El tesoro medieval de la catedral de Valencia

  1. Castelló Domènech, Fernando
Dirigida por:
  1. María Angeles Martí Bonafé Director/a
  2. Juan Vicente García Marsilla Codirector/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 24 de febrero de 2020

Tribunal:
  1. Rafael García Mahiques Presidente/a
  2. Matilde Miquel Juan Secretaria
  3. Sebastiana María Sabater Rebassa Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 614001 DIALNET

Resumen

Esta tesis doctoral se ha centrado en la investigación del tesoro medieval de la Catedral de Valencia con el objetivo principal de actualizar todo aquello que se había dicho sobre su origen y formación, e intentar dar un paso más, estableciendo un nuevo enfoque con el que tratar de explicar este tipo de piezas de gran valor histórico y artístico. Con esto hemos querido dejar patente la importancia del periodo medieval en la formación y posterior desarrollo del tesoro, en consonancia con el auge que experimentó la ciudad entre los siglos XIII y XVI. Para ello en un primer momento se ha comprobado que los estudios que iniciaron este interés, como los de José Sanchis Sivera y Peregrín Llorens Raga, no han sido actualizados de manera substancial. Los autores posteriores se han centrado más en analizar las figuras de los plateros que realizaron algunos de los relicarios, en el estudio de piezas concretas o en los donantes que hicieron crecer el contenido de la sacristía con numerosas reliquias. Solo se había trabajado parcialmente la composición del tesoro en las últimas décadas, atendiendo únicamente a las grandes donaciones puntuales de reliquias y relicarios –especialmente las de Alfonso el Magnánimo y Calixto III– y se había relegado al resto de contenedores al ostracismo. Lo que hemos pretendido es actualizar toda esa información hallada en el desarrollo de la investigación, partiendo de los estudios que se realizaron previamente, y profundizando en rasgos tan significativos como la significación social de estas donaciones y de la elaboración de sus contenedores. Antes de ahondar en la formación del tesoro catedralicio hemos procedido a explicar el significado del concepto de Tesoro a lo largo de la Historia, desde sus orígenes en la Antigüedad Clásica, para entender después las formas de continuidad del mismo y su variación a lo largo del periodo medieval. Dicho tesoro, como entidad física que era, requería de un espacio donde “habitar”, y se ha expuesto cómo, en general, los relicarios de catedrales y monasterios fueron conservados en unas cámaras construidas a propósito en algún lugar seguro dentro de dichos complejos arquitectónicos. En el caso de la catedral de Valencia, como en otros espacios similares, se puede establecer una conexión entre la conformación del tesoro-relicario y la construcción del llamado “Reconditorio”, un espacio que hasta no hace mucho tan solo se había investigado de manera muy somera. Se ha hecho referencia al origen del concepto reliquia, a su desarrollo a lo largo de la Edad Media y especialmente se ha intentado comprender los distintos usos que la sociedad cristiana occidental hizo de ellas, desde convertirlas en amuletos destinados a la protección en cualquier contienda bélica a ser causantes de esas mismas guerras; desde considerarlas un importante regalo entre cortes reales a constituirse en moneda de cambio en tratados de paz. En estos siglos medievales observamos que la mera tenencia de reliquias otorgaba a su poseedor cierto poder y legitimación social. Nuestra elección de la cronología medieval no ha sido desde luego por puro azar, sino porque, en primer lugar, se trata de la etapa que más reliquias y relicarios ha aportado a la sacristía y de la que han sido partícipes personajes tan sobresalientes como reyes, papas y nobles; y además, porque en los últimos siglos de la Edad Media la ciudad de Valencia se convirtió en la capital de su reino, y se vivió en ella un auge económico y cultural solo al alcance de unas pocas grandes capitales europeas, que en parte se vio reflejado en el contenido de este tesoro. El marco político en el que surgió ese nuevo reino de Valencia, la Corona de Aragón, es también el marco cultural en el que nos centramos especialmente, analizando las devociones que predominaron en ella a lo largo de la Edad Media, con una especial atención a la creación del Tesoro Real y a su ubicación inicial. Y es que, aunque la formación del tesoro catedralicio se inicia en el siglo XIII, su mayor crecimiento se dio cuando el tesoro real se depositó en la Catedral en la primera mitad del XV, de ahí nuestro interés por comprender los orígenes de la colección regia. Hemos podido comprobar que en la Corona de Aragón la concepción de tesoro, como conjunto de objetos sagrados vinculados a la monarquía, fue tardía con respecto a otros reinos europeos, y no llegaría a cuajar hasta el siglo XIV. En ese momento pasaron a considerarse este tipo de piezas como hereditarias y se comenzó a concebir que la posesión de reliquias ligadas a la familia real otorgaba a ésta un aura de prestigio. Posteriormente, se ha procedido a estudiar cada una de las reliquias y sus relicarios de origen medieval, ampliándose los datos que aportaban anteriores historiadores. La tesis no ha buscado centrarse en este caso en un único relicario o personaje, o en alguna pieza especialmente famosa e importante como el Santo Cáliz, sino en la paulatina conformación del tesoro desde el siglo XIII. Se ha tratado así de dividir ese proceso por etapas y, en algunos casos, relacionándolo con los personajes que más contribuyeron a su crecimiento con sus donaciones. Porque si bien es