Currículum y plan de estudios en las escuelas neoplatónicas

  1. Roger Castillo, Luis Gonzaga
Dirigida por:
  1. Armando Segura Naya Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Granada

Fecha de defensa: 19 de septiembre de 2017

Tribunal:
  1. José Soto Chica Presidente/a
  2. Juan Manuel Trujillo Torres Secretario/a
  3. Jaime Vizcaíno Sánchez Vocal
  4. Marta Soledad García Rodríguez Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Currículum y plan de estudios en las escuelas neoplatónicas Resumen: La presente investigación pretende la reconstrucción histórica del currículum neoplatónico de la Antigüedad, esto es, la estructura de los cursos con los que se instruía en la filosofía en las escuelas neoplatónicas. A dichos cursos se le concedía una gran importancia docente y filosófica. Se conoce la existencia de dicho plan de estudios por lo testimonios que autores posteriores presentan sobre Jámblico (s. III d.C.), que fue su principal artífice. Del mismo modo, también se conservan testimonios de las clases y los comentarios empleados para aclarar los contenidos curriculares a los alumnos. Además, determinados manuales algo más tardíos, como los Prolegómenos a la filosofía de Platón, (s. VI-VII d.C.), también recogen parte de dicho plan de estudios, enumerando algunos de los textos y materias de estudio. Así pues, el presente trabajo asume una metodología histórico-descriptiva y filosófico-analítica para proceder a la reconstrucción de un currículum histórico-filosófico. Dicha reconstrucción pretende ser una herramienta hermenéutica para la comprensión de la filosofía y las obras de dicho periodo. El currículum, de modo general, se estructura en cuatro cursos. Un curso preliminar dónde el alumno obtiene una formación básica para irse familiarizando con la vida, conducta y mentalidad que exige la filosofía. Un segundo curso consistente en el estudio sistemático y minucioso de la obra de Aristóteles, lo que requiere el aprendizaje del manejo de la lógica silogística. Un tercer curso en el que se estudian sistemáticamente doce diálogos de Platón, dispuestos en un orden concreto. Por último, un cuarto curso, más bien optativo, consistente en el estudio, interpretación y práctica de las artes teúrgicas. Sobre el valor de este último curso existía cierta controversia en las escuelas. Para la reconstrucción del currículum se procede al análisis de las fuentes primarias correspondientes a cada uno de estos cursos. Primero se obtiene una noción general de las obras que lo componen. Partiendo de esta base, se procede a una fase de análisis en la que se examinan los comentarios y otras obras que puedan proporcionar una noticia clara sobre el currículum y su reconstrucción. Una vez que se han examinado todas las obras correspondientes a dichas partes, a continuación se procede a una fase de síntesis, reconstruyendo cada uno de los cursos y su estructura con los elementos obtenidos del análisis anterior. Además, se resaltan las diferencias y polémicas entre las diferentes escuelas. Una vez obtenidos los resultados de la reconstrucción, se procede a extraer conclusiones, examinando de modo general la relación de las partes del plan de estudios con el todo, para listar las características básicas del paradigma. Se procede por tanto a la reconstrucción curricular mediante el análisis de los textos histórico-filosóficos y su síntesis posterior, así como al intento de desvelar su sentido y estructuras subyacentes a través de la hermenéutica filosófica. Primeramente, se debe constatar que es posible su reconstrucción, no sólo por la pervivencia de abundante material, sino por la peculiaridad de su contenido. En efecto, los neoplatónicos hacen bastante énfasis en situar contextualizadamente cada una de las partes del curso; no solo respecto de los estudios anterior y posterior, sino respecto a todo el curso en general y, en ocasiones, respecto al currículum. La reconstrucción es posible, con bastante precisión, no sólo respecto del esquema general del currículum, sino también de los cursos que lo integran y la disposición de los textos de estudio. En dicha reconstrucción no nos hemos limitado al orden de los textos o los cursos, sino que también se ha reconstruido ordenadamente la temática y los objetivos, cosa que, hasta dónde tenemos noticia, no se había hecho con anterioridad. Tampoco se había procedido al análisis exhaustivo de todo el currículum en general. Quedan, por tanto, alcanzados los principales objetivos propuestos. Los resultados de la reconstrucción curricular se han reseñado al final de cada uno de los respectivos cursos del curriculum. Por otra parte, en una primera aproximación, se puede constatar que, descontando algunas breves lagunas, el currículum neoplatónico en las escuelas orientales estaba bastante detallado y sistematizado. De hecho, es uno de los currículum mejor conservados de la Antigüedad, ya que se preserva, no sólo la estructura curricular, sino el orden de los cursos, las materias y los textos con las que se estudiaban y los