Transformaciones de la utopía y la distopía en la postmodernidad. Aspectos ontológicos, epistemológicos y políticos.

  1. Martorell Campos, Francisco
Dirigida por:
  1. Vicente Sanfélix Director/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 14 de mayo de 2015

Tribunal:
  1. Antonio Campillo Meseguer Presidente/a
  2. Neus Campillo Secretario/a
  3. Andoni Alonso Puelles Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 379573 DIALNET lock_openTESEO editor

Resumen

Premisas Esta tesis doctoral se ubica en el cruce situado entre la filosofía política y la crítica de la cultura. Su objetivo primordial consiste en analizar, interpretar y valorar las repercusiones de la postmodernidad en el paradigma teórico inherente a la utopía y la distopía. Para coronar esta meta, antes es preciso determinar el conjunto de presupuestos que definieron a ambas durante la modernidad. ¿Cómo se aglutina algo tan complejo, poliédrico y volátil como “el conjunto de presupuestos” de la utopía y la distopía? Remitiendo el continente y contenido de todos ellos a los dilemas constitutivos de tres dominios medulares: la ontología, la epistemología y la política. Una vez establecidos y dispuestos de tal manera los fundamentos filosóficos de la utopía y la distopía modernas puede decretarse el significado de los impactos postmodernos sobre los mismos y llegar a las conclusiones pertinentes acerca de su vigencia o urgente renovación. La noción de utopía barajada en la presente investigación comprende tres ámbitos: el deseo prospectivo de perfeccionamiento, el género literario (también ensayístico) especializado en la descripción (teorización) de sociedades ideales y la acción política encaminada a la transformación de la realidad social o a la creación inmediata de una comunidad alternativa. Aunque todas las esferas citadas pueden examinarse en conjunto, nosotros hemos optado por desmenuzar el fenómeno utópico ciñéndonos principalmente a su manifestación literaria o textual, sin que ello implique omitir o devaluar la relevancia de lo desiderativo y político del utopismo. Menos complejidad semántica presenta la distopía, distinguida por nombrar, casi muy preferentemente, a un género literario contemporáneo consagrado, entre otras funciones, a negar o estigmatizar la utopía. Mi trabajo interviene activamente en dos debates teóricos concernientes a problemáticas cardinales de la realidad occidental contemporánea. El primero de ellos, utopía versus distopía, gravita alrededor de dos mentalidades traducidas privilegiada aunque no exclusivamente en sendos géneros literarios-ensayísticos y ocupa posiciones minoritarias en el ranking de las lides teóricas. El segundo, modernidad versus postmodernidad, gravita alrededor de dos etapas históricas y si bien ha perdido buena parte del protagonismo estelar alcanzado durante los ochenta y los noventa a causa del academicismo y despolitización en boga sigue movilizando a notables sectores del pensamiento. Aunque mi tesis doctoral tiene por designio concretar el estatuto actual de la utopía y la distopía a la luz del tránsito modernidad-postmodernidad, no es menos cierto que puede leerse como una exégesis de dicho tránsito a la luz de la utopía y la distopía. El estudio que hemos emprendido constata que las transformaciones suscitadas tras la llegada de la postmodernidad a nivel económico, tecnológico, social, político y filosófico han invalidado, problematizado o trastocado el conglomerado de premisas ontológicas, epistemológicas y políticas que cimentaron históricamente a la utopía y la distopía, dejándolas en un impasse del que deberán salir a medio o largo plazo profundamente renovadas. Pero hasta que eso suceda, si es que sucede, la situación se antoja preocupante para el pensamiento crítico y la acción reivindicativa, sobre todo si nos ceñimos a la utopía. No en vano, ella provee de algo más que desenmascaramientos refutadores de lo dado. Provee lo más difícil, alternativas a lo que ya existe. De ahí que resulte más que pertinente investigar los vericuetos de la crisis de la utopía, estando como estamos inmersos en una crisis económica devastadora provocada por la lógica autodestructiva de un sistema para el que no tenemos, pese a todo el dolor y miseria que genera, pese a su aguda crisis de legitimidad, alternativas innovadoras, ilusionantes, razonables. Pensar en los peligros y beneficios de la utopía y fijar algunas propuestas de cambio en virtud de las nuevas circunstancias y exigencias, se antoja una labor imprescindible para quienes se resisten a creer que la historia ha terminado porque ya vivimos en el mejor de los mundos posibles. Bibliografía Al profundizar en problemas cuyo esclarecimiento requiere de multitud de perspectivas, la naturaleza de la investigación aquí resumida es inevitablemente coral, si bien existen autores (Fredric Jameson, por ejemplo) que cuentan con un protagonismo destacado. Los recursos bibliográficos consultados se organizan en cuatro grupos: i) Utopías y distopías literarias de todas las épocas, desde el Renacimiento hasta la actualidad, con nombres de la talla de Moro, Bacon, Campanella, Swift, Verne, Wells, Morris, Cabet, Bellamy, Huxley, Unamuno, Orwell, Rand, Vian, Le Guin, Bradbury, Jünger, Vonnegut, Skinner, Calvino, Robinson, Sterling, Egan y Houellebecq. ii) Ensayos que expresan, voluntariamente o no, un pensamiento utópico o distópico determinado, caso de Platón, Descartes, el Rousseau