Neandertales y humanos modernos en el Valle del GüeñaEstudio arqueozoológico, tafonómico y evolución de las pautas de aprovechamiento de la macrofauna del valle
- ROJO HERNÁNDEZ, JULIO ANTONIO
- Mario Menéndez Fernández Director
- José Yravedra Sainz de los Terreros Codirector
- Álvaro Arrizabalaga Valbuena Codirector/a
Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia
Fecha de defensa: 16 de octubre de 2020
- J. Emili Aura Tortosa Presidente/a
- Jesús Francisco Jordá Pardo Secretario/a
- Pedro María Castaños Ugarte Vocal
Tipo: Tesis
Resumen
El hecho de haber realizado el Trabajo Fin de Master sobre los fragmentos de los macromamíferos de los niveles chatelperronienses de La Güelga y la disponibilidad de un amplio número de restos disponibles en la Universidad de este mismo yacimiento referidos a los periodos Musteriense, Auriñaciense, Magdaleniense y el ya citado Chatelperroniense, suponía una buen oportunidad para intentar evaluar las pautas de comportamiento de los neandertales y humanos modernos en un espacio claramente delimitado: el valle del Güeña. Estos restos, que se encontraban en su inmensa mayoría sin estudiar y por tanto sin publicar o publicados de manera parcial, serían completados con los recuperados en las excavaciones de la cueva de El Buxu depositados en el Museo Arqueológico de Oviedo. Con la inclusión de estos restos atribuidos al Solutrense se completaba la nómina de periodos crono-culturales estudiados quedando tan solo fuera de este trabajo el Gravetiense, presente en el valle, más concretamente en el abrigo de Sopeña, pero ausente en los yacimientos estudiados. El amplio periodo de este trabajo, abarca los últimos 50 000 años del Pleistoceno superior y por tanto, el momento del reemplazo de los neandertales (con restos presentes tanto en La Güelga como en el cercano yacimiento de El Sidrón), por los humanos anatómicamente modernos. Se ofrece, además del estudio completo de las colecciones a 2 nivel anatómico, taxonómico, de edad, estacionalidad, etc., el tafonómico, siguiendo lo que hoy en día son unos criterios estándar y también un trabajo sobre la distribución espacial de las marcas de corte en los diferentes elementos anatómicos agrupados por tamaño de los macromamíferos: pequeños, medianos y grandes. Todos estos trabajos dan la posibilidad de ver diacrónicamente si hay diferentes pautas de ocupación del espacio y del aprovechamiento de los recursos faunísticos, dentro del marco espacial del valle del Güeña, también si hay similitudes o diferencias en este aspecto entre los neandertales y los humanos anatómicamente modernos y por último, si la talla laminar proporciona alguna ventaja en el procesado de las carcasas. Para poder efectuar estas valoraciones, es necesario colocar los yacimientos estudiados tanto en el espacio como en el tiempo. Se analiza por un lado, la ubicación y orientación del valle, ponderando las circunstancias de su proximidad al mar, y el efecto atemperador de los rigores climáticos que esto comporta, incluso teniendo en cuenta la regresión marina producida durante MIS 3 y MIS 2. Este efecto se ve favorecido por la orientación este-oeste y la protección que supone la presencia de sierras litorales con esa misma orientación, circunstancias que parecen favorecer la creación de un nicho ecológico en el valle del Güeña. Esta cuestión es muy importante sobre todo, si tenemos en cuenta las grandes oscilaciones climáticas del final del Pleistoceno superior. Además se valora la posibilidad de la existencia de un corredor alternativo este-oeste al costero conectando los ríos Cares y Güeña, corredor que se puede ampliar con el río Piloña todos ellos con esta orientación. Esta posibilidad se sustenta en la presencia de numerosos yacimientos en las proximidades de los valles de estos ríos. Además los cauces del Deva y Sella proporcionan a estos valles, un fácil acceso a la cercana costa. A pesar de las grandes oscilaciones climáticas, se determina en este trabajo que excepto pequeños periodos, el uso y ocupación del valle durante el periodo analizado, fue prácticamente continua. La metodología utilizada en esta tesis es, con ligeras modificaciones, la propuesta por Yravedra en su libro “Tafonomía aplicada a Zooarqueología” (2006). Estas modificaciones se hacen para adaptarse a las características de los diferentes registros estudiados y son básicamente, reducciones de las categorías de alguna de las valoraciones 3 