cierto que los relicarios son el objeto de estudio, la historia debe ser su hilo conductor. Sin esta última, aquellos contenedores de reliquias no tendrían ningún sentido ni explicación. Así, con el paso del tiempo observamos cómo el número de objetos que iban llegando a la Seu se fue incrementando al mismo ritmo que aumentaba la importancia y consideración de la ciudad en el marco de la Corona de Aragón. Entre los grandes depositarios y donantes de reliquias con sus contenedores destacan el papa Calixto III, el rey Alfonso el Magnánimo y personajes locales, como el caballero Jaume Castellà. Los objetos que ellos dejaban, e incluso el mismo acto de hacerlos llegar a la catedral, eran elementos activos dentro del tejido cultural de aquella sociedad que creó aquellos objetos y pudo gozar de ellos por primera vez. Por tanto, debemos tratar esos relicarios como documentos históricos y como hechos culturales, siendo necesario conocer el contexto concreto del que surgieron. Al estudiar la Historia desde todas sus vertientes se pueden así especificar aquellos motivos por los que promotores o artistas concibieron y confeccionaron los relicarios, e igualmente se puede conocer cómo muchos de estos contenedores fueron, en algún momento, empeñados, hurtados y hasta fundidos, cuando su consideración taumatúrgica dejó paso a la puramente material. Desde la primera reliquia donada por Luis IX de Francia en el siglo XIII hasta el supuesto busto de la Virgen regalado por el papa Alejandro VI, cada uno de esos treinta y nueve relicarios han sido seleccionados para esta tesis por su cronología medieval previo a catalogarse en su correspondiente ficha. Estas han sido elaboradas ex professo para el estudio del tesoro catedralicio aunando campos extraídos de varios modelos pertenecientes a diferentes instituciones. Todas componen de esta manera un catálogo que sintetiza las características de los relicarios de forma individual y detallada. Se trataba de estudiar el relicario de origen medieval, a partir de las piezas que siguen presentes físicamente en la catedral, por lo que iniciamos la investigación de los relicarios con el estudio de los inventarios de la sacristía del templo hasta mediados del siglo XX. De este modo obteníamos una visión mucho más amplia de las vicisitudes de las que habían sido testimonio hasta llegar a nuestros días, y tener en cuenta también aquellas piezas que, en un momento u otro, desparecieron del depósito valenciano. Sin embargo, al afrontar el estudio del periodo medieval nos encontramos a nivel archivístico, que en la Catedral de Valencia tan solo se conserva un primer inventario de sus alhajas datado en el siglo XV. Esta es una serie documental que aporta mucha información porque en ella se describe el contenido de estas dependencias, desde cuadros, cálices y relicarios, hasta la vestimenta. La escasez documental para el periodo medieval es algo frecuente en toda la Cristiandad occidental, dados los usos propios de esta época, de manera que en la catedral de Barcelona el primer inventario completo está fechado en 1492 y en Pamplona estos repertorios sólo se generalizan a partir del siglo XVI. Es posible que el cabildo valentino no considerase oportuno la confección de estos inventarios o bien es que simplemente no se han llegado a conservar. Además de los inventarios de sacristía, la serie de Libros de Tesorería también han sido una fuente importante de información, aunque también en este caso solo se conserva un ejemplar medieval y su estado de conservación es pésimo, por lo que la posibilidad de su consulta es muy limitada. Por eso, y para contrarrestar de algún modo estas carencias se ha recurrido también a la serie de los Libros de Fábrica, de los que se preservan más volúmenes de época medieval. Los documentos de archivo datados en los periodos bélicos de la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil española también han resultado interesantes. En ambas contiendas el tesoro de la catedral, y el mismo edificio, sufrieron pérdidas y desperfectos. En el caso de la orfebrería se perdieron grandes obras de arte como la custodia gótica de Joan Castellnou y el retablo renacentista de plata en la contienda decimonónica. En cuanto a las reliquias, algunas piezas fueron desposeídas de sus relicarios, conservándose tan solo los restos santos. La bibliografía también ha sido de gran importancia en el desarrollo de la tesis, y en ocasiones la combinación de los documentos de archivo y de obras antiguas ha sido fundamental para aportar datos que se desconocían. Por otro lado, las novedades que aportan esta tesis se deben también en parte a la estrecha colaboración con las instituciones encargadas de la conservación y restauración de los relicarios, el ICVR. Para concluir, como se ha podido observar, la presente tesis doctoral ha conseguido reconstruir la historia de muchos de los relicarios del tesoro catedralicio, completando diversos vacíos de información. Se han resuelto algunas incógnitas, e incluso se han abierto otras que no se habían ni planteado hasta que se inició el estudio. La aportación de nuevos datos sobre las reliquias y relicarios ha creado nuevas preguntas que tan solo en las investigaciones venideras hallarán respuesta. Por el momento, se ha actualizado toda la información relativa al tesoro, a su espacio en la sacristía y en el templo, dando a conocer las características de este tipo de cámaras del tesoro y los modelos similares en Europa. El hallazgo de nuevas reliquias, relicarios y documentos no ha hecho más que completar y engrandecer un templo que alberga ya de por sí piezas artísticas de gran relieve.