de El Contrato social, Condorcet, Comte, Bernal, Dewey, Bacca, Habermas, Rorty, Negri y Moravec por la parte utópica y el Rousseau de los Discursos, Spengler, Freud, Wittgenstein, Kayek, Jaspers, Heidegger, Anders, Baudrillard y Virilio por la parte distópica, sin olvidar figuras mixtas como Marx, Nietzsche, Horkheimer, Marcuse, Foucault, Sloterdijk y Fukuyama. iii) Libros, capítulos de libros o artículos dedicados a la inspección histórica, sociológica, política, estética o filosófica de la utopía y/o la distopía. En este grupo cabe incluir algunas autorías ya citadas arriba, y añadir las de Aristóteles, Mannheim, Mumford, Bloch, Popper, Berlin, Polak, Cioran, Frye, Shklar, Neussüs, Nozik, Eliade, Tillich, Trousson, Ricoeur, Cohn, Jameson, Harvey, Mattelart, Levitas, Eagleton, Zizek, Molinuevo, Francescutti, Vattimo, Sargent, Anderson y Kumar. iv) Ensayos que indagan filosófica y sociológicamente la postmodernidad. Junto a una gran representación de autores mentados, es obligatorio aludir a Lyotard, Lipovetski, Bauman, Norris, Wellmer, Gergen, Giddens y Duque. Objetivos En cuanto a los objetivos específicos de mi tesis, cabe enumerar los siguientes: i) Definir los conceptos de utopía y distopía conforme a los estudios más importantes versados sobre el particular, y presentar un criterio de demarcación para ambas en relación a otros géneros semejantes que permita circunscribir sus niveles específicos de actuación (deseo, forma, praxis), descubrir sus fuentes y especificar sus funciones. ii) Localizar y examinar los presupuestos filosóficos compartidos por las utopías y las distopías modernas en los campos de la ontología (dilemas natural-artificial, naturaleza-historia...), la epistemología (dilemas tecnología-humanidades, ciencias de la naturaleza-ciencias del espíritu...) y la política (dilemas Todo-parte, público-privado...). iii) Desentrañar las conexiones establecidas entre tales presupuestos dentro del discurso utopista tomando de ejes a la idea de progreso y la fe en el futuro, dueto ilustrado de cuya valoración depende la militancia utópica o distópica de la obra en cuestión. iv) Desvelar el diagnóstico estándar de la modernidad deducible de las utopías y distopías y remarcar las semejanzas existentes entre el diagnóstico distópico acerca de la racionalización y el diagnóstico filosófico emprendido sobre idéntica cuestión por autores como Weber, Jaspers, Adorno, Heidegger o Freud. v) Dilucidar los rasgos idiosincrásicos de la postmodernidad, tanto culturales como materiales, a fin de moldear una representación global de la misma que facilite la labor de detectar e interpretar las continuidades y rupturas que exhibe respecto a la modernidad. vi) Mostrar, en contra de lo propugnado por las más heterogéneas escuelas de la actividad teórica de las últimas tres décadas, que la llegada de la postmodernidad y del consiguiente “final de la historia” no implica la muerte de la utopía, sino un desplazamiento de sus anhelos y una transformación de sus plasmaciones textuales y prácticas. vii) Mostrar cómo las modificaciones económicas, tecnológicas, filosóficas y sociales recientes acarrean la refutación o cuanto menos el cuestionamiento de los presupuestos filosóficos dualistas alrededor de los cuales se congregaban las manifestaciones utópicas y distópicas de todo signo a lo largo de la modernidad. viii) Diseñar una caracterización filosófica precisa de las utopías y las distopías postmodernas a la luz de las modificaciones contextuales citadas, subrayando sus rupturas y continuidades respecto a las utopías y distopías anteriores y aclarando el tipo de deseos y ansiedades que reflejan y producen. ix) Determinar a partir del escenario postmoderno vigente los aciertos y errores de los diagnósticos esperanzados y fatalistas de la modernidad ?relativos a cuestiones como la tecnología, la razón, el Estado, la naturaleza o la emancipación? manufacturados por la cultura popular y la alta cultura. Estructura La consecución de los objetivos señalados se estructura en cuatro capítulos. Los dos primeros se ocupan de la definición de los conceptos de utopía y distopía. Durante el apartado 1.1, comprobamos la dificultad de determinar el significado de utopía a causa de la naturaleza explícitamente política y polisémica del concepto en cuestión. En lugar de definir a la utopía en virtud de alguna presunta constante, lo hacemos en virtud de los ámbitos en los que se expresa, los cuales son examinados en 1.2, 1.3 y 1.4: el deseo, la forma y la política. Las tres secciones posteriores presentan las fuentes histórico-culturales de la utopía: el descubrimiento del Nuevo Mundo, el urbanismo racionalista del helenismo y el futurismo de la tradición judeocristiana. Finalmente, se reflexiona sobre las funciones de la utopía, concluyendo con un comentario acerca de la “ilusión utópica”. El capítulo 2 contrasta la existencia de la “ambivalencia utópica”, fenómeno que dificulta la delimitación entre lo utópico y lo distópico. La sección 2.2 muestra cómo el auge de la distopía y la crisis de la utopía social son inseparables de la crisis de la idea de progreso vivida y teorizada durante el siglo XX. Otro motivo que obstaculiza, junto a la ambivalencia utópica escrutada en 2.1, la diferenciación de la utopía y la distopía es el hecho, presentado en 2.3, de que toda distopía oculta una utopía o impulsos utópicos en su interior, motivo que vuelve necesaria la distinción