tafonómicas como por ejemplo, la división en tan solo tres, de los grados de coloración de los huesos alterados térmicamente: crema, negro y blanco. El hecho de contar con un registro preciso de la ubicación de los restos en los diferentes niveles estudiados, se realiza una distribución espacial de los diferentes procesos tafonómicos, intentando de esta manera buscar una explicación a las concentraciones de restos con estas alteraciones como por ejemplo: goteos, tinciones de manganeso, abrasiones, alteraciones por exposición subaérea, etc. Para este estudio se utiliza el grado de concentración en los centroides de los sectores/cuadros y una interpolación por kriging. Para el estudio de la distribución espacial de las marcas de corte, la metodología está desarrollada exprofeso para esta tesis y se basa en la utilización de los sistemas de información geográfica (SIG), aplicados micro espacialmente, utilizando también en este caso, la interpolación por kriging para la elaboración de los gráficos de densidad de marcas en las diferentes zonas de los elementos anatómicos del esqueleto apendicular. El total de restos revisados para la elaboración de esta tesis se acerca a los doscientos veinticinco mil, de estos tan solo se han utilizado cerca de doscientos tres mil, siendo los diferentes niveles de la Zona D (Interior y Exterior) los que más aportan pues superan los ciento cincuenta mil. Se han descartado la totalidad de los restos recuperados en la denominada Zona C Exterior pues, además de que cronológicamente son coincidentes con los magdalenienses de la Zona A, durante la excavación de esta zona, se documentaron alteraciones y no se llegó al nivel basal. Conforme a las dataciones radiocarbónicas efectuadas, los niveles más antiguos del yacimiento se corresponden con los musterienses de la Zona D Exterior, numerados en esta secuencia con los números 4 y 3, siendo en concreto el nivel 4 el que mayor número de restos aporta al estudio con cerca de ciento dieciséis mil. La riqueza taxonómica de estos niveles es muy importante destacando restos de animales adaptados a climas rigurosos como Mammuthus primigenius y Coelodonta antiquitatis. El taxón predominante es en estos niveles Cervus elaphus, siguiéndole en importancia Rupicapra pyrenaica aunque también hay presencia de Bos/Bison, Equus sp., Capra pyrenaica y Capreolus capreolus entre los herbívoros. Entre los carnívoros se documenta la existencia de restos entre otros de Panthera pardus, Ursus arctos y Crocuta crocuta. 4 Además hay que indicar que durante la revisión de los materiales, se pudieron recuperar en el nivel 4, tres piezas dentales de Homo neanderthalensis pertenecientes al menos a dos individuos, con lo que el número total de piezas del yacimiento se eleva a cuatro. Hay una clara diferenciación taxonómica entre los niveles de la Zona D Exterior e Interior. Si en la Exterior el taxon predominante era el ciervo en la Zona Interior (niveles 8 y 9) el animal que más restos e individuos aporta es el rebeco, perdiendo importancia el ciervo aunque hay restos de este taxón. Otra circunstancia para destacar, es la práctica total ausencia de restos de carnívoros (tan solo un resto entre los nueve mil quinientos restos de ambos niveles). El origen de la acumulación de los niveles musterienses de La Güelga es claramente antrópico pues, aunque hay marcas producidas por carnívoros, estas, son muy escasas si las comparamos con las de origen antrópico. Los niveles chatelperronienses de La Güelga se documentaron en la Zona D Interior y aunque los estudios de Micromorfología realizados indican una posición derivada, las cronologías obtenidas y la industria recuperada en estos niveles los hacen plenamente válidos. En los niveles 1 y 2 de esta Zona Interior de nuevo es el ciervo el taxón que cuenta con una mayor y mejor representación en el registro siguiéndole en importancia el rebeco; la presencia de otros taxones: Bos/Bison, Capreolus capreolus, Sus scrofa, Canis lupus y Vulpes vulpes la considero como testimonial de su presencia en el entorno. De nuevo el origen de la acumulación de estos restos la considero como antrópica pues los restos con marcas producidas por carnívoros son escasos y comparativamente pequeños, con los que presentan marcas de origen antrópico. El patrón taxonómico observado en los niveles chatelperronienses se repite de nuevo (aunque con un equilibrio mayor entre ciervo y rebeco), en los niveles 5 y 6 