Mijail Romm. El maestro olvidado

  1. Mouriño Lorenzo, José Manuel
Dirigida por:
  1. Alberto Ruiz de Samaniego Director/a

Universidad de defensa: Universidade de Vigo

Fecha de defensa: 29 de enero de 2016

Tribunal:
  1. Jesús González Requena Presidente
  2. Juan Carlos Meana Martínez Secretario/a
  3. Carmen Rodríguez Martín Vocal

Tipo: Tesis

Teseo: 391674 DIALNET

Resumen

El carácter vanguardista de la obra de Mijaíl Romm (1901 ¿ 1971), aunque desde una indeseada clandestinidad, se ha ido consolidando de manera proporcional al desdibujado actual de su recuerdo. El problema en su caso, aunque significativo, no atañe sólo a la escasa difusión -en otra lengua que no sea el ruso- de su obra escrita o de todo aquello que sobre él se ha escrito (salvedad hecha a ejemplos puntuales: breves estudios, entrevistas o recopilaciones de textos de René Prédal, Luda y Jean Schnitzer, Marcel Martin, Bernard Eisenschitz¿ en publicaciones elaboradas hace ya más de cuarenta años; en la actualidad, podríamos mencionar la aportación de autores como Natacha Laurent, pero dentro de un elenco de investigadores aún más exiguo). Su vida corrió de forma paralela a la propia historia de la cinematografía soviética. Cumplió con su formación como cineasta dentro de la incipiente industria del cine mudo de aquel país (tras abandonar, prematuramente, estudios artísticos en la especialidad de escultura). En ese contexto rodó incluso su primera película como director -Bola de sebo (Pyshka, 1934)-. Ejerció su profesión a lo largo cuatro décadas, durante las que realizó (como guionista o como director) una veintena de films. Y pese al desgaste que a ese deber se le supone, su nombre se mantuvo a flote en todo momento; hasta asumir una responsabilidad crucial con la llegada del deshielo. Durante esa transición, Romm ¿exhortó¿ al cine soviético a que tomase en consideración los cambios y rupturas radicales que por entonces se producían en el resto del mundo. Lo hizo a un nivel teórico y práctico, dando muestras, inclusive, de una reformulación personal poco habitual. Romm aportó dos títulos emblemáticos a ese lapso histórico: Nueve días de un año (Devyat dney odnogo goda, 1961) y El fascismo cotidiano (Obyknovennyy fashizm, 1965). Hizo partícipe también, a su alumnado, del empeño por acompañar, desde la Unión Soviética, a la evolución estética y narrativa que emprendían las cinematografías europeas a finales de los 50. Entre aquellos pupilos, que durante años siguieron recordando y subrayando lo imprescindible que para ellos resultó su tutela y protección, se encuentran algunos de los más destacados cineastas que el cine ruso ha brindado desde entonces: Andrei Tarkovski, Elem Klimov, Tenghiz Abuladze, Gregori Chujrái, Nikita Mijailov, Vasili Shukshin, Alexander Mitta o Sergei Soloviov, entre muchos otros.