entre distopía y antiutopía. Por su parte, los apartados 2.4 y 2.5 vinculan a la distopía literaria con las críticas frankfortianas o vitalistas a la racionalidad instrumental y con las críticas liberales al totalitarismo. Cerrando el capítulo, estudiamos las funciones de la distopía y la naturaleza crítica de esta. El capítulo 3 concreta los presupuestos filosóficos dualistas subyacentes a la utopía y la distopía modernas. Si bien siempre cabe la posibilidad de citar alguna oscura obra desplegada al margen de esos dualismos, es indudable que el grueso de las utopías y distopías se levantaron sobre una asunción canónica de ellos. Tras un apartado introductorio (3.1) donde se presentan los planteamientos utópicos y distópicos de los tres ámbitos explorados (el ontológico, el epistemológico y el político), entramos en el análisis textual de la literatura utópica y distópica para refrendar la presencia y el papel de los dilemas involucrados en sus respectivos discursos. Las cinco secciones del apartado 3.2 se consagran a la exposición de la ontología utópica y distópica, expresada en una disyuntiva nuclear, naturaleza-artificio, y en sendos pensamientos, naturalismo y artificialismo. Por encima de otras consideraciones, el enfrentamiento entre utopía y distopía puede ilustrarse como el desempeñado entre quienes conciben el dominio tecnológico de la naturaleza como la clave del perfeccionamiento y emancipación humanas y quienes lo conciben como al responsable de su degeneración. Mientras las utopías modernas abogan por la desnaturalización, por una vida urbana racionalizada, la utopía oculta de las distopías y las utopías ruralistas abogan por la “renaturalización”, por una vida campestre, sencilla, orgánica. Clausurando el apartado 3.2, irrumpe una sección (la 3.2.5) dedicada a desvelar los presupuestos ontológicos de la utopía y la distopía desde otro dilema fundamental, esta vez concerniente a la temporalidad: el que contrapone la naturaleza a la historia. Ello permite acreditar que la desnaturalización utópica corre paralela a la deshistorización, que las sociedades imaginadas por ambos géneros a lo largo de la modernidad se muestran estáticas, ceñidas al simple presente. El apartado 3.3 sondea la epistemología utópica y distópica tomando como hilo conductor un dilema célebre: el que enfrenta a las humanidades con la tecnología, a las ciencias del espíritu con las ciencias de la naturaleza. En la sección 3.3.1 comprobamos que la utopía estándar, pese a sus propósitos oficiales (crear una ciudadanía culta en su totalidad), prioriza explícitamente los saberes tecnológicos y manuales sobre los eruditos, sentenciando a las letras a una proletarización que no pocas veces deriva, ondeando la disolución de las élites culturales como justificación, en cierto desdén popular hacia ellas. Por contra, la distopía no solo prioriza a las humanidades sobre la ciencia y la tecnología, sino que les concede un poder emancipador. La reacción distópica contra la utopía será en esta esfera siempre la misma: mostrar civilizaciones del futuro donde su indignidad e inhumanidad se basan en la desnaturalización y, como parte epistemológica de ella, en la prohibición o adulteración de la literatura y del resto de saberes humanísticos. A fin de profundizar en los divergentes estatutos concedidos por los imaginarios utópicos y distópicos a la tecnología, hilvanamos en la sección 3.3.2 un estudio de las representaciones que ambos formulan de las máquinas. Mientras la novela utópica (incluso en su modalidad ruralista) percibe en la máquina una aliada de la emancipación, la distopía la cataloga de entidad alienante en la medida en que esclaviza o reemplaza al ser humano. En semejante óptica tecnófoba confluyen el naturalismo ontológico y el epistemológico, y de tal confluencia brotan el culpabilismo naturalista (la sensación de que recibiremos un castigo mortal al cometer el pecado de dominar la naturaleza) y el “síndrome de Frankenstein” (el temor a que las máquinas terminen eliminando a sus creadores). En el capítulo 3.4 se escrutan las premisas políticas compartidas por la utopía y la distopía modernas. Ahora el dualismo rector es el conformado por los extremos del Todo y la parte, pilares de una rica familia de disyuntivas (Estado-individuo, igualdad-libertad, etcétera) que ha acompañado siempre al pensamiento político moderno. La clave de este bloque temático recae en el “abandono de la propiedad privada del yo”, experiencia relativa a la subjetivad cuya meta apunta a la reducción de la multiplicidad a unidad gestada por el Leviatán (3.4.1). Tal abandono caracteriza al conjunto de las utopías modernas y se expresa, lo corroboramos en 3.4.2, en el sacrificio de la libertad, la singularidad y la privacidad. La intervención distópica en lo político se analiza en 3.4.3. A grosso modo, consiste en mostrar cómo la despersonalización inherente al “abandono de la propiedad privada del yo” conduce, junto a la desnaturalización ontológica y la desespiritualización epistemológica, al peor de los infiernos totalitarios. A juicio de la distopía, si la utopía estándar se hiciera realidad primaría un grado tal de regulación, estandarización, uniformización y vigilancia que no habría espacio alguno para ocultarse del nosotros y cultivar el yo, ni siquiera el pensamiento. La solución que propone, valorada críticamente en 3.4.4, conecta con el naturalismo ontológico estudiado en 3.2, invita, acompañada