Utilidad del test “timed get up and go” en atención primaria para detectar al anciano frágil y analizar su coste sanitario

  1. Mir Sánchez, Carolina
Dirigida por:
  1. Francisco Antón García Director/a
  2. José Vicente Sorlí Guerola Codirector/a

Universidad de defensa: Universitat de València

Fecha de defensa: 12 de diciembre de 2016

Tribunal:
  1. Julio Ángel Mayol Martínez Presidente
  2. Olga Portolés Reparaz Secretario/a
  3. Ignasi Rosell Escribà Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 446240 DIALNET

Resumen

Introducción: En Atención Primaria se atienden en primera línea los problemas del anciano y la cronicidad, por tanto, son los encargados de la detección del anciano en situación de fragilidad y vulnerabilidad. La crisis financiera que afecta a nuestro país desde la primera década del siglo XXI unido al aumento de la esperanza de vida, ha puesto en peligro la sostenibilidad del sistema sanitario y ha obligado a replantearse la gestión de las patologías crónicas y la organización de las tareas entre los distintos profesionales encargados de la mejora de la salud de los pacientes. Los ancianos frágiles tienen más riesgo de caídas que el anciano no frágil, pérdida de la autonomía, fracturas e incluso de muerte. La identificación de la situación de fragilidad para implantar medidas de prevención, es de vital interés sobre todo en aquellas personas que, a pesar de su comorbilidad, no presentan ninguna condición que determine ese déficit funcional que le va a llevar a sufrir un evento adverso de salud. El test up and go es una prueba diseñada para cuantificar la movilidad, y la capacidad funcional de los pacientes ancianos, y que se correlaciona con el resultado de otras pruebas que evalúan el equilibrio y la marcha, siendo una prueba fiable y válida para identificar la fragilidad de los ancianos, destacando ésta respecto a otras por su fácil realización, y porque no requiere de personal experto que la evalúe, y pudiendo ser útil también en el seguimiento de los cambios clínicos en el tiempo. Objetivo Principal: Este trabajo tiene como objetivo evaluar la utilidad del test up and go en la detección del anciano frágil en individuos de entre 70-85 años y la valoración del gasto sanitario de estos pacientes en atención primaria. Metodología: Estudio longitudinal, prospectivo, con selección aleatoria de los sujetos a estudio según asistían a la consulta del médico de atención primaria, a partir de una cohorte de pacientes de entre 70 y 85 años que cumplían los criterios de selección, con un periodo de seguimiento de éstos de un año. Variables a estudio clínicas, antropométricas, socio-demográficas, valoración geriátrica integral, cronicidad y gasto sanitario, mediante entrevista personal y análisis de la historia clínica electrónica (HCE) Abucasis. Resultados y conclusiones: Se han reclutado un total de 273 pacientes (120 hombres y 153 mujeres), obteniendo una media de edad de 76,7±4,1 años para los hombres y de 77,1±4,1 años en las mujeres. La muestra a estudio es representativa de la población de referencia. La prevalencia de fragilidad de la muestra según el test up and go fue del 38,5%, y fue mayor en mujeres que en hombres. La prevalencia de fragilidad según el test up and go en esta investigación discrimina a aquellos que cumplen los factores de riesgo de fragilidad, de forma similar a otras evaluaciones más complejas, costosas y difíciles de implantar en atención primaria. Es una buena prueba de discriminación del deterioro funcional, y por tanto del estado de fragilidad en los ancianos, con mayor utilidad en las mujeres. El punto de corte esta entre los 10 y los 13 segundos, cuya elección va a depender de los objetivos a conseguir tras un programa de intervención. La edad y el sexo fueron los principales factores de riesgo de fragilidad y el ejercicio físico fue el único factor protector. Las caídas fueron el principal evento adverso asociado a los pacientes clasificados como frágiles por el test up and go. El coste de la fragilidad según el cribado del test up and go es superior al de los no frágiles, y se estima en más de 3.000€ al año, con una diferencia de casi 800€ en el gasto entre frágiles y no frágiles. El incremento del gasto sanitario que supone la fragilidad, estimula a la creación de estrategias basadas en el ejercicio físico para la contención del gasto sobre todo en tiempos de crisis.