El lenguaje visual de Platón y el lenguaje lógico formal de Wittgensteinuna comparación

  1. Salas Abad, Carlos
Dirigida por:
  1. Diego Sánchez Meca Director/a

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 20 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Antonio Miguel López Molina Presidente
  2. Inmaculada Hoyos Sánchez Secretario/a
  3. Emilio Velasco Bartolomé Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

¿Por qué funciona el método socrático? ¿Por qué ha resistido el paso del tiempo? ¿Por qué es tan cautivador? ¿Por qué nos persuade? ¿Cómo nos ayuda a pensar? ¿Se puede probar su eficacia científicamente? ¿Qué pasaría si comparásemos el estilo visual y claro de Platón de hace 2.400 años con el lógico formal de Wittgenstein de hace un siglo? Los incontables estudios que se han hecho sobre Platón y su obra responden a esas cuestiones desde el punto de vista estilístico, literario, hermenéutico e histórico. Pero falta un punto de vista: el científico. Para ello, he analizado la eficacia del método socrático de las preguntas y respuestas desde el punto de vista de la psicología cognitiva y de la neurociencia modernas: el impacto de las preguntas en los seres humanos se puede 'visualizar'. Y no solo en los resultados de los estudios de campo con voluntarios, sino en las imágenes de escáneres cerebrales y en tomografías. Pero antes de presentar esas pruebas, en esta tesis me he preguntado cómo nació la dialéctica filosófica y cuáles fueron sus inspiradores. Me remonto a la Atenas del siglo V a.C, cuando la alfabetización de la sociedad griega, la fundación de escuelas, la introducción de la democracia y la proliferación de sofistas, creó el ambiente adecuado para que se produjera una revolución: el nacimiento del diálogo filosófico escrito. Ese momento coincidió con la popularización de obras de teatro que renovaron la expresión poética, convirtiendo los viejos mitos cantados por los rapsodas, en dramas visuales expresados por actores y coros por medio del diálogo dramático. El estilo de Esquilo, Sófocles, Eurípides y Aristófanes tuvo mucha influencia en el lenguaje de Platón, quien copió su técnica del diálogo (Kahn, Wilson, Reale). Los dramaturgos habían desarrollado una derivación del diálogo teatral llamado esticomitia (Di Marco), que Platón representa en sus libros con los diálogos de Sócrates y sus interlocutores. La esticomitia se basa en el intercambio coloquial de dos actores, intercambio caracterizado por las oraciones cortas, y las preguntas y respuestas. Platón conjugó esas artes (Havelock lo llama técnicas de comunicación, 1994) para fundar el diálogo filosófico, una forma muy visual y escenográfica de exponer los grandes temas del pensamiento a través de la palabra escrita. Visual y escenográfica porque los protagonistas se encuentran en la calle, entran a las casas a debatir, aparecen y desaparecen del escenario y mantienen un coloquio donde se preguntan y responden sin descanso. En el teatro sucedía lo mismo: el diálogo acelerado entre actores atrapaba el interés de la audiencia. Y en filosofía, el diálogo inteligente de preguntas y respuestas, activaba la mente de los alumnos para ayudarles a reflexionar. El libro más popular y admirado de Platón, La república, es un ejemplo de esta técnica porque contiene 1.780 preguntas, desde preguntas retóricas hasta preguntas directas. Con este estilo, rompió la escasa tradición escrita de filosofía. La pregunta es el verdadero motor del método socrático. Sin embargo, para algunos especialistas, las preguntas son simplemente figuras de la retórica, y como tales, su fin principal es ganar un debate. Los trabajos desde Quintiliano hasta los más modernos de Olbrechts-Tyteca y Perelman encuadran a las preguntas en ese marco académico: una herramienta para seducir o engañar. Pero el poder de sugestión de las preguntas es más profundo de lo que se piensa. Para intentar demostrarlo, he tenido que saltar de disciplina y aportar los trabajos de la psicología cognitiva en los años 50 a 70 del siglo pasado (Berlyne) y sobre el efecto de las preguntas retóricas en grupos escogidos de voluntarios (Burnkrant). Los experimentos realizados en varias universidades demuestran que las preguntas retóricas (el método socrático), son más persuasivas que las afirmaciones, y pueden modelar el comportamiento humano de forma inconsciente