por la utopía ruralista, a abandonar la vida urbana y regresar a los brazos de la naturaleza. El capítulo 4 inspecciona las repercusiones de la postmodernidad en todos los supuestos utópicos y distópicos desgranados en el capítulo anterior. Los tres puntos del apartado 4.1 ofrecen una caracterización provisional de la postmodernidad. Según argumentamos en 4.1.1, el pensamiento postmoderno puede compararse parcialmente con una segunda secularización que mundaniza a los actores de la primera, entre ellos a la utopía. Al examen de la supuesta muerte de la utopía acontecida en la postmodernidad (era colmada de defunciones: la del sujeto, la razón, la verdad, la naturaleza, la historia...) se consagra la sección 4.1.2, donde ofrezco pruebas suficientes para concluir que el contexto postmoderno comprende incidencias sociales, políticas y económicas que provocan la crisis de la utopía social, pero no el fin de la utopía. Por último (4.1.3), presento al capitalismo tardío o multinacional, el auténtico Todo postmoderno. El apartado 4.2 vuelve al ámbito ontológico a fin de evaluar los impactos de la postmodernización. En 4.2.1 muestro que la postmodernidad acoge la desnaturalización suprema, la toma de conciencia de que no existe ningún espacio allende lo cultural. Mientras el capitalismo tardío mercantiliza el mundo y la teoría postmoderna deconstruye la idea de naturaleza, las tecnologías emergentes diluyen en la práctica el eje del discurso utópico y distópico moderno: la frontera entre lo natural y lo artificial. Es de tamaña desnaturalización de donde brota el transhumanismo, la utopía postmoderna por antonomasia. Analizándola (4.2.2) puede corroborarse que el deseo utópico sigue activo, pero que ha cambiado de contenido, suspirando, en estos momentos, por el logro tecnocientífico de la inmortalidad. Heredero del sector baconiano del utopismo, el transhumanismo da lugar a un discurso en el que la meta de crear políticamente una sociedad postcapitalista es sustituida por la de crear tecnológicamente un cuerpo postbiológico. Alrededor de este presumible apoliticismo hilvanaremos las críticas dirigidas contra la utopía transhumanista y nuestra propia posición sobre el particular. Las secciones 4.2.3 y 4.2.4 dejan a un lado las modificaciones espaciales propias de la postmodernidad (la gestación de un espacio plenamente artificial) para ocuparse de las modificaciones de la temporalidad. Llama la atención que la sociedad realmente existente parece mimetizar a las sociedades imaginadas por las utopías y las distopías modernas. Es decir, al igual que estas nuestro sistema gira únicamente en torno al presente, sin pasado ni futuro, en una Eterna Repetición de lo Mismo que asfixia la producción de acontecimientos y que suma a la desnaturalización la deshistorización. La utopía que se quiera renovada debe, por tanto, operar un giro drástico respecto a las tradicionales: inscribir la sociedad ideal en el devenir, imaginarla dinámica, abierta a la historia y al futuro. A lo largo del apartado 4.3 se estudian las repercusiones de la postmodernidad en la epistemología. Durante la sección 4.3.1 se hace patente que la cyborgización transhumanista diluye el dualismo hombre-máquina, pormenor que replica la desnaturalización ontológica en el terreno epistemológico. Asimismo, se hace patente que el cuerpo biológico se instituye en el espacio privilegiado donde el utopismo postmoderno estándar piensa en intervenir para reconstruirlo y mejorarlo. La sección 4.3.2 se ocupa de presentar un planteamiento sobre las humanidades adverso al de las distopías modernas para abrir una reflexión sobre la militancia humanista (y por ende moderna en este campo) del transhumanismo. En el apartado 4.4, se indagan las secuelas políticas de la postmodernidad. Una sección introductoria, la 4.4.1, sienta las bases de los cambios sociopolíticos a los que la utopía y la utopía se enfrentan en la actualidad tomando como objeto de análisis a la fragmentación social. A resultas de este incidente, la sociedad adopta la forma de una red descentrada, ubicua y simétrica donde medra la divinización del pluralismo, la diferencia y el conflicto, la estigmatización de lo colectivo y la bancarrota del Leviatán. Este decorado refuta al diagnóstico distópico de la modernidad, obligando a la distopía literaria a una urgente renovación en lo tocante a la representación de la sociedad indeseable (la sección 4.4.4 profundiza en las directrices de dicha renovación). Tras presentar el escenario sociológico postmoderno, nuestro trabajo da cuenta en la sección 4.4.2 de la postmodernización política. Si en la modernidad primaba el “abandono de la propiedad privada del yo”, en la postmodernidad prima lo opuesto, el “abandono de la propiedad privada del nosotros”, tendencia no menos alienante que las desatadas bajo la hegemonía del Todo. La sección 4.4.3 examina las contraindicaciones y beneficios que se postulan del trasvase de la fragmentación al terreno de la izquierda transformadora y la utopía. Por una parte, en la postmodernidad ambas renuncian a la universalidad en favor de lo particular, justo cuando el adversario es más universal que nunca, quedando en franca desventaja. Por otra parte, renuncian (o renunciaban, pues la actual crisis ha modificado esta orientación) a primar el sesgo económico de la injusticia en favor del sesgo cultural, y justo cuando el todo es más económico y economicista que