comentarios y apuntes de clase. No sucede lo mismo en la escuela de Roma y el occidente latino, pues no queda clara la existencia de un currículum tan estructurado como el posterior de Jámblico. En un examen general del currículum con los cursos que lo componen, destaca su estructuración en riguroso orden progresivo y ascendente. Conforme al análisis efectuado, podemos dividir este ascenso en tres aspectos distintos que concurren simultáneamente durante todo el currículum: temático, formativo, ético, ontológico. A) Aspecto temático: La progresividad temática no es muy diferente de nuestros estándares contemporáneos. Primero se disponen las materias más fáciles o que son necesarias para la adecuada comprensión de lo que viene a continuación. Así, en el curso aristotélico, primero se estudia la lógica, que permite la comprensión de los razonamientos posteriores. En la etapa física primero se estudia la física general y luego la particular. En el curso platónico, primero se estudia el alma y el autoconocimiento ―por ser la realidad espiritual más cercana― y posteriormente se estudian las esencias de los demás entes y el despliegue de la emanación, culminando con el Uno y el Principio Inefable, cuya complicación temática es tal que ni siquiera se puede hablar de esto. El curso teúrgico viene con posterioridad, pues lo que pretende es una experiencia supradiscursiva del Uno. Respecto al curso preliminar, temáticamente no se encuentra tan estructurado en un orden ascendente o bien no se ha preservado claramente dicha estructuración. Parece que su ordenación responde más bien al aspecto ético que percola el currículum. Temáticamente se advierte cierta diferencia entre los cursos. El curso preliminar es de formación ética. El curso aristotélico se estructura en el orden: lógica, ética, física, teología. El curso platónico se estructura del siguiente modo: ética, física, teología. Finalmente, el curso teúrgico es puramente teológico. Descontando la parte lógica, que es introductoria al razonamiento causal y discursivo, el orden temático presenta un ascenso claro, pero en planos diferentes. Así, el curso preliminar es un estudio ético no demostrativo. El aristotélico, después de la introducción lógica a la demostración, presenta la ética de modo demostrativo y culmina con la teología. El curso platónico repite este mismo esquema, pero en un orden superior, más referido a las esencias y las Ideas y buscando un tránsito de lo discursivo a lo supradiscursivo, culminando con la materia teológica, que es la misma que se estudia en el curso teúrgico de manera completamente supradiscursiva y suprarracional. De modo aún más general, hay un ascenso temático desde la filosofía práctica a la filosofía teórica. Esta clasificación persiste desde el curso preliminar hasta el platónico, e incluso quizá podría rastrearse alguna pervivencia en la clasificación de Damascio del curso teúrgico. Esta división es el inverso exacto respecto de la concepción contemporánea, pues la teoría y lo general no precede a las aplicaciones prácticas particulares, sino que son estas aplicaciones prácticas particulares las que posibilitan la comprensión de la teoría. Probablemente se basa en la teoría platónica de las tres partes del alma: nutritiva, sensitiva y racional. Esta clasificación sigue un ascenso según el cual, la parte racional y teórica vendría después de la parte práctica. Dicho de otro modo, primero habría que educar y ejercitar a las partes infrarracionales y después educar la parte racional. B) Aspecto formativo: También hay un orden en la utilidad de cada obra estudiada, que se plantea como aquello que el alumno debe alcanzar mediante la enseñanza. En el curso preliminar, consiste en la formación básica del carácter y la preparación del modo de vida filosófico. Es puramente práctica. En el curso aristotélico, se presenta como una preparación y dotación personal e intelectual. Así, la utilidad de la lógica es capacitar para distinguir entre lo verdadero y lo falso y para la demostración. En la parte física uno se capacita para el conocimiento más elevado y el alma se restaura. La matemática busca capacitar para captar los inteligibles, mientras que la Metafísica desarrolla el intelecto, punto más elevado del alma. Por otro lado, en el curso platónico se procede al autoconocimiento, se dominan las pasiones y finalmente se prescinde de ellas. La captación de la esencia de los seres se plantea como un aprendizaje dialéctico, en el sentido elevado de la dialéctica que ya databa desde Plotino o Clemente. Esto culmina con el conocimiento teológico del Uno y sus procesiones. El alumno era formado, no sólo en una temática o contenido, sino también en el provecho o utilidad derivada de la misma, puesto que se trataba de ir adquiriendo la mentalidad adecuada que debía tener el filósofo, en correspondencia con el género de vida. C) Aspecto ético: La enseñanza ética está presente a lo largo de todo el currículum. Más aún, presenta una originalidad que no tiene paralelo con otros planes de estudios en occidente. Esta enseñanza ética está estructurada, es progresiva, determinable y, lo más chocante, mensurable. Ya se vio como Damascio, haciendo la biografía de otros miembros de las escuelas, los clasificaba con extrema precisión en cada uno de los rangos de virtudes. El componente ético del currículum tiene pretensión racional y científica y se busca justificar demostrativamente su catalogación y estructura. No se basa sólo en el comportamiento moral, pues no tiene su finalidad en sí mismo, sino que es más bien una herramienta para el ascenso cognoscitivo. Hay una intelectualización de la ética, pues cada uno de los rangos de virtud se considera inextricablemente unido a la temática de estudio. En algunos casos, el rango de las virtudes opera como requisito curricular para la siguiente fase de estudios. Por ejemplo, en la enseñanza de las virtudes catárticas con el Fedón se especifica su necesidad para poder comprender la siguiente fase, la teórica que comienza con el Crátilo. Sin embargo, no parece que quede constancia de mecanismos de control en este sentido, pero parece verosímil pensar que el maestro se ocupaba de sus discípulos en este sentido, siquiera de algún modo. En la Vita Procli, son constantes las menciones de cómo Proclo buscaba beneficiar a todos cuántos le rodeaban, fuesen compatriotas o alumnos, y aparece referido siempre al contexto de las virtudes y su adquisición. El orden de las virtudes es, naturalmente, ascendente. El ascenso se estructura desde la filosofía práctica a la teórica. Así. Las virtudes naturales, éticas y políticas son mencionadas como virtudes prácticas, mientras que las contemplativas, arquetípicas y teúrgicas son teóricas. Las virtudes catárticas están en la línea fronteriza entre unas y otras. Precisamente, dado que son un separador entre dos etapas muy marcadas, se les concede gran importancia, hasta el punto de que el curso platónico podría dividirse en etapas precatártica y postcatártica. De hecho, en los comentarios al Fedón se vuelve a hablar de un modo de vida concreto especificando consejos de conducta, cosa que no se hacía al menos desde el curso preliminar, con el estudio de los Versos áureos, aunque no es descartable que en el momento de estudiar la Ética aristotélica sucediera esto mismo. Por otra parte, en los restantes cursos se produce cierta repetición de la escala de virtudes, pero, por así decirlo, en un orden inferior. Recordemos que una de las utilidades de la Física de Aristóteles era la adquisición de las virtudes activas. Sin embargo, bien es cierto que el curso preliminar parece centrarse en las virtudes naturales y éticas, mientras que el curso teúrgico parece dedicado exclusivamente a las virtudes teúrgicas o hieráticas, como cabría suponer. Sin embargo, la ausencia de datos impide determinar si había cierta escala de virtudes al modo teúrgico o si simplemente ya se concebían tan cercanas a la unidad que no había lugar a la división. Estas virtudes son etapas correspondientes como modos de vida. Son verticales, por así decirlo. Además hay cuatro virtudes cardinales ―prudencia, justicia, fortaleza y templanza― que son horizontales y se repiten sistemáticamente en cada una de las etapas verticales. Aunque ya datan del medioplatonismo y tienen gran importancia para estructurar la Vita Procli, no parece que hayan ejercido el mismo papel estructurador del currículum que las virtudes verticales. D) Aspecto ontológico: Quizá el más importante, puesto que toda la finalidad del currículum es alcanzar un estado o conocimiento del ser. Puede decirse que el aspecto ontológico orienta teleológicamente todo el currículum, ya que en correspondencia con los rangos del ser se estructuran los rangos de las virtudes, la temática y el provecho para el alumno. Se parte de un Principio Inefable y apofático completamente incognoscible al razonamiento humano, que en lo catafático manifestado es el Uno, que permea todas las cosas permitiendo que estén unificadas y no descompuestas en una multiplicidad recurrente. A continuación vienen las Ideas platónicas y los órdenes derivados de las ideas, que se multiplican en más o menos manifestaciones según la escuela neoplatónica. Así, Plotino tiene un esquema sobrio y reducido mientras que Proclo despliega ubérrimamente las manifestaciones. Todo esto va en paralelo con tres demiurgos, sublunar, celeste y supraceleste, que organizan las Ideas y las plasman en lo inferior. A continuación viene el plano celeste de las esferas planetarias, que participan de lo eterno y se substraen a la generación y la corrupción. A continuación viene el plano terrestre con todo lo sujeto al devenir, donde se halla el hombre, los animales, las plantas y los seres inanimados. El hombre es el eje ontológico del esquema, pues participa tanto de lo inmaterial superior como de lo material inferior. Por eso dentro del hombre están las tres partes del alma, nutritiva, sensitiva y racional, y en la racional se distingue entre la mente y el intelecto, siendo este último de origen divino. Hay una correspondencia entre el microcosmos divino del intelecto humano y el macrocosmos divino del Uno. El cometido de todo el currículum es que se ascienda hasta despertar la actividad intelectual y de aquí se remonte hasta el Uno, completando el movimiento de retorno clásico de Plotino. ¿Cómo estructura el currículum esta ontología? El curso preliminar es un aprendizaje para ser propiamente humano, dejando aparte el predominio de la vegetatividad o la animalidad de las dos primeras partes del alma. El curso aristotélico empieza proporcionando las herramientas para la actividad racional demostrativa y sigue con la demostración ética. Seguidamente, la física ―y quizá por esto se dice que despierta las virtudes activas― enseña todo cuanto hay en el cosmos, desde las generalidades, los planetas, lo que se produce en el cielo, los seres inanimados, las plantas, los animales y el alma del hombre. En suma, pretende dar todo el conocimiento del macrocosmos para que el hombre pueda considerarse a sí mismo como un microcosmos. Por eso el estudio físico concluye con el estudio del alma, que tiene como propósito despertar las mociones propias del intelecto. Se opera, por así decirlo, como por una especie de simpatía entre los conocimientos adquiridos y lo universal, cuyo punto de conexión es el intelecto. Una vez despertadas las mociones intelectuales, en el curso platónico se retorna dentro de sí mismo, luego a los demás, luego se procede a la liberación del cuerpo de modo catártico y se eleva el intelecto por los órdenes divinos hasta la consumación del retorno al Uno, y mediante el completo silencio ―tal y como indicaba Plotino al referirse a la dialéctica― se alcanza el Principio Inefable. Dicho de otro modo, el curso preliminar se corresponde con la vida humana, el curso aristotélico con la vida demónica o celeste; el curso platónico con la vida divina y el curso teúrgico con el Principio Inefable. Estos cuatro aspectos no se presentan separados o nítidamente distinguidos en el currículum, sino que la distinción es más bien conceptual o metodológica. En realidad se conciben de modo holístico, ya que la formación del filósofo atañe a toda la persona y todas las potencias posibles. Por eso se aprenden también todos los conocimientos posibles. El currículum va a acompañado de una serie de ejercicios para acostumbrar al alumno al ascenso. Unos son de corte ético y otros de corte intelectual, como las matemáticas o las aporías metafísicas. Entrando en cuestiones más formales, la transmisión del currículum se mantiene en el oriente neoplatónico de modo más o menos unánime, con ligeras modificaciones opcionales. Pero el esquema básico de curso preliminar, aristotélico, platónico, teúrgico, se mantiene, así como el orden de estudio textual en los cursos aristotélico y platónico. Los otros dos tienen un carácter opciones y podrían acomodarse a las circunstancias. Esto explica la variedad de textos del curso preliminar y la opcionalidad entre los Oráculos caldeos y los Himnos Órficos que Siriano ofreció a Proclo. El principal problema es la situación de La República y las Leyes. La cuestión dista de estar clara, pero puede decirse que, puesto que tales obras participaban de cierta optatividad, su lugar era variable dentro de la fase precatártica del curso platónico. Por lo demás, el orden de los diálogos es siempre el mismo. Incluso cuando se producen divergencias sobre el tema entre las escuelas (Proclo y Damascio) nunca van acompañadas de divergencias sobre el orden de los diálogos, por lo que se puede hablar de una estabilidad contínua desde su creación por Jámblico. También parece haber ciertas diferencias en el curso aristotélico respecto de las obras finales de la fase lógica y las obras finales de la fase física. Probablemente tuviesen menor importancia que aquellas de las que se conserva el comentario y se ajustasen según la disponibilidad de tiempo para la enseñanza, al igual que sucedía con La República. Igualmente, hay indeterminación sobre la enseñanza de la matemática y su lugar correspondiente, pero certeza de que se estudiaba. Por último, Damascio habla de una serie de etapas en el curso teúrgico ―ignoramos si en paralelo a los cursos propiamente filosóficos―, pero no entra a detallarlas. Teniendo en cuenta todo lo antedicho, se procede a listar las siguientes características paradigmáticas, con el propósito de que sirvan como marco general conclusivo del paradigma que pretende el currículum neoplatónico: - Concepción holística y totalizadora. - Pretensión objetiva ontológica. - Teleológico - Eudaimónico. - Ordenación progresiva y ascendente. - Tránsito de lo particular a lo general. - Tránsito desde lo subjetivo a lo objetivo. - Método de medición y observación transicional desde lo lógico-demostrativo a lo intuitivo. - Supone distintos grados de realidad: una impermanente que depende de otra estable y permanente. - Estudio ordenado en etapas concretas, muy delimitadas, pero no estrictas. - Concede predominio a las facultades intelectuales. - Gran importancia del marco ético.