Políticas de comunicación científicaestructura, evolución y prácticas de las revistas científicas
- Andoni Alonso Puelles Director
Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid
Fecha de defensa: 10 de septiembre de 2018
- Juan Luis Pavón Mestras Presidente
- Igor Sádaba Rodríguez Secretario
- Mario Toboso Martín Vocal
- Sonia Núñez Puente Vocal
- Bruno Maltrás Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
1.1 INTRODUCCIÓN Las revistas científicas y los índices de impacto son un objeto curioso. Prácticamente desconocidas para la sociedad en general, a lo largo de los últimos 70 años se han convertido en el canal de difusión por antonomasia del conocimiento científico. De hecho, en la actualidad no son pocos los países en los cuales la promoción en las carreras académicas y científicas se sustentan en el número de artículos que se hayan publicado en revistas de impacto. Por encima de cualquier otro mérito en el Currículum Vitae, la relación de cada científico con este tipo de publicaciones es crucial para su desarrollo profesional. Curiosamente, el modelo de conocimiento socialmente más legitimado desde la modernidad sigue un sistema de distribución y visibilización que poca gente conoce con detalle realmente. Si bien para una persona lega esta cuestión puede resultar extraña, la dinámica de su funcionamiento es relativamente sencilla de explicar. Las revistas científicas son diferentes de las que se compran habitualmente en los puestos de periódicos o se leen en Internet. A grandes rasgos, un artículo publicado en este tipo de revistas ha pasado por una serie de controles de calidad ¿las evaluaciones por pares y editoriales¿ realizados por personas expertas en el tema sobre la pertinencia de su publicación. Por medio de estas evaluaciones externas, el equipo editorial de una revista busca apoyarse en el resto de la comunidad científica para ayudarles a publicar el mejor material científico posible, o al menos a no publicar resultados científicos inadecuados, repetidos o falsos. En resumen, el proceso de publicación tiene una serie de mecanismos de evaluación que descansan en la creencia de que la comunidad científica es capaz de autorregularse a través de una serie de procedimientos abiertos, comunes y objetivos y que se articulan en función de una serie de valores compartidos reguladores de la profesión. Al igual que los libros, las revistas y los periódicos generalistas, unas revistas son más exitosas que otras. Idealmente, el éxito dentro del campo científico no se mide en función de las ventas o el dinero, sino del prestigio que el trabajo realizado despierta dentro del resto de la comunidad científica. En la actualidad este prestigio es medido por la cantidad de citas que reciban los artículos publicados en una determinada revista o de un autor. El funcionamiento es también sencillo y hunde sus raíces en la afirmación de que la ciencia se produce apoyándose ¿sobre los hombros de gigantes¿1; es decir, que el trabajo se basa en hallazgos, descubrimientos, o afirmaciones realizadas previamente y que se reflejan en los textos como referencias bibliográficas. Siguiendo este principio, un artículo es más relevante ¿y por tanto prestigioso¿ cuando es más citado, y la revista que lo publica es más prestigiosa precisamente porque publica artículos que son más citados que los demás. A lo largo del último medio siglo este fenómeno ha sido registrado por una serie de métricas que se encargan de elaborar rankings de revistas y autores principalmente en función de las citas recibidas y acumuladas. Así las cosas, se trata de un procedimiento objetivo, contrastable y autorregulado; con unos principios sencillos en su aplicación ya que todo descansa en una simple y pura contabilidad estadística. Hasta aquí esto parece un sistema realmente equilibrado y coherente. Sin embargo, independientemente de cualquier posicionamiento, desde su surgimiento en el siglo XVII, este sistema siempre ha venido acompañado de diversas polémicas. Por esa razón, durante sus primeros momentos no consiguió ser un esquema de edición científica hegemónico. Pero será a partir de mediados del siglo XX, cuando su despliegue dominante produzca una serie de crisis cada vez más profundas en el ámbito de la difusión del conocimiento, la política de investigación e incluso en el ejercicio de la práctica científica y su relevancia.