El descubrimiento metafísico del hombre en Michel Henry

  1. Ferreira dos Santos, Daniel
Dirigida por:
  1. Miguel García-Baró López Director

Universidad de defensa: Universidad Pontificia Comillas

Fecha de defensa: 27 de octubre de 2016

Tribunal:
  1. Patricio Peñalver Gómez Presidente/a
  2. Graciela Fainstein Lamuedra Secretario/a
  3. Iván Ortega Rodríguez Vocal
  4. Francisco José López Sáez Vocal
  5. Miguel García-Baró López Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El desafío de la reflexión filosófica sobre la comunicación y relación entre los sujetos podría parecer una preocupación tardía en la obra de Michel Henry. La razón es que en sus obras principales, desde su tesis de maestría, La felicidad de Spinoza elaborada en 1942-1943, hasta los inicios de los años 90, con Fenomenología material, este tema no fue abordado explícitamente y con detenimiento. Es precisamente con esta última obra que Henry reflexiona sobre la quinta meditación husserliana e introduce el término pathos-con. Sin embargo, la interpretación de este aparente demorado interés es contradicha por el análisis a fondo de sus escritos más relevantes desde el primero hasta la publicación de la Esencia de la manifestación (EM). Nuestro estudio apunta precisamente a profundizar la Vida en Henry como autodonación siempre en acto en el sujeto encarnado que, en la medida en que es experimentada conscientemente por este, le sitúa en el descubrimiento de los demás sujetos como don y donación en esta misma Vida. Mostramos que esta visión ya está presente desde el inicio de sus escritos. La publicación póstuma de varios apuntes y notas del filósofo de Montpellier por parte del Fonds Michel Henry, ha confirmado esta línea de nuestro abordaje. La experiencia metafísica como herramienta de la tradición de la filosofía reflexiva, sobre todo a partir de la obra de Jean Whal con ese mismo título, es fundamental para entender la obra de Henry. Los conceptos filosófico-metafísicos de cada sistema de pensamiento se encuentran en la mayoría de los casos asociados a una experiencia en la que el pensador se basa y a partir de la cual desarrolla su visión del mundo y del hombre. Es posible argumentar la existencia de un determinada experiencia metafísica a la raíz de un edificio filosófico aunque sus mismos autores no la expliciten. En Henry la tarea es sencilla desde los albores de su obra pues La felicidad de Spinoza nos introduce en la importancia de la búsqueda de la felicidad en la confección de los conceptos spinozianos, siendo algunos arduos de entender sin una explicación de este tipo. Destaca la mención que el joven Henry hace de la categoría del deseo como guía de la investigación spinoziana y como preludio de la carne como lugar primordial de la manifestación de la esencia. No sería posible argumentar a favor de la intersubjetividad en nuestro autor sin señalar la clara distinción entre las dos regiones ontológicas de la exterioridad y del sujeto absoluto. Dicha distinción se hará aun más explicita en La esencia de la manifestación, pero está ya presente en Filosofía y fenomenología del cuerpo, inaugurando una nueva disciplina filosófica que considera la existencia de una dualidad ontológica en la que la esfera del sujeto absoluto es la primordial y originaria pues es el «donde» la Vida se manifiesta y proporciona toda manifestación. La distancia fenomenológica originaria se encuentra en esta esfera, una distancia de características radicalmente distintas a la espacial y que funda la alteridad misma a partir del Soi absoluto: la autodonación de la Vida es inmanente, en la carne, pero es a la vez otra distinta de uno mismo. La autodonación de la Vida es experiencia metafísica de roce con el absoluto que introduce precisamente en su seno la relación con los demás moi, relación que se muestra así anterior a toda exterioridad y éx-tasis. Llegamos así a identificar, partiendo de Henry, una tercera región ontológica que es la de la relación entre los sujetos que viven en la carne (hombre y mujeres), una región con sus canales de comunicación propios que escapan a la lógica de la exterioridad sin nunca dejar de tenerla en cuenta o pasar por ella. Edith Stein es una inspiración para continuar este descubrimiento del hombre, entendiendo la Einfühlung como prueba de las especiales características de esta tercera región ontológica en la que la confianza (o la falta de ella) impregna palabras y gestos que, sin abandonar su carácter material y exterior, son vetas también de esta otra región del pathos-con.