nunca. Mas la postmodernización de la política ha transmitido a la utopía una certeza en adelante ineludible: que ninguna sociedad será ideal en ningún sentido si el Todo asfixia a las partes y reprime la diversidad sexual, cultural y política. Premisas Esta tesis doctoral se ubica en el cruce situado entre la filosofía política y la crítica de la cultura. Su objetivo primordial consiste en analizar, interpretar y valorar las repercusiones de la postmodernidad en el paradigma teórico inherente a la utopía y la distopía. Para coronar esta meta, antes es preciso determinar el conjunto de presupuestos que definieron a ambas durante la modernidad. ¿Cómo se aglutina algo tan complejo, poliédrico y volátil como “el conjunto de presupuestos” de la utopía y la distopía? Remitiendo el continente y contenido de todos ellos a los dilemas constitutivos de tres dominios medulares: la ontología, la epistemología y la política. Una vez establecidos y dispuestos de tal manera los fundamentos filosóficos de la utopía y la distopía modernas puede decretarse el significado de los impactos postmodernos sobre los mismos y llegar a las conclusiones pertinentes acerca de su vigencia o urgente renovación. La noción de utopía barajada en la presente investigación comprende tres ámbitos: el deseo prospectivo de perfeccionamiento, el género literario (también ensayístico) especializado en la descripción (teorización) de sociedades ideales y la acción política encaminada a la transformación de la realidad social o a la creación inmediata de una comunidad alternativa. Aunque todas las esferas citadas pueden examinarse en conjunto, nosotros hemos optado por desmenuzar el fenómeno utópico ciñéndonos principalmente a su manifestación literaria o textual, sin que ello implique omitir o devaluar la relevancia de lo desiderativo y político del utopismo. Menos complejidad semántica presenta la distopía, distinguida por nombrar, casi muy preferentemente, a un género literario contemporáneo consagrado, entre otras funciones, a negar o estigmatizar la utopía. Mi trabajo interviene activamente en dos debates teóricos concernientes a problemáticas cardinales de la realidad occidental contemporánea. El primero de ellos, utopía versus distopía, gravita alrededor de dos mentalidades traducidas privilegiada aunque no exclusivamente en sendos géneros literarios-ensayísticos y ocupa posiciones minoritarias en el ranking de las lides teóricas. El segundo, modernidad versus postmodernidad, gravita alrededor de dos etapas históricas y si bien ha perdido buena parte del protagonismo estelar alcanzado durante los ochenta y los noventa a causa del academicismo y despolitización en boga sigue movilizando a notables sectores del pensamiento. Aunque mi tesis doctoral tiene por designio concretar el estatuto actual de la utopía y la distopía a la luz del tránsito modernidad-postmodernidad, no es menos cierto que puede leerse como una exégesis de dicho tránsito a la luz de la utopía y la distopía. El estudio que hemos emprendido constata que las transformaciones suscitadas tras la llegada de la postmodernidad a nivel económico, tecnológico, social, político y filosófico han invalidado, problematizado o trastocado el conglomerado de premisas ontológicas, epistemológicas y políticas que cimentaron históricamente a la utopía y la distopía, dejándolas en un impasse del que deberán salir a medio o largo plazo profundamente renovadas. Pero hasta que eso suceda, si es que sucede, la situación se antoja preocupante para el pensamiento crítico y la acción reivindicativa, sobre todo si nos ceñimos a la utopía. No en vano, ella provee de algo más que desenmascaramientos refutadores de lo dado. Provee lo más difícil, alternativas a lo que ya existe. De ahí que resulte más que pertinente investigar los vericuetos de la crisis de la utopía, estando como estamos inmersos en una crisis económica devastadora provocada por la lógica autodestructiva de un sistema para el que no tenemos, pese a todo el dolor y miseria que genera, pese a su aguda crisis de legitimidad, alternativas innovadoras, ilusionantes, razonables. Pensar en los peligros y beneficios de la utopía y fijar algunas propuestas de cambio en virtud de las nuevas circunstancias y exigencias, se antoja una labor imprescindible para quienes se resisten a creer que la historia ha terminado porque ya vivimos en el mejor de los mundos posibles. Bibliografía Al profundizar en problemas cuyo esclarecimiento requiere de multitud de perspectivas, la naturaleza de la investigación aquí resumida es inevitablemente coral, si bien existen autores (Fredric Jameson, por ejemplo) que cuentan con un protagonismo destacado. Los recursos bibliográficos consultados se organizan en cuatro grupos: i) Utopías y distopías literarias de todas las épocas, desde el Renacimiento hasta la actualidad, con nombres de la talla de Moro, Bacon, Campanella, Swift, Verne, Wells, Morris, Cabet, Bellamy, Huxley, Unamuno, Orwell, Rand, Vian, Le Guin, Bradbury, Jünger, Vonnegut, Skinner, Calvino, Robinson, Sterling, Egan y Houellebecq. ii) Ensayos que expresan, voluntariamente o no, un pensamiento utópico o distópico determinado, caso de Platón, Descartes, el Rousseau de El Contrato social, Condorcet, Comte, Bernal, Dewey, Bacca, Habermas, Rorty, Negri y Moravec por la parte utópica y el Rousseau de los Discursos, Spengler, Freud, Wittgenstein, Kayek, Jaspers, Heidegger, Anders, Baudrillard y Virilio