Paleobiogeografía de Abies spp. y Cedrus atlantica en el Mediterráneo occidental (península ibérica y Marruecos)

  1. Francisca Alba-Sánchez
  2. Daniel Abel-Schaad
  3. José Antonio López-Sáez
  4. Silvia Sabariego Ruiz
  5. Sebastián Pérez-Díaz
  6. Antonio González-Hernández
Revista:
Ecosistemas: Revista científica y técnica de ecología y medio ambiente

ISSN: 1697-2473

Año de publicación: 2018

Título del ejemplar: Paleoecología, analizando la cuarta dimensión de la biodiversidad

Volumen: 27

Número: 1

Páginas: 26-37

Tipo: Artículo

DOI: 10.7818/ECOS.1441 DIALNET GOOGLE SCHOLAR lock_openAcceso abierto editor

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Resumen

Las especies mediterráneas incluidas en el género Abies, y Cedrus atlantica presentan en la actualidad unas áreas de distribución muy limitadas. En este trabajo, se describen el origen y las rutas migratorias seguidas por Abies pinsapo, A. marocana, A. tazaotana y Cedrus atlantica, desde los inicios del Terciario hasta la actualidad, así como las posibles causas que han llevado a sus poblaciones a su estado actual de aislamiento y peligro de extinción. Abies y Cedrus habrían alcanzado el Mediterráneo Occidental junto con otros elementos de la flora arctoterciaria entre el Eoceno Medio (45 Ma) y el Oligoceno (30 Ma). Posteriormente, experimentaron procesos de especiación hasta fechas relativamente recientes, en los que la apertura del estrecho de Gibraltar (5.33 Ma) habría jugado un papel esencial. A lo largo de las glaciaciones-deglaciaciones del Cuaternario, abetos y cedros mediterráneos habrían permanecido en refugios montañosos del sur de la península ibérica y del norte de África. A pesar de presentar cierta expansión y migración altitudinal coincidiendo con el óptimo térmico del Holoceno Medio, estas especies han sufrido un notable declive posterior de sus poblaciones, como consecuencia del incremento de la aridez y del impacto de las actividades humanas. El desarrollo de las estrategias de conservación más adecuadas requiere una mejor información sobre la respuesta de estas especies a las distintas perturbaciones, para lo cual resulta indispensable conocer su evolución a lo largo del tiempo. El registro fósil, tanto de macrorrestos como de polen, junto a diversos estudios genéticos contribuyen a evaluar su resiliencia y vulnerabilidad.