Francisco Pedraja Muñozla pintura en Badajoz en la segunda mitad del siglo XX

  1. Calzado Almodóvar, Zacarías
Dirigida per:
  1. Juan José Gómez de la Torre Director/a

Universitat de defensa: Universidad de Sevilla

Fecha de defensa: 09 de d’abril de 2002

Tribunal:
  1. Francisco Borrás Verdera President/a
  2. Aitor Merino Martínez Secretari/ària
  3. Ramiro Megías López Vocal
  4. Francisco Lagares Prieto Vocal
  5. Manuel Losada López Vocal

Tipus: Tesi

Teseo: 89381 DIALNET lock_openIdus editor

Resum

Este trabajo aborda un estudio de la pintura en Badajoz en la segunda mitad del siglo XX a través de la figura del artista Francisco Pedraja Muñoz. En una conferencia leída por Álvaro Delgado, en la Universidad de Salamanca, recogida por Calvo Serraller, M. en Medio siglo de arte de vanguardia, 1939-1985, Madrid, Fundación Santillana Ministerio de Cultura, 1985, p.307. Comentaba: �No creo que en España se haya logrado una expectación mayor alrededor de unos cuadros y de una tendencias estéticas. Durante semanas la capital vive atenta a las polémicas y a los debates sobre pintura. Hay posturas pro-arte moderno y posturas contra. Los conservadores en pintura son batidos ampliamente y el Gran Premio de la Bienal lo consigue Benjamín Palencia�. Con el triunfo de la Bienal Hispanoamericana de Arte la pintura empieza en España a vivir una relativa edad dorada. Se abren nuevas Salas, aumentan los visitantes a las exposiciones y, lo que es estupendo: el número de compradores�. Tal y como relata Álvaro Delgado nunca se habló tanto de Arte como en los meses de 1951 en que la capital de España acogía un magno conjunto artístico, aglutinador del arte español y americano, bajo el epígrafe de I BIENAL HISPANOAMERICANA DE ARTE. Con motivo de este gran certamen, cuestiones tradicionalmente reducidas a círculos culturales pasaban a estar en boca de la gente, convirtiéndose en el tema de máxima actualidad, de manera que quienes no habían visitado aún la Bienal acudían a presenciarla, además de ver los trabajos de Salvador Dalí, para participar en las discusiones que suscitaba. Polémicas entre Álvarez de Sotomayor y numerosos artistas y críticos, entre el Doctor López Ibor y el pintor Antonio aura, entre el grupo El Paso y Luis Trabazo, o entre Antonio Saura y José Aillón, artículo como el titulado �Lo que pinta cualquiera y lo que pintan unos pocos� propician la discusión a lo largo de los cinco años en que las bienales estuvieron de actualidad. Con las palabras de Delgado queda así esbozado uno de los motivos que hicieron de la Bienal Hispanoamericana todo un acontecimiento, pero existieron otros aspectos que le confirieron un papel primordial. En primer lugar, el del carácter hispanoamericano que permitirá el contacto y el conocimiento artístico entre los dos continentes; por otro lado, la posibilidad de contemplar una panorámica del herogéneo arte español del momento. La legitimación oficial de las tendencias más renovadoras, que marca la llegada de las bienales, supuso la muerte del hasta entonces arte oficial, que se retiró a ámbitos más acordes con su naturaleza, las exposiciones nacionales. Los oficiales, representados en Extremadura por Pérez Comendador y Eugenio Hermoso se resignaron a dar paso a nombres nuevos, primero a Ortega Muñoz, luego a Barjola y con posterioridad a una serie de artistas integrados en el que hacer artístico nacional. En Extremadura como consecuencia de una ambiente cultural cerrado y retrógrado era difícil abrirse camino. Una región donde las únicas exposiciones que se podrán contemplar eran la de los maestros consagrados y el arte folklórico de la época. De acuerdo con la decimoséptima disposición de la convocatoria de la Bienal, según la cual los artistas residentes en distintas poblaciones españolas habían de presentarse a certámenes regionales que organizaban las asociaciones filiales al Instituto de Cultura Hispánica, los artistas extremeños acudieron a la cita de la Asociación Cultural Hiberoamericana de Badajoz, celebrada en el Casino de esta ciudad. Del grupo elegido para representar a Extremadura en la Bienal (Torrado, Gavino Amaya, Ávalos, Ortega Muñoz, etc.) todos eran conocidos a inicios de los años cincuenta a excepción de FRANCISCO PEDRAJA (1927), único que finalmente expuso en Madrid, pintor que comienza su carrera en la ciudad consiguiendo el premio Artistas Nuevos de la Bienal Extremeña de 1951.