Freud superficialimagen, síntoma y superficie desde el psicoanálisis

  1. Caranci Sáez, Carlos Fernando
Dirigida por:
  1. Emma Ingala Gómez Directora

Universidad de defensa: Universidad Complutense de Madrid

Fecha de defensa: 29 de noviembre de 2019

Tribunal:
  1. Jose Luis Pardo Torío Presidente
  2. Jordi Massó Castilla Secretario
  3. Sonia Arribas Verdugo Vocal
  4. Amanda Núñez García Vocal
  5. Francisco José Martínez Martínez Vocal
Departamento:
  1. Lógica y Filosofía Teórica

Tipo: Tesis

Resumen

Tomando como referente polémico los estudios del historiador de arte Georges Didi-Huberman en su diálogo con Aby Warburg, sobre las nociones de síntoma, memoria y anacronismo en su relación con la imagen, lo visual y el tiempo, esta tesis propone un retorno a la obra de Sigmund Freud, referente esencial de Didi-Huberman, atendiendo a dos conceptos clave: imagen y superficie. Superficie no es el estrato exterior al que emergerían las subterráneas conmociones inconscientes y cuya interpretación desvelaría los contenidos ocultos, y tampoco la apariencia ilusoria, incorpórea, sin causas aparentes, sino un tiempo, en lo visual, de revelar imágenes. Imagen es toda irrupción acontecimental que introduce un cambio radical en el entorno en el que irrumpe, por ejemplo un sueño, una fantasía, un acto fallido, la gesticulación corporal de un síntoma o la llamada al inconsciente que puedan despertar ciertas percepciones, incluidas las obras de arte, demandando interpretación. Una imagen es una intensidad, o un vacío de intensidad, un momento cero del sentido que solo puede ser caracterizado en terapia con un nombre y un sentido, es decir, una identidad única para esa imagen en esa contingencia, como un enfoque anamórfico. Esta tesis defiende que el proceso analítico por el que se compone la identidad de la imagen que ha irrumpido es un trabajo inmanente en la superficie a examen (combinando los resaltes y las depresiones superficial, solapando o recortando los fragmentos y los significantes). Un obrar antihermenéutico, una práctica performativa que no trata a la imagen-acontecimiento como el producto de un proceso sino que constata la falta de una garantía ontológica, genealógica y documental que asegure su veracidad y su sentido último. El poder revolucionario del psicoanálisis no se limita a denotar la condición vulnerable de la textura identitaria del sujeto, minada por una presión inconsciente y pulsional. Consiste, ates bien, y es el valor de la cura analítica, en considerar a los elementos con los que opera como ocasiones contingentes, en superficie, en las que esa vulnerabilidad constitutiva debe funcionar como principio fundante; ocasiones para que el paciente se apropie de los modos superficiales de generación de su deseo y de movilización de contenidos, para sentar las bases de un nuevo desarrollo histórico y forjar las condiciones de posibilidad de nuevas identidades. Para defender el empleo de estos términos, se ha emprendido una lectura cronológica de la obra freudiana según el siguiente orden: 1) Primeras obras de Freud junto a Breuer hasta aproximadamente 1905. 2) Los trabajos desde 1906 hasta 1919, tal vez los de mayor peso estético. 3) Los textos compuestos a partir del giro que Freud imprimió a sus tesis a partir del 1920 (angustia, superyó y sus ramificaciones hacia la psicología social). 4) Un bloque final que contemplaría las consideraciones sobre la terapia analítica y el final de la cura. El trabajo se estructura como sigue: 1) definición de imagen, síntoma y superficie a la luz del contraste entre Didi-Huberman y Freud; 2) definición del concepto de censura y defensa psíquica como horizonte trascendental para la irrupción de las imágenes; 3) análisis de los modos de hacer combinativos, identificados en el trabajo onírico o en los montajes lingüísticos inconscientes en su correlación con la Deutung; 4) el estudio del concepto de pulsión; 5) por último, la consideración de la emanación pulsional como ocasión para la construcción en análisis y asentamiento de las posibilidades de cura.