intencionada en los medios, y para ella, concibió líneas de trabajo que sentaron las bases del grupo de acciones y vehículos para comunicar el patrimonio, existentes en nuestros días. El recurso de archivar y coleccionar la memoria impresa y gráfica, la utilización de plegables y sueltos para la promoción de las actividades culturales, la impresión de folletos y libros sobre la historia y la cultura habaneras, el registro de las acciones realizadas anualmente por la institución, el uso de la radio como puente de información y traspaso de conocimientos, así como incontables conferencias, disertaciones y discursos a viva voz, conforman una práctica paradigmática. Muchas de las batallas legales a favor del patrimonio, fueron libradas desde los medios, si entendemos que a Roig, en aquél contexto sociopolítico republicano, no le fue dada la posibilidad de su sucesor, de accionar directamente con toda la autoridad legal socialista, sobre los inmuebles, bienes culturales y el patrimonio intangible a preservar, desde el ejercicio de la propiedad social. A fines de la década del sesenta del siglo XX, el Doctor Eusebio Leal Spengler, segundo Historiador reconocido de La Habana, retomó el prestigio de una institución altamente valorada por la sociedad habanera y cubana de su tiempo. Desde los medios de comunicación, también Leal ha levantado un valladar contra el olvido, la desmemoria y a favor de la preservación del patrimonio. Muchas de sus batallas en defensa de esos valores, echaron a rodar desde los medios, conquistando voluntades alrededor de una temática que había quedado relegada ante otros imponderables sociales y económicos. Por sobre todas las variantes comunicativas, tanto Roig, como su sucesor Eusebio Leal Spengler, han ponderado con sus actos la efectividad del empleo de la palabra viva, como irreemplazable recurso en el diálogo humano. Tribunos de altas competencias, son ellos mismos un ejemplo de cuánto la oralidad asienta en el imaginario colectivo los valores de un discurso particular. Con el paso de los años, el sistema de comunicación institucional que hoy exhibe la Oficina habanera – como experiencia sin igual en el mundo –, cuenta con un aval de efectividad práctica en los propósitos de sensibilización y promoción que impuso, en nuestros días, el acercamiento académico a un asunto de alto impacto en las políticas públicas de salvaguardia patrimonial. Comunicar el patrimonio es garantía de su preservación. Ni los decisores gubernamentales, ni los hacedores de la restauración, ni los pobladores de un sitio – portadores ellos mismos del denominado patrimonio intangible -, comprenderán su responsabilidad en un asunto que debiera interesarnos a todos, si no se apropian conscientemente de los valores a perpetuar. Y el sentido de pertenencia – es sabido – nace del reconocimiento. Caracterizar la naturaleza de los entramados comunicativos que se entretejen a diario en el Centro Histórico de La Habana resulta un ejercicio intelectual retador y novedoso en su primera interpretación, pero constituye más allá, un referente necesario para perfeccionar prácticas asentadas y redimensionarlas de cara al futuro. Si bien se han desarrollado múltiples investigaciones centradas en las prácticas comunicativas que se suceden en el Centro Histórico habanero, - como fuente y objeto de estudio -, ninguna ha formulado una visión múltiple y abarcadora que integre cada una de ellas. Tampoco hallamos en un corpus teórico único la descripción y valoración cronológica e historicista de esos nodos de confluencia hacia donde desembocan dichas prácticas y que desvele temporalmente los diversos flujos comunicativos advertidos en las dinámicas del desarrollo social en la localidad.