de la Zona Interior, niveles atribuidos por la industria recuperada y las cronologías radiocarbónicas al Auriñaciense. Aunque en este caso el número de restos con marcas producidas por carnívoros es ligeramente mayor que en los niveles precedentes, de nuevo considero como antrópico el 5 origen de estos pues las marcas de corte y percusión, superan ampliamente a las producidas por carnívoros y estas, son, en su inmensa mayoría, fragmentos de pequeño tamaño con marcas de tipo digestivo; además en estos niveles tan solo se ha documentado un resto de Canis lupus. En los niveles solutrenses de El Buxu los taxones presentes se repiten nuevamente y, de nuevo el ciervo es el predominante siguiéndole en importancia el rebeco. Además de documentarse la presencia de Bos/Bison y Equus, entra con una cierta relevancia Capra pyrenaica en los tres niveles determinados durante el proceso de excavación. Con respecto a los carnívoros, además de una ligera presencia de Canis lupus en el nivel 3 de la secuencia, se documentan restos de Vulpes vulpes en los tres niveles, con una mayor incidencia en el nivel 3. Aunque el origen del registro es de manera clara antrópico, es precisamente en el nivel 3 (donde la presencia de zorro es más abundante), donde se ha registrado un mayor número de restos afectados por carnívoros. Son, en un elevado porcentaje, pequeños fragmentos menores de 3 cm con alteraciones de tipo digestivo; estos restos podrían tener su origen en el zorro que es el carnívoro con mayor presencia en el citado nivel 3. Los niveles magdalenienses de la Zona A de La Güelga son, por número de restos, los más importantes tras los musterienses de la Zona D, de este trabajo. En total son más de treinta y dos mil y en el nivel 3, el de mayor entidad, se acercan a los veintiocho mil. A nivel taxonómico no hay grandes sorpresas respecto a los ofrecidos anteriormente para El Buxu. El ciervo es de nuevo el que predomina en el registro pero, y esto si supone una gran novedad, le sigue en importancia la cabra, relegando al tercer lugar al rebeco, bien representado también en todos los niveles. Esta tendencia es común en la totalidad del registro. Además de los taxones citados, se documenta la presencia de Bos/Bison, Equus y Capreolus capreolus entre los herbívoros y Canis lupus y Vulpes vulpes entre los carnívoros. La presencia de estos taxones no es indicativa de que el depósito haya sido generado por los mismos pues la gran cantidad de marcas de corte y percusión documentadas y los objetos de arte mueble recuperados, tanto durante la excavación, como en la revisión efectuada en este trabajo, determinan un origen claramente antrópico de estos niveles. 6 En términos generales se puede afirmar que la calidad del registro es muy aceptable pues únicamente en el nivel 4 Musteriense de la Zona D Exterior, los porcentajes sobre el total de restos de las alteraciones no antrópicas ni producidas por carnívoros son (en algunos casos como por ejemplo el depósito de carbonato cálcico o manganeso) elevados, el importante número de restos de este nivel ya citado, hacen que considere los resultados obtenidos, como plenamente válidos. Parece indudable que, a lo largo del tiempo de utilización del valle del Güeña estudiado, el ciervo fue el taxón que mayor número de proteínas de origen cárnico aportó; también que el rebeco tuvo una gran importancia en este aspecto y que hay una mayor diversificación a partir de los niveles solutrenses de El Buxu con la entrada de la cabra en el aporte proteico. Otra circunstancia constatada es que, excepto en los niveles solutrenses de El Buxu, en los que hay claramente presencia de neonatos y lactantes de ciervo, en las ocupaciones de La Güelga, tanto de la Zona D como de la Zona A, los individuos neonatos y lactantes, no eran cazados. Esto estaría indicando una estacionalidad de estas ocupaciones/usos del espacio, durante el otoño y el invierno, quedando por tanto fuera el momento de los partos y lactancia, es decir los meses de primavera/verano. Por último quiero indicar que la implantación generalizada de la talla laminar, no provoca diferencias en el procesado de las carcasas. Se puede considerar este proceso como algo estandarizado a lo largo del tiempo pues la única y pequeña diferencia observada es un ligero aumento de marcas en la zona de fusión del radio con la ulna, circunstancia que no nos atrevemos a atribuir claramente a la presencia de este tipo de talla.