Los guardacostas de Cartagena de Indias y la defensa del Virreinato del Nuevo Reino de Granada. 1788-1808

  1. Manzanilla Celis, Angel Francisco
Dirigida por:
  1. Pablo E. Pérez-Mallaína Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 29 de noviembre de 2013

Tribunal:
  1. Ramón María Serrera Contreras Presidente/a
  2. Emilio José Luque Azcona Secretario/a
  3. Rosa María Martínez de Codes Vocal
  4. Fernando Serrano Mangas Vocal
  5. Bibiano Torres Ramírez Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 350779 DIALNET lock_openIdus editor

Resumen

Los guardacostas de Cartagena de Indias empleados entre 1788 y 1808 para salvaguardar las costas del Virreinato del Nuevo Reino de Granada resultaron ser un sistema totalmente eficaz, sostenible y adaptado a las necesidades locales. Las embarcaciones comandadas por oficiales de la Real Armada defendieron a la unidad político-administrativa de los asedios y ataques de fuerzas navales holandesas, francesas y británicas. Además, se emplearon para combatir el contrabando efectuado por el mar, entre los enemigos extranjeros y la población local, que tanto daño le causó a la Real Hacienda en su conjunto. Los aportes de los guardacostas durante la etapa virreinal habían sido ignorados durante mucho tiempo. No obstante, con su consolidación definitiva bajo la dirección de profesionales a partir del año 1788, después de un proceso de ensayo y error vivido a través de muchos cruceros, combates y defensas, contra los principales contrincantes de España, su valía se hizo indiscutible. La escuadra estuvo integrada por embarcaciones de mediano y pequeño tamaño propiedad del rey. La decisión estratégica definitiva no fue fácil de tomar desde la metrópolis, pues existieron en Nueva Granada diversos grupos de poder que tuvieron interés en expulsar del servicio a los marinos y sustituirlos por corsarios particulares, entre los cuales se hallaron los comerciantes congregados en el Consulado de comercio, los gobernadores de la ciudad e incluso los propios virreyes neogranadinos pertenecientes al Ejército. Desde una perspectiva militar, los guardacostas también sirvieron como una especie de "escuela-práctica" para que los jóvenes oficiales de la Real Armada afinaran sus conocimientos relativos al mando, navegación y combate, antes de pasar a dirigir los grandes buques de guerra. Los comandantes de los barcos estuvieron obligados a tomar en cuenta durante los cruceros las órdenes particulares dadas por el comandante del Apostadero, más las generales plasmadas en las Ordenanzas Navales. No obstante, cuando tenían que combatir en el mar gozaron de cierta libertad de acción. Las tácticas efectuadas por los marinos se caracterizaron por ser dinámicas, diversas, y frecuentemente actuaron según cada circunstancia particular con un porcentaje de aciertos bastante elevado.