El control racional de las pasiones. Amor y piedad en la ética cartesiana de la generosidad

  1. GONZÁLEZ ROMERO, FÉLIX
Zuzendaria:
  1. Alicia Villar Ezcurra Zuzendaria

Defentsa unibertsitatea: Universidad Pontificia Comillas

Fecha de defensa: 2010(e)ko uztaila-(a)k 14

Epaimahaia:
  1. Moisés González García Presidentea
  2. Ricardo Pinilla Burgos Idazkaria
  3. Miguel García-Baró López Kidea
  4. Anselmo Manuel Suances Marcos Kidea
  5. Ana María Leyra Soriano Kidea

Mota: Tesia

Teseo: 295804 DIALNET lock_openTESEO editor

Laburpena

Desde una perspectiva histórico-crítica este trabajo pretende determinar el papel que la alteridad juega en los textos morales cartesianos a través del análisis de las pasiones que tradicionalmente han relacionado al sujeto moral con el otro: amor, amistad y piedad. La moderna rehabilitación de lo pasional y el estudio de su dimensión somática, la valoración del amor de sí o la justificación del egoísmo como mecanismo psicológico de protección que subyace a la compasión aparecen en algunos tratadistas y moralistas que preceden al padre de la filosofía moderna. Vives, Sales, Camus, Coeffeteau, Senault y Cureau de la Chambre anticipan esta nueva moral del fortalecimiento del sujeto donde se vislumbra el individualismo reinante en la tradición occidental que nace de la modernidad. Con Descartes el amor pierde el papel de pasión fundamental en la enumeración de las primitivas en beneficio de la admiración. La generosidad, la llave de todas las demás virtudes, es la justa estima de sí, una forma de admiración causada por el correcto uso de una voluntad metódicamente guiada. La clasificación tomista de los tipos de amor adquiere un papel secundario en Les passions de l'âme dando paso a una nueva donde dicha estima de sí se convierte en el criterio de categorización. El amor queda subordinado a la generosidad. El yo es el centro absoluto de una moral que se abstiene de defender un acto de beneficencia a favor del otro, desde el convencimiento de que éste posee en sí mismo los recursos racionales para sobreponerse a las situaciones de desdicha. Este posicionamiento reside en un justo juicio sobre una naturaleza mecánicamente ordenada y que nos lleva a considerar el mal como una privation, limitando la acción de la voluntad en los límites de la res cogitans.