El conflicto unamuniano agónico-contemplativo

Laburpena

Se acentúa la trascendencia de la inmortalidad como punto céntrico en torno al que gira el conflicto agónico-contemplativo, y determina el tratamiento agónico o contemplativo de los distintos temas de su pensamiento. En la trayectoria vital de Unamuno es decisiva la crisis del 97, cuando se libra un duro conflicto entre el anhelo de paz y su imposibilidad de lograrla. Al objeto de perseguir esta paz, pretende reconquistar la vivencia religiosa de su niñez y una firme creencia en la inmortalidad, pero al no hacérsele viable, sufre por su propia conversión y autoconvencimiento de ello. En cambio, en 1924, con La agonía del cristianismo, no presenta el mismo empeño. A lo largo de su vida hay motivos que le dan paz, porque alimentan su esperanza de inmortalidad, en medio del conflicto agónico-contemplativo y agónico razón-fé. Así lo vemos en todos y cada uno de los "protagosnistas" de la intrahistoria, la mujer-madre, el Cristo velazqueño, la naturaleza o en ciudades propicias para la contemplación -al contrario, otras como París no lo son-. Todo ello se sitúa dentro de un conflicto siempre abierto.#