por la parte distópica, sin olvidar figuras mixtas como Marx, Nietzsche, Horkheimer, Marcuse, Foucault, Sloterdijk y Fukuyama. iii) Libros, capítulos de libros o artículos dedicados a la inspección histórica, sociológica, política, estética o filosófica de la utopía y/o la distopía. En este grupo cabe incluir algunas autorías ya citadas arriba, y añadir las de Aristóteles, Mannheim, Mumford, Bloch, Popper, Berlin, Polak, Cioran, Frye, Shklar, Neussüs, Nozik, Eliade, Tillich, Trousson, Ricoeur, Cohn, Jameson, Harvey, Mattelart, Levitas, Eagleton, Zizek, Molinuevo, Francescutti, Vattimo, Sargent, Anderson y Kumar. iv) Ensayos que indagan filosófica y sociológicamente la postmodernidad. Junto a una gran representación de autores mentados, es obligatorio aludir a Lyotard, Lipovetski, Bauman, Norris, Wellmer, Gergen, Giddens y Duque. Objetivos En cuanto a los objetivos específicos de mi tesis, cabe enumerar los siguientes: i) Definir los conceptos de utopía y distopía conforme a los estudios más importantes versados sobre el particular, y presentar un criterio de demarcación para ambas en relación a otros géneros semejantes que permita circunscribir sus niveles específicos de actuación (deseo, forma, praxis), descubrir sus fuentes y especificar sus funciones. ii) Localizar y examinar los presupuestos filosóficos compartidos por las utopías y las distopías modernas en los campos de la ontología (dilemas natural-artificial, naturaleza-historia...), la epistemología (dilemas tecnología-humanidades, ciencias de la naturaleza-ciencias del espíritu...) y la política (dilemas Todo-parte, público-privado...). iii) Desentrañar las conexiones establecidas entre tales presupuestos dentro del discurso utopista tomando de ejes a la idea de progreso y la fe en el futuro, dueto ilustrado de cuya valoración depende la militancia utópica o distópica de la obra en cuestión. iv) Desvelar el diagnóstico estándar de la modernidad deducible de las utopías y distopías y remarcar las semejanzas existentes entre el diagnóstico distópico acerca de la racionalización y el diagnóstico filosófico emprendido sobre idéntica cuestión por autores como Weber, Jaspers, Adorno, Heidegger o Freud. v) Dilucidar los rasgos idiosincrásicos de la postmodernidad, tanto culturales como materiales, a fin de moldear una representación global de la misma que facilite la labor de detectar e interpretar las continuidades y rupturas que exhibe respecto a la modernidad. vi) Mostrar, en contra de lo propugnado por las más heterogéneas escuelas de la actividad teórica de las últimas tres décadas, que la llegada de la postmodernidad y del consiguiente “final de la historia” no implica la muerte de la utopía, sino un desplazamiento de sus anhelos y una transformación de sus plasmaciones textuales y prácticas. vii) Mostrar cómo las modificaciones económicas, tecnológicas, filosóficas y sociales recientes acarrean la refutación o cuanto menos el cuestionamiento de los presupuestos filosóficos dualistas alrededor de los cuales se congregaban las manifestaciones utópicas y distópicas de todo signo a lo largo de la modernidad. viii) Diseñar una caracterización filosófica precisa de las utopías y las distopías postmodernas a la luz de las modificaciones contextuales citadas, subrayando sus rupturas y continuidades respecto a las utopías y distopías anteriores y aclarando el tipo de deseos y ansiedades que reflejan y producen. ix) Determinar a partir del escenario postmoderno vigente los aciertos y errores de los diagnósticos esperanzados y fatalistas de la modernidad ?relativos a cuestiones como la tecnología, la razón, el Estado, la naturaleza o la emancipación? manufacturados por la cultura popular y la alta cultura. Estructura La consecución de los objetivos señalados se estructura en cuatro capítulos. Los dos primeros se ocupan de la definición de los conceptos de utopía y distopía. Durante el apartado 1.1, comprobamos la dificultad de determinar el significado de utopía a causa de la naturaleza explícitamente política y polisémica del concepto en cuestión. En lugar de definir a la utopía en virtud de alguna presunta constante, lo hacemos en virtud de los ámbitos en los que se expresa, los cuales son examinados en 1.2, 1.3 y 1.4: el deseo, la forma y la política. Las tres secciones posteriores presentan las fuentes histórico-culturales de la utopía: el descubrimiento del Nuevo Mundo, el urbanismo racionalista del helenismo y el futurismo de la tradición judeocristiana. Finalmente, se reflexiona sobre las funciones de la utopía, concluyendo con un comentario acerca de la “ilusión utópica”. El capítulo 2 contrasta la existencia de la “ambivalencia utópica”, fenómeno que dificulta la delimitación entre lo utópico y lo distópico. La sección 2.2 muestra cómo el auge de la distopía y la crisis de la utopía social son inseparables de la crisis de la idea de progreso vivida y teorizada durante el siglo XX. Otro motivo que obstaculiza, junto a la ambivalencia utópica escrutada en 2.1, la diferenciación de la utopía y la distopía es el hecho, presentado en 2.3, de que toda distopía oculta una utopía o impulsos utópicos en su interior, motivo que vuelve necesaria la distinción entre distopía y antiutopía. Por su parte, los apartados 2.4 y 2.5 vinculan a la distopía literaria con las críticas frankfortianas o vitalistas a la racionalidad instrumental y con las críticas liberales al totalitarismo. Cerrando el