La biología de José Ortega y Gasset. Arte y filosofía en las épocas de crisis histórica
- Toyohira, Taro
- Domingo Hernández Sánchez Director/a
Universidad de defensa: Universidad de Salamanca
Fecha de defensa: 13 de marzo de 2020
- Jesús Marcial Conill Sancho Presidente/a
- Rosa Benéitez Andrés Secretario/a
- Javier Zamora Bonilla Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
En el primer capítulo vemos cómo Ortega y Uexküll elaboran su teoría en constante crítica del darwinismo como una ideología que consiste en 1) el determinismo, 2) el utilitarismo y 3) el evolucionismo. Estos tres dogmas se basan en tres metáforas: 1’) la selección natural, 2’) la lucha por la existencia y 3’) el árbol de la vida. Primero, estudiamos la crítica de Ortega y Uexküll a estos tres aspectos representados por Ratzel, Jennings, Malinowski y Haeckel. Luego esclarecemos cómo Ortega supera estos tres aspectos darwinistas. A saber: 1) cada sujeto biológico crea y habita su Umwelt irreductible; 2) la creación del mundo no se rige por el principio utilitarista sino por el principio deportivo; 3) las diversas épocas y culturas no son distintas etapas evolutivas sino diferentes perspectivas. Estos implican lo siguiente: 1’) la tarea de la biología es la reconstrucción del mundo circundante de cada sujeto; 2’) cuando se transforma el mundo circundante, sus primeros síntomas aparecen en los ámbitos más inútiles y deportivos como son el arte y la filosofía; 3’) las épocas de crisis son tiempos fronterizos, donde aparecen los rasgos fundamentales del nuevo mundo circundante en su desnudez. Así, delimitamos nuestro tema en función de la estructura del pensamiento orteguiano. Al final del capítulo precisamos la cronología de las tres crisis históricas y sus síntomas, para tratarlos en los capítulos siguientes: a) la crisis de la Antigüedad (del año 600 al 500 a.C., aproximadamente) y sus síntomas (el estilo épico y el estilo de Heráclito y Parménides); b) la crisis de la Edad Media a la Modernidad (alrededor de 1600) y su síntoma (el estilo de Velázquez); c) la crisis de la Modernidad (alrededor de 1917) y sus síntomas (la deshumanización del arte y la biología orteguiana). En el segundo capítulo mostramos cómo el primitivo da un paso atrás antes de hacer algo, como Lagartijo al tirarse a matar. Busca un arquetipo en la absoluta antigüedad e informado por éste, se zambulle en el presente, protegido y deformado por la escafandra ilustre. Los rasgos fundamentales del mundo circundante arcaico son la estructura dual del mundo, la ausencia del yo, la causalidad tipo-deseo y la desaparición de la historia. Las características de la épica (la absoluta antigüedad y los objetos esenciales y ejemplares como su tema, la ausencia del afán creativo, el proceso creativo dual) son la manifestación de este bi-mundo mágico. También analizamos la relación personal teórica entre Ortega y Eliade. En el tercer capítulo exponemos el origen de la filosofía como una aventura colonial y fruto de esfuerzos lúdico-deportivos. También estudiamos la lucha “agonal” del dúo Ortega-Huizinga vs. Jaspers. El filósofo español reconoce la manifestación de la ruptura con el pensamiento mítico, la filosofía como la aventura colonial, el espíritu deportivo, el desprendimiento del pensar “con-fuso”, en el estilo de Heráclito y Parménides que implica, el alejamiento de la mitología, la aparición del yo intransferible, la extremada seriedad, el principialismo, la competencia deportiva y el estilo “para-doxa”. En el Interludio sobre la crisis de Roma y la Edad Media vemos cómo el cristianismo se instala en el Occidente por la dialéctica de desesperación y la aparición del cronismo lineal y el “futuro”. No obstante, el futuro de la Edad Media no era un futuro como tal, puesto que se creía que era inminente el “fin del mundo”. El “terror del año mil” forma el horizonte temporal de su Umwelt. En el cuarto capítulo analizamos la transición del mundo circundante estructurado por la metáfora de “la cera y el sello” al del “continente y su contenido”. Sus implicaciones son la transformación del mundo táctil esencialista en un mundo unificado por el punto de vista racional-visual; el giro atencional del objeto al sujeto; la aparición de la conciencia metódico-estilística. Ortega reconoce la manifestación de la transición metafórica en los estilos velazquinos. Velázquez reduce la pintura a la visualidad pura; en él la atención también gira hacia sí mismo y el pintor se fija en el estilo. Por eso pinta objetos “feos” para que la atención se fije en la forma de pintarlos. Así, Velázquez no sólo cambia la forma de pintar sino también la manera de mirar el cuadro. En el quinto capítulo vemos la llegada del “señorito satisfecho” al pleno poderío social. El ensanchamiento del mundo circundante produce automáticamente al hombre-masa. Es un niño mimado que vive de la herencia del pasado que desprecia. No tiene ningún proyecto serio del futuro e impone dondequiera su arbitrariedad como tal. Es un continente hermético y cerrado que odia a muerte todo el que no es como él. El estilo deshumanizador es la deserción de la minoría selecta, la ironía es manifestación de la relación parasitaria con el pasado y el arte artístico es una arbitrariedad como tal. La deshumanización del arte es el primer síntoma de la aparición de esta extraña forma de vida que es el señorito satisfecho. También mostramos la influencia de Lipps y Worringer sobre Ortega, así como la de éste sobre Sontag. En el último capítulo estudiamos el estilo de Ortega. Vemos que su selección temática es un intento de salvar lo nimio e insignificante; adopta el estilo ensayístico por la pluralidad de metáforas; su estructura dramática que traza líneas vividas es una forma de evitar ser “libro-máquina”. También investigamos la afinidad de la teoría orteguiana de metáfora con la teoría cognitiva de Lakoff y Johnson y el ensayo orteguiano visto a la luz de la linealogía de Ingold.