La seguridad energética durante la transición a una producción de energía baja en carbonoel caso de México

  1. Fuentes Roldán, Gloria Alicia
Dirigida por:
  1. Carlos Martí Sempere Director/a

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 13 de noviembre de 2020

Tribunal:
  1. Antonio Fonfría Mesa Presidente
  2. Laura Lara Martínez Secretario/a
  3. Verónica Yazmín García Morales Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

En medio de la transición energética que implica la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes renovables de energía, la seguridad energética surge como un punto necesario para incluir en las políticas públicas. Hasta hace unos años la seguridad energética se había simplificado a “la disponibilidad ininterrumpida de fuentes de energía a un precio asequible”, pero esta idea refiere concretamente al petróleo y a la obtención de éste a bajo precio por parte de los países importadores. No obstante, si bien el abastecimiento de energía es el fin último de la seguridad energética, hoy en día dicha definición es debatible si se consideran los cambios que están experimentando los sistemas de energía durante la transición energética ya que, como cualquier transformación, la transición conlleva la exposición de vulnerabilidades a lo largo de toda la cadena de suministro de energía, desde la producción hasta la entrega al consumidor final. Ahora, el sentido de la seguridad energética es reducir las vulnerabilidades de los sistemas energéticos, las cuales constituyen una mezcla de los riesgos humanos, naturales y técnicos a los que están expuestos y su capacidad para responder a ellos. Durante la transición, los sistemas de energía deben contar con mecanismos de protección que incluyan reservas de emergencia, infraestructura confiable, rutas comerciales y transporte flexibles, así como ser resilientes para tener la capacidad de utilizar dichos mecanismos con el propósito de llevar a niveles manejables los potenciales riesgos a lo largo del proceso de abastecimiento. México, al igual que todos los países del orbe enfrenta los riesgos propios de la transición energética que se suman a los que el país ha acumulado durante décadas. Riesgos de carácter humano, natural y técnico están presentes en toda la cadena de suministro del sistema energético mexicano. Esta dinámica ha llevado al país a registrar índices de seguridad energética preocupantes dados los cada vez más reducidos márgenes de extracción de hidrocarburos que, aunados a los bajos índices de utilización de la capacidad instalada de refinación, han provocado problemas para cubrir la creciente demanda del mercado nacional de los combustibles más utilizados, tales como la gasolina, el diésel y el gas natural. Esta situación a su vez ha llevado a un aumento gradual de la dependencia externa, al tiempo que ha evidenciado la falta de inversión en infraestructura, tecnología y profesionalización, así como una capacidad operativa y logística concentrada en el sur, golfo, centro y occidente del país, mientras que las alternativas de suministro en las zonas del noreste y sureste resultan mínimas, problemas a los que se añaden el crimen organizado, la corrupción y la impunidad. Diversos paliativos a los problemas más apremiantes de la seguridad energética en México se han implementado en momentos determinados, no sólo por parte del aparato gubernamental, también de la iniciativa privada y de la sociedad civil, logrando poco a poco que en el país se registren cambios. Especial atención merece el sector eléctrico, pues es el único que hoy en día da muestras de estar en un proceso de transición hacia el uso de energías renovables. Aún así la transición en el país avanza a pasos poco significativos para solventar la inseguridad energética, especialmente si se considera que la transición debe implementarse con premura y planificación para enfrentar al cambio climático, atajar el agotamiento de los combustibles fósiles y atender la creciente demanda energética. Del análisis de la seguridad energética en México durante la transición a una producción de energía baja en carbono no sólo se puede confirmar la existencia de los riesgos humanos, naturales y técnicos, también se desprenden elementos que corroboran que de mantenerse la dinámica actual el sistema energético del país podría experimentar crisis en el mediano y largo plazos. En este sentido, es imperioso atender el consumo energético residencial, la movilidad y los sectores eléctrico y agrícola, áreas que ya muestran señales de vulnerabilidad. A final de cuentas, el mayor reto de la seguridad energética durante la transición, e incluso su principal objetivo, es que tanto la seguridad como la transición energéticas redunden en beneficios sociales, de lo contrario, esto podría suponer riesgos para el mantenimiento del bienestar económico y la estabilidad política y social de México.