capítulo, estudiamos las funciones de la distopía y la naturaleza crítica de esta. El capítulo 3 concreta los presupuestos filosóficos dualistas subyacentes a la utopía y la distopía modernas. Si bien siempre cabe la posibilidad de citar alguna oscura obra desplegada al margen de esos dualismos, es indudable que el grueso de las utopías y distopías se levantaron sobre una asunción canónica de ellos. Tras un apartado introductorio (3.1) donde se presentan los planteamientos utópicos y distópicos de los tres ámbitos explorados (el ontológico, el epistemológico y el político), entramos en el análisis textual de la literatura utópica y distópica para refrendar la presencia y el papel de los dilemas involucrados en sus respectivos discursos. Las cinco secciones del apartado 3.2 se consagran a la exposición de la ontología utópica y distópica, expresada en una disyuntiva nuclear, naturaleza-artificio, y en sendos pensamientos, naturalismo y artificialismo. Por encima de otras consideraciones, el enfrentamiento entre utopía y distopía puede ilustrarse como el desempeñado entre quienes conciben el dominio tecnológico de la naturaleza como la clave del perfeccionamiento y emancipación humanas y quienes lo conciben como al responsable de su degeneración. Mientras las utopías modernas abogan por la desnaturalización, por una vida urbana racionalizada, la utopía oculta de las distopías y las utopías ruralistas abogan por la “renaturalización”, por una vida campestre, sencilla, orgánica. Clausurando el apartado 3.2, irrumpe una sección (la 3.2.5) dedicada a desvelar los presupuestos ontológicos de la utopía y la distopía desde otro dilema fundamental, esta vez concerniente a la temporalidad: el que contrapone la naturaleza a la historia. Ello permite acreditar que la desnaturalización utópica corre paralela a la deshistorización, que las sociedades imaginadas por ambos géneros a lo largo de la modernidad se muestran estáticas, ceñidas al simple presente. El apartado 3.3 sondea la epistemología utópica y distópica tomando como hilo conductor un dilema célebre: el que enfrenta a las humanidades con la tecnología, a las ciencias del espíritu con las ciencias de la naturaleza. En la sección 3.3.1 comprobamos que la utopía estándar, pese a sus propósitos oficiales (crear una ciudadanía culta en su totalidad), prioriza explícitamente los saberes tecnológicos y manuales sobre los eruditos, sentenciando a las letras a una proletarización que no pocas veces deriva, ondeando la disolución de las élites culturales como justificación, en cierto desdén popular hacia ellas. Por contra, la distopía no solo prioriza a las humanidades sobre la ciencia y la tecnología, sino que les concede un poder emancipador. La reacción distópica contra la utopía será en esta esfera siempre la misma: mostrar civilizaciones del futuro donde su indignidad e inhumanidad se basan en la desnaturalización y, como parte epistemológica de ella, en la prohibición o adulteración de la literatura y del resto de saberes humanísticos. A fin de profundizar en los divergentes estatutos concedidos por los imaginarios utópicos y distópicos a la tecnología, hilvanamos en la sección 3.3.2 un estudio de las representaciones que ambos formulan de las máquinas. Mientras la novela utópica (incluso en su modalidad ruralista) percibe en la máquina una aliada de la emancipación, la distopía la cataloga de entidad alienante en la medida en que esclaviza o reemplaza al ser humano. En semejante óptica tecnófoba confluyen el naturalismo ontológico y el epistemológico, y de tal confluencia brotan el culpabilismo naturalista (la sensación de que recibiremos un castigo mortal al cometer el pecado de dominar la naturaleza) y el “síndrome de Frankenstein” (el temor a que las máquinas terminen eliminando a sus creadores). En el capítulo 3.4 se escrutan las premisas políticas compartidas por la utopía y la distopía modernas. Ahora el dualismo rector es el conformado por los extremos del Todo y la parte, pilares de una rica familia de disyuntivas (Estado-individuo, igualdad-libertad, etcétera) que ha acompañado siempre al pensamiento político moderno. La clave de este bloque temático recae en el “abandono de la propiedad privada del yo”, experiencia relativa a la subjetivad cuya meta apunta a la reducción de la multiplicidad a unidad gestada por el Leviatán (3.4.1). Tal abandono caracteriza al conjunto de las utopías modernas y se expresa, lo corroboramos en 3.4.2, en el sacrificio de la libertad, la singularidad y la privacidad. La intervención distópica en lo político se analiza en 3.4.3. A grosso modo, consiste en mostrar cómo la despersonalización inherente al “abandono de la propiedad privada del yo” conduce, junto a la desnaturalización ontológica y la desespiritualización epistemológica, al peor de los infiernos totalitarios. A juicio de la distopía, si la utopía estándar se hiciera realidad primaría un grado tal de regulación, estandarización, uniformización y vigilancia que no habría espacio alguno para ocultarse del nosotros y cultivar el yo, ni siquiera el pensamiento. La solución que propone, valorada críticamente en 3.4.4, conecta con el naturalismo ontológico estudiado en 3.2, invita, acompañada por la utopía ruralista, a abandonar la vida urbana y regresar a los brazos de la naturaleza. El capítulo 4 inspecciona las repercusiones de la postmodernidad en todos los supuestos utópicos y distópicos desgranados en el capítulo anterior. Los tres puntos del apartado 4.1 ofrecen una caracterización provisional de la postmodernidad. Según argumentamos en 4.1.1, el pensamiento postmoderno puede compararse parcialmente con una segunda secularización que mundaniza a los actores de la primera, entre ellos a la utopía. Al examen de la supuesta muerte de la utopía acontecida en la postmodernidad (era colmada de defunciones: la del sujeto, la razón, la verdad, la naturaleza, la historia...) se consagra la sección 4.1.2, donde ofrezco pruebas suficientes para concluir que el contexto postmoderno comprende incidencias sociales, políticas y económicas que provocan la crisis de la utopía social, pero no el fin de la utopía. Por último (4.1.3), presento al capitalismo tardío o multinacional, el auténtico Todo postmoderno. El apartado 4.2 vuelve al ámbito ontológico a fin de evaluar los impactos de la postmodernización. En 4.2.1 muestro que la postmodernidad acoge la desnaturalización suprema, la toma de conciencia de que no existe ningún espacio allende lo cultural. Mientras el capitalismo tardío mercantiliza el mundo y la teoría postmoderna deconstruye la idea de naturaleza, las tecnologías emergentes diluyen en la práctica el eje del discurso utópico y distópico moderno: la frontera entre lo natural y lo artificial. Es de tamaña desnaturalización de donde brota el transhumanismo, la utopía postmoderna por antonomasia. Analizándola (4.2.2) puede corroborarse que el deseo utópico sigue activo, pero que ha cambiado de contenido, suspirando, en estos momentos, por el logro tecnocientífico de la inmortalidad. Heredero del sector baconiano del utopismo, el transhumanismo da lugar a un discurso en el que la meta de crear políticamente una sociedad postcapitalista es sustituida por la de crear tecnológicamente un cuerpo postbiológico. Alrededor de este presumible apoliticismo hilvanaremos las críticas dirigidas contra la utopía transhumanista y nuestra propia posición sobre el particular. Las secciones 4.2.3 y 4.2.4 dejan a un lado las modificaciones espaciales propias de la postmodernidad (la gestación de un espacio plenamente artificial) para ocuparse de las modificaciones de la temporalidad. Llama la atención que la sociedad realmente existente parece mimetizar a las sociedades imaginadas por las utopías y las distopías modernas. Es decir, al igual que estas nuestro sistema gira únicamente en torno al presente, sin pasado ni futuro, en una Eterna Repetición de lo Mismo que asfixia la producción de acontecimientos y que suma a la desnaturalización la deshistorización. La utopía que se quiera renovada debe, por tanto, operar un giro drástico respecto a las tradicionales: inscribir la sociedad ideal en el devenir, imaginarla dinámica, abierta a la historia y al futuro. A lo largo del apartado 4.3 se estudian las repercusiones de la postmodernidad en la epistemología. Durante la sección 4.3.1 se hace patente que la cyborgización transhumanista diluye el dualismo hombre-máquina, pormenor que replica la desnaturalización ontológica en el terreno epistemológico. Asimismo, se hace patente que el cuerpo biológico se instituye en el espacio privilegiado donde el utopismo postmoderno estándar piensa en intervenir para reconstruirlo y mejorarlo. La sección 4.3.2 se ocupa de presentar un planteamiento sobre las humanidades adverso al de las distopías modernas para abrir una reflexión sobre la militancia humanista (y por ende moderna en este campo) del transhumanismo. En el apartado 4.4, se indagan las secuelas políticas de la postmodernidad. Una sección introductoria, la 4.4.1, sienta las bases de los cambios sociopolíticos a los que la utopía y la utopía se enfrentan en la actualidad tomando como objeto de análisis a la fragmentación social. A resultas de este incidente, la sociedad adopta la forma de una red descentrada, ubicua y simétrica donde medra la divinización del pluralismo, la diferencia y el conflicto, la estigmatización de lo colectivo y la bancarrota del Leviatán. Este decorado refuta al diagnóstico distópico de la modernidad, obligando a la distopía literaria a una urgente renovación en lo tocante a la representación de la sociedad indeseable (la sección 4.4.4 profundiza en las directrices de dicha renovación). Tras presentar el escenario sociológico postmoderno, nuestro trabajo da cuenta en la sección 4.4.2 de la postmodernización política. Si en la modernidad primaba el “abandono de la propiedad privada del yo”, en la postmodernidad prima lo opuesto, el “abandono de la propiedad privada del nosotros”, tendencia no menos alienante que las desatadas bajo la hegemonía del Todo. La sección 4.4.3 examina las contraindicaciones y beneficios que se postulan del trasvase de la fragmentación al terreno de la izquierda transformadora y la utopía. Por una parte, en la postmodernidad ambas renuncian a la universalidad en favor de lo particular, justo cuando el adversario es más universal que nunca, quedando en franca desventaja. Por otra parte, renuncian (o renunciaban, pues la actual crisis ha modificado esta orientación) a primar el sesgo económico de la injusticia en favor del sesgo cultural, y justo cuando el todo es más económico y economicista que nunca. Mas la postmodernización de la política ha transmitido a la utopía una certeza en adelante ineludible: que ninguna sociedad será ideal en ningún sentido si el Todo asfixia a las partes y reprime la diversidad sexual, cultural y política.