Los frottages de Max Ernstaplicación práctica de un método automático

  1. GALINDO GALVEZ, JOSE
Supervised by:
  1. Luis Armand Buendía Director

Defence university: Universitat Politècnica de València

Year of defence: 1998

Committee:
  1. José María Yturralde López Chair
  2. Juan Bautista Peiró López Secretary
  3. Ignacio Oliva Mompeán Committee member
  4. José María Cuasante Committee member
  5. Victor Blasco Marques Committee member

Type: Thesis

Teseo: 68312 DIALNET

Abstract

La pintura de Max Ernst, de virulento origen dadá y de intencionado desarrollo surrealista, se situa, en apariencia, bajo los presupuestos de la espontaneidad y el automatismo. Si sus escritos así lo confirman, su obra, en cambio, parece perfectamente predeterminada: una singular comunión entre desvario y precisión. Esta paradoja organiza y alimenta esta tesis doctoral. Así, embozada tras un modelo de Historia del Arte, acaba perfilandose como estudio específico de los métodos automáticos de creación. Dividida en tres capítulos, el primero, CONTEXTO HISTORICO, viene a contener lo esencial de las actitudes vitales, teóricas y artísticas de los movimientos dadá y surrealista, que redescubrieron y sistematizaron respectivamente las leyes del azar y el automatismo como principios que rigen la inspiración. El segundo, EL COLLAGE, aparece justificado en la medida que esta técnica se situa en el origen del frottage. De este modo, en él quedan resumidos los entresijos de los procedimientos de selección y manipulación que se dan en esta técnica, en todo similares a las de la técnica que constituye el objeto central de este estudio, y abundantemente ejemplificados por Ernst. El tercero, EL FROTTAGE, método manifiestamente afín al modelo teórico-práctico surrealista, que acaba por concretarse en 1925 en la serie Historia Natural. Analizando esta puntual aplicación práctica de un método automático y el continuo aparecer de la técnica primigenia en toda la producción posterior de Ernst, cada vez más manipulada y recreada en forma de grattage, comprobamos como el pretendido automatismo acaba por disolverse en simple alegría de pintar.