Ignacio Pinazo y la acuarela de su tiempo en Valencia

  1. Pons Moreno, Aida
Dirigida por:
  1. Vicente Pla Vivas Director/a
  2. Francisco Javier Pérez Rojas Director/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 21 de diciembre de 2015

Tribunal:
  1. Carlos Reyero Hermosilla Presidente/a
  2. Benito Navarrete Prieto Secretario
  3. Facundo Tomás Ferré Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Esta investigación se centra en la faceta acuarelística de Ignacio Pinazo Camarlench y la acuarela de su tiempo. Así, a partir de un análisis específico de las obras al agua de Pinazo, se analiza la acuarela localista en base a las contribuciones acuarelísticas de diferentes artistas valencianos. Pinazo partió de las más académicas producciones, hasta desarrollar un considerable afán experimentador. Desde sus inicios en el lavado, la aguada y acuarela, el proceso de aprendizaje del pintor valenciano en estos sistemas fue imparable. Comenzó su incursión en el arte de la acuarela con la práctica de aguadas y estudios resueltos con una o dos tintas de color, motivado por los modelos barrocos de los lavados de Alonso Cano, Murillo o Pablo Potons, y años más tarde por la vertiente acuarelística de Mariano Fortuny. En principio, se ha razonado la evolución de Pinazo en las técnicas al agua desde que se matriculó en las clases nocturnas gratuitas, de Dibujo del Natural y Colorido, impartidas por el profesor Fernández Olmos, (en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, ubicada, por aquel entonces, en el viejo convento de las Carmelitas). A continuación se ha reflejado su paso por la clase nocturna de acuarela, que a partir noviembre de 1874, abrió el Ateneo Científico y Literario. Y tras comentar estos periodos se ha profundizado en los años de pensionado en Italia del artista (1876-1881), pues es una etapa muy prolífica y reveladora en cuanto a su corpus acuarelístico. En el cuarto apartado de la tesis se aborda el ejemplo valenciano y la acuarela localista. En primer lugar se desarrolla el tema de las instituciones culturales, promotoras de la acuarela en Valencia. A tal efecto, la clase nocturna de acuarela en el “Ateneo Científico, Literario y Artístico” es una imprescindible iniciativa que se expone en esta unidad de la tesis. Del mismo modo se explica la propuesta del Círculo de Bellas Artes (1894), ya que después del éxito obtenido por el Ateneo de Valencia, con sus clases nocturnas de acuarela, fue el Círculo de Bellas Artes quien se ocupó esta actividad. Muchos fueron los artistas valencianos que cultivaron la acuarela durante el último tercio y finales del siglo XIX, aunque el cerco se reduce a la hora de seleccionar los nombres más representativos de nuestra escuela local. Pues únicamente los acuarelistas más productivos a más de influyentes, en cuanto a su labor promotora e instructiva, han sido considerados en esta investigación. Por los tanto, las figuras que se incluyen en el capítulo sobre la acuarela en Valencia de dicho periodo son: Plácido Francés y Pascual, Joaquín Agrassot, Francisco Domingo Marqués, Rafael Monleón Torres, Rafael Alberola Berenguer, Francisco Miralles Galup, Luís Franco Salinas, Vicente Poveda y Juan, Emilio Sala Francés, Cecilio Pla, Gabriel Puig Roda. Constantino Gómez Salvador, Isidoro Garnelo Fillol, José Navarro Llorens, la familia Benlliure (Blas, José, Mariano, Juan Antonio y Peppino) y Joaquín Sorolla Bastida. Las aportaciones de todos estos artistas valencianos, conformadores del primer “movimiento acuarelístico valenciano”, podemos asentar que la importancia que consigue la acuarela en la Valencia del último tercio y finales del siglo XIX, tiene que ver con la rápida efectividad de las agrupaciones de acuarelistas y el creciente valor autónomo de la acuarela. La acuarela como género independiente queda subrayada por el hecho de que sus cultivadores tuvieron la conciencia de darle el lugar que se merecía como obra de arte por sí misma. Por lo que existió la aspiración general de germinar una acuarela localista y adecuarla a todos los géneros pictóricos, fraguando así una naciente tradición acuarelística en Valencia. La mayoría de los autores coinciden en que la acuarela hacia finales del siglo XIX descendió hasta la “vulgarización”, pues a los acuarelistas les preocupaba más dominar las dificultades técnicas de este sistema, que la cuestión de elevarlo a la categoría artística que tuvo en la época de los grandes maestros. Por ello, y pese a la gran calidad acuarelística de muchos artistas, éstos no aportaron novedad alguna anclando al arte de la acuarela hacia un puro “mecanismo”. Esta estereotipada formulación técnica, compartida por la mayoría de los acuarelistas españoles del último tercio del siglo XIX, solo fue subsanada gracias a las geniales contribuciones de algunos artistas, que pese a no lograr detener la declive de la acuarela, sí estimularon cierto resurgimiento de la misma. Desde entonces, aunque la acuarela se seguirá empleando en todos sus estilos, su pureza brotará sin prejuicios para ser expresada con sus particulares tonos desleídos, las transparencias de los entintados y los atractivos vacíos del papel que tanto la caracterizan. En el primer tercio del siglo XX las nuevas generaciones de acuarelistas contaron con la transmisión de un patrimonio acuarelístico propinado por una escuela local de acuarela, forjada por los órganos oficiales y las sociedades pero, sobre todo, por la labor de los acuarelistas que les precedieron. Sin embargo, aunque muchos acuarelistas dominaban la técnica, solo unos pocos siguieron adelante con el progresivo trayecto que parecía haber emprendido este género artístico en Valencia, desde el último tercio del siglo anterior. Así, a pesar de la recesión de la acuarela, sobrevenida a partir de la entrada del siglo XX, pintores acuarelistas como Peppino Benlliure, José Segrelles y Genaro Lahuerta, son cada día más valorados.