La vivencia de la masculinidad

Resumen

Hemos querido explorar si se mantiene el modelo tradicional de masculinidad y el grado de implicación que tiene el apego respecto a la propia vivencia de la masculinidad y en la formación de la identidad masculina. Siguiendo el trabajo de Ronald Levant (1996) escogimos su cuestionario MRNI (Inventario de Normas de Rol Masculino) basado en el paradigma de tensión-desgaste frente al paradigma tradicional, y para el estudio del apego el M. West (1998) RAQ (Cuestionario de Apego Recíproco). La muestra de nuestro estudio fue compuesta por 403 estudiantes universitarios, hombres y mujeres, con una media de 21 años para los hombres y 20 años para las mujeres, elección hecha en la línea de Levant. Esperábamos encontrar una menor restricción emocional, menor énfasis en la autorrealización, una reducción de la homofobia, una disminución en cuanto al rechazo de las llamadas conductas femeninas, así como de la agresividad; que el estatus no fuera un deseo prioritario en la vida masculina; y que las actitudes masculinas hacia el sexo fueran menos objetivizadas. Todas estas características citadas en su línea más dura han sido las atribuidas al varón desde un modelo clásico, representativo de la cultura patriarcal. Siempre, desde un planteamiento de cambio hipotetizábamos que los varones, en contraste con el modelo tradicional estarían más implicados en una mayor búsqueda de proximidad, una mayor manifestación explícita ante la separación y la pérdida, una mayor predisposición a compartir con la figura de apego y una menor expectativa respecto a la disponibilidad de su figura de apego. Obtuvimos que sí se verificaba un cambio en cuanto a una menor restricción emocional, así como el rechazo de los aspectos femeninos. También hallamos una variación positiva en cuanto a la actitud homofóbica, del mismo modo que en las actitudes hacia el sexo. En cambio, no hemos comprobado, en cuanto a lo que